El aeropuerto de Santa
Lucía, la gran obra de AMLO, avanza a contra reloj

AMLO

Faltan poco más de 200 días para que el Ejército tenga que entregar acabado el nuevo aeropuerto de Ciudad de México, una magna y polémica obra del presidente Andrés Manuel López Obrador que pretende ser construida en tiempo récord para descongestionar el actual aeródromo de la capital.

Con el 20 de marzo de 2022 marcado en el calendario, más de 30,000 personas trabajan día y noche en la construcción del futuro Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, donde en menos de dos años ya han levantado la torre de control, han terminado las dos pistas y afinan el interior de la terminal, constató Efe en un recorrido.

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“Actualmente vamos en un avance del 65 por ciento conforme a los programas que se tienen tanto de obra física como financiero”, dijo a Efe el capitán e ingeniero Raúl Miranda, ayudante de obra de la terminal de pasajeros, desde el futuro pasillo de salidas internacionales.

Tras ganar las elecciones de 2018, López Obrador convocó una consulta popular informal para cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), la obra insigne de su antecesor, Enrique Peña Nieto, que iba a sustituir al saturado aeropuerto Benito Juárez de la capital.

El proyecto del NAIM, diseñado por Norman Foster y construido en el vecino municipio de Texcoco, era un centro de corrupción y una amenaza para el medio ambiente, según López Obrador.

Pero la saturación del actual aeropuerto, con picos de 50 millones de pasajeros anuales, seguía siendo un asunto pendiente, por lo que el 17 de octubre de 2019 comenzaron las obras para convertir la base militar de Santa Lucía en un aeropuerto civil.

El futuro aeropuerto, que lleva el nombre de un general de la Revolución mexicana, Felipe Ángeles, contará en su primera etapa con dos pistas y una capacidad para 19.5 millones de pasajeros al año.

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“La intención es que este aeropuerto se convierta en el más importante”, subrayó Miranda, aunque todavía no hay fecha para su entrada en operación.

A diferencia del proyecto de Peña Nieto, el de López Obrador no contempla el cierre del viejo aeropuerto capitalino, sino que la nueva terminal operará a la vez con el Benito Juárez y con el aeropuerto de la vecina ciudad de Toluca.

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Esto obligó a rediseñar por completo el espacio aéreo del Valle de México para “una convivencia segura que reduzca tiempos y combustibles”.