Un equipo de arqueólogos
ha encontrado en la localidad de Bernardos, en Segovia (centro), un monumento
megalítico compuesto por grandes menhires dispuestos por el hombre en forma de
recintos hace unos 6.000 años, un hallazgo que sus autores han definido como
“el Stonehenge de Castilla y León”, la región en la que se encuentra.
Así se ha referido a él en declaraciones el director de las excavaciones, Raúl
Martín, en relación al famoso crómlech levantado entre finales del Neolítico y
principios de la Edad del Bronce que se puede visitar en Inglaterra.
En este caso se trata del pago de Lobones-Cantos Blancos, una estructura
compuesta por grandes bloques de cuarzo blanco dispuestos de forma geométrica.
Uno de los mayores misterios a los que se enfrentan ahora los especialistas es
descubrir para qué servía el enclave: “Desde un observatorio astronómico,
lugares de culto, una necrópolis… No son yacimientos prolíficos en
materiales, no aportan grandes restos arqueológicos: Aquí vienen, visitan,
celebran o lo que sea y no dejan huella”, explica Martín.
Sí han encontrado en el lugar algunos materiales como piedras talladas que se
cree que servían para tensar fibras a la hora de hilar y otras piezas curiosas
como puntas de flecha creadas como símbolos.
El pago de Lobones-Cantos Blancos está localizado en el término municipal de
Bernardos, un pueblo a unos 115 kilómetros al noroeste de Madrid, donde en 2018
se produjo otro gran hallazgo arqueológico, el Dolmen de Santa Inés, una tumba
colectiva de la misma época que el crómlech dado a conocer hoy.
Los arqueólogos imaginaban que las comunidades de primeros agricultores y
ganaderos en la Península habían dejado dólmenes en Segovia como huella de esos
primeros asentamientos sedentarios, pero no fue hasta 2018 cuando lograron
confirmar sus sospechas.
“Cuando estás en el territorio, tienes el tiempo necesario para pensar en otras
cosas, para reunirte y agregarte en zonas muy concretas del territorio y
construir la primera arquitectura de la humanidad, muy anterior a las pirámides
de Egipto”, relata el arqueólogo, en referencia a estos monumentos funerarios
levantados hace 6.000 años.
A raíz de una campaña que comenzó hace tres años, se encontraron al menos seis
dólmenes en el término de Bernardos, uno de ellos el de Santa Inés, del que se
sabe –y se puede vislumbrar en la actualidad- que tenía una cámara funeraria
heptagonal, a la que se accedía por un corredor de dieciséis metros de longitud.
El enclave está “monumentalizado” por sus autores, pues el pequeño montículo
sobre el que se yergue es totalmente artificial, hecho de piedra y tierra y,
además, se encuentra “señalizado” con llamativas piedras de cuarzo blancas.
“¿Cómo demuestras al resto de comunidades del entorno que tú te agregas aquí,
que tú explotas estos pastizales, que tú cultivas esta tierra? Poniendo la
tumba de tus antepasados. Y cuanto más grande sea, mejor”, explica Martín.
El siguiente paso será encontrar los restos de quienes allí fueron sepultados,
pero los expertos ya intuyen que no se trata de cualquier persona, pues entre
otras cosas se han hallado restos de motivos hechos con variscita, un mineral
muy exclusivo en esa época
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