Nuestros cuerpos y almas ansían el contacto físico.
El tacto es una parte crucial de nuestras vidas. El tipo correcto de toque puede reducir el dolor, aliviar nuestro estrés y transmitir emociones más rápido que las palabras.
Es un sentido que no se puede apagar y su poder no debe ser menospreciado.
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“Creo que subestimamos lo importante que es el contacto físico en nuestra interacción social.
El toque humano es clave para nuestra supervivencia. Está en nuestro ADN”, declaró Robin Dunbar, psicólogo evolutivo.
Además, es un sentido que ha adquirido una nueva resonancia durante la pandemia, ahora que tenemos que mantener la distancia y no hemos abrazado a amigos o familiares con los que no vivimos en más de medio año.
Sin embargo, “el sentido del tacto es muy poco investigado. Por cada 100 artículos sobre la vista hay uno sobre el tacto”, señaló David Linden, autor de “Único: la nueva ciencia de la individualidad humana”.
El primer sentido
El tacto es el primer sentido que desarrollamos. Como fetos en el útero, antes de que pueda oír, oler o saborear, sentimos.
Y a medida que avanza el embarazo, los gemelos incluso se acercan para tocarse.
Es también el sentido con el órgano sensorial más grande del cuerpo: la piel, que cubre una superficie de al menos 2 metros cuadrados.
Pero, ¿qué pasa cuando tocamos a otras personas? ¿Y por qué es tan especial?
“Cuando tocas a otras personas tu cerebro lo procesa con diferentes mecanismos”, contó Katerina Fotoloulou, profesora de Neurociencia Psicodinámica.
“Fue apenas en la década de 1990 que descubrimos que en los seres humanos tenemos un conjunto especializado de células en la piel, que luego viajan con vías especializadas a partes particulares del cerebro. Ese sistema se llama C-Tactile”.
Los sensores en la piel nos permiten experimentar presión, vibración y dolor, así como temperatura y placer físico.
Esos sensores se adaptan rápidamente al tacto ligero, por eso después de ponernos la ropa, en un momento olvidamos que está tocando nuestra piel, a menos de que por alguna razón nos esté incomodando, por supuesto.
La prueba
Más de 40.000 personas de 112 países participaron, convirtiéndolo en el estudio sobre el contacto físico más grande que se haya hecho.
Los hallazgos muestran cuánto valoramos el contacto interpersonal, algo que los especialistas en salud tienen muy presente, particularmente en medio de la pandemia.
“En una situación en la que no podemos tocar a las personas en nuestra vida cotidiana que normalmente tocamos, no es que se va a derrumbar todo instantáneamente.
Pero nuestros sentimientos de conexión, de empatía, de confianza se irán degradando lentamente”, explicó Linden.
El problema, en su forma más severa, es conocido como “Hambre de piel” o “Sed de piel”.
Y es que extrañamos profundamente tocar y ser tocados pues cuando sucede se libera ese maravilloso elixir que se conoce como endorfinas.
No por nada, al describir el contacto físico, a pesar de provenir de tal variedad de países, los participantes en el estudio usaron unas palabras mucho más que otras.
Las 3 palabras más comunes
- Reconfortante
- Cálido
- Amor
Y, entre los datos curiosos recogidos por el estudio, están
Las 5 cosas que a la gente más le gusta tocar
- Piel… de un animal peludo y suave
- Terciopelo
- Seda
- Algodón
Piel… de humano (no sabemos cuán peludo)
Las 5 cosas que a la gente menos le gusta tocar
- Cosas babosas
- Papel de lija
- Nylon
- Lana
- Metal
Explorando el sentido del tacto, descubrimos además que existe…
La caricia perfecta
¿Has notado que con sólo tocar una vez a otra persona puedes comunicarle lo que estás sintiendo?
Lo hacemos sin prestarle mucha atención pero los experimentos han demostrado que las personas pueden transmitirle una gran variedad de emociones -incluso a un extraño- con sólo tocarlo una vez en el brazo.
Cuando su brazo es acariciado, presionado o apretado, ese extraño puede identificar correctamente lo que la persona estaba tratando de comunicar hasta en un 83% de la veces, con emociones que van desde la ira, el miedo y el disgusto hasta el amor, la gratitud y la simpatía.
Entre otras, ¿sabías que la parte velluda del brazo humano está diseñada para ser acariciada y que hay una forma óptima de acariciarla?
Así como lo oyes (o más bien lo lees): hay una caricia que estamos programados para que nos guste más: tiene que ser ligera y su velocidad debe ser exactamente a 2,5 cm por segundo.
¡A practicar!
Aunque, sólo si tienes una persona a mano que no represente un peligro. Sí, desafortunadamente, todo el concepto social del tacto está cambiando realmente en la sociedad debido a la pandemia.
¿No tocar… nunca más?
¿Estaremos acostumbrándonos a no tocar?
“Cuando las personas en cuarentena fueron expuestas a películas en las que había contacto físico natural, daban un salto y empezaban a hablar con la televisión diciendo cosas como: ‘¡No, no puedes hacer eso!'”, le contó a la BBC Katerina Fotoloulou, profesora de Neurociencia Psicodinámica.
“Es una buena señal de lo rápido que aprendemos a inhibirnos”, agregó. Rebecca Slater, profesora de Neurociencia Pediátrica, sospecha que el cambio puede ser duradero.
“No creo que verás a la gente interactuando de la misma manera que como lo hacíamos antes de la pandemia”.
No obstante, el psicólogo evolucionario Robin Dumbar, duda que la transformación sea tan drástica. “Me parece muy poco probable que alguna vez perdamos el sentido de la importancia del tacto”, dijo.
“Nunca debes decir nunca cuando se trata de evolución… Pero todo dependerá de que otras formas de comportamiento que activen el sistema de endorfinas en el cerebro realmente comiencen a funcionar mejor que el contacto físico.
“Y sospecho que eso es poco probable, a menos que abandonemos toda noción de tener relaciones románticas”.