Álvarez-Buylla se ha convertido en una especie de caricatura del presidente

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“Asistimos al desmantelamiento unipersonal de un aparato académico y científico que ha costado muchas décadas construir”, dijo este miércoles el doctor Antonio Lazcano, biólogo e integrante de El Colegio Nacional, durante la conferencia “Ciencia, Presente y Futuro”, del ciclo de Diálogos Ciencia y Cultura, donde participan científicos, escritores, artistas e investigadores.
 
En su exposición, el científico hizo un recorrido por la historia de la ciencia en México para luego recordar que la directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Álvarez-Buylla ha declarado “que hay que buscar alternativas a la ciencia occidental, racionalista, hegemónica y dominante, que produce resultados inútiles como la llegada a la Luna”. 
 
Sin embargo, Lazcano indicó que “entendemos más de la Tierra porque conocemos muy bien la Luna y abandonar una ciencia racionalista es sacrificar una de las grandes herencias de la Ilustración en aras de este misticismo basado en una visión populista”. 
  
Criticó también que Álvarez-Buylla haya incluido el concepto de “agenda de estado” en el Anteproyecto de Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, que aunque aún no se aprueba, no se sabe del todo en qué consiste ese término.  Y planteó la pregunta: ¿qué ha ocurrido con el Conacyt durante este gobierno?, para luego detallar: 
 
“El desmantelamiento del aparato administrativo del Conacyt. (Esta administración) se ha caracterizado por despedir a funcionarios de carrera, su substitución por personas elegidas por razones de incondicionalidad política, eso lo padecemos todos. La sustitución del análisis crítico de las administraciones anteriores por un recuento ideologizado pleno de rencores e inexactitudes. La doctora Álvarez-Buylla se ha convertido en una especie de caricatura del presidente Andrés Manuel López Obrador, que se le pasa hablando de los expresidentes y de los exfuncionarios y ella acusa hasta ahora, sin pruebas a las administraciones anteriores del Conacyt”.

Aunado a ello, advirtió que ha pasado desapercibida la inclusión de las fuerzas armadas en el Consejo General de Investigación Científica de Desarrollo Tecnológico y de Innovación. “Desde luego que las Fuerzas Armadas tienen un papel muy claro que hacer, pero no conozco instituciones de investigación que se hayan desarrollado en el Ejército o la Armada”. 

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Tras este diagnóstico, el científico, integrante de El Colegio Nacional, planteó una serie de alternativas como el reconocimiento de que el aparato científico mexicano debe estar insertado en el contexto internacional;  la garantía de la laicidad como elemento social en el desarrollo histórico de la ciencia; el desarrollo de políticas incluyentes de investigación que apoyen en el desarrollo de las ciencias sociales y las humanidades; el  reconocimiento de las ciencias naturales y exactas como parte integral de la cultura; que se garantice un desarrollo de la investigación que evite visiones ideologizadas y populistas —“aquí hay un populismo grotesco, ridículo, como de película de  charros”—; el reconocimiento pleno de la necesidad de definir y evaluar políticas científicas por parte de la comunidad;  la reformulación de políticas salariales, apoyos y estímulos; y finalmente, el incremento progresivo del gasto nacional en ciencia y tecnología hasta alcanzar el porcentaje recomendado por organismos internacionales, que es algo que está incluido ya en la Constitución y que es algo que tiene que impulsar toda la sociedad.
 
En la mesa participaron además el arqueólogo Eduardo Matos, el poeta David Huerta, el cineasta Nicolás Echevarría, el etnólogo Sergio Raúl Arroyo, la historiadora del arte Graciela de la Torre y el antropólogo e investigador Bolfy Cottom
 
Eduardo Matos utilizó una metáfora para comparar el momento actual de la ciencia y la cultura: están como la línea 12 del Metro:  “Hay un desmantelamiento total de la ciencia y la cultura, y por el momento es imparable, solamente a través de la crítica, como lo señaló Antonio Lazcano, quizás se vaya poco a poco concientizando más porque no creo que  vaya a haber cambios, ya lo han demostrado sobradamente, por parte de quienes tienen en sus manos todos estos asuntos. Al contrario, se van plegando cada vez más a esas posiciones, en ocasiones irracionales que están afectando tanto.  Me desespera un poco qué tendríamos que hacer para lograr un cambio para lograr un cambio, porque además, cuando se logre, va a ser dificilísimo poder encauzar el tren en lo que por años se había ido consolidando -con problemáticas y algunos aspectos negativos— pero se había consolidado un quehacer en el que veíamos cómo se preparaban para tomar en sus manos la investigación y muchas otras cosas, las nuevas generaciones. Da la impresión de que todo eso ha sido truncado. ¡Lo que va a costar tener que volver a encarrilar el tren! Ahorita es como la línea 12 del Metro: el Tren se vino abajo, habrá que levantarlo… ¡Pero a costa de cuantas cosas!”.
 
El etnólogo Sergio Raúl Arroyo retomó la propuesta de Antonio Lazcano de integrar las ciencias sociales y humanas: “Un ejercicio que se tiene que dar es la vinculación directa entre las disciplinas sociales, incluso el arte, y esto que hemos llamado las ciencias duras, sin eso pierde integridad el conocimiento humano, la propia acción institucional. Sin eso, vamos a vivir profundamente fragmentados”.

Para el etnólogo, actualmente los terribles problemas que se enfrentan en materia ecológica y de salud están completamente desligados, en muchos sentidos, de lo que actualmente se está concibiendo como esta “ciencia de izquierda”: “No hay en este espectro ambiguo, ideológico, una reflexión seria sobre estos dos aspectos, la salud y el medio ambiente; por el contrario, parece que hay una especie de carga contra  lo que se había hecho anteriormente”.
 
En el conversatorio, Antonio Lazcano destacó la extraordinaria respuesta de la comunidad académica para tratar de ayudar al país, en el tema de la pandemia; las propuestas de físicos, de artistas, pero advirtió que el Conacyt “ha carecido de una capacidad de difusión de la ciencia,  que en particular en el caso de la pandemia, no ha cumplido con  esa función esencial”. Agregó que quienes lo han cumplido, en cambio, son canales de televisión como el Once, el 22, o la UNAM o la UAM y sobre todo los jóvenes que se han metido a hacer difusión y discusiones en las redes sociales.
 
El dialogo se puede consultar, como las sesiones anteriores, en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=SaKZLG_4ZrA