Paz. Solidaridad. Respeto. Los Juegos Olímpicos representan algunos de los valores más sublimes de la humanidad. Pero, a veces, el drama deportivo requiere un poco de fricción.
Lilly King vs. Yulia Efimova – 100 metros pecho – Natación.
Esta rivalidad está hecha para la televisión y fue hecha por la televisión.
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En Río de Janeiro 2016, la estadounidense Lilly King estaba viendo la sesión preliminar de los 100 metros pecho donde competía la campeona del mundo, la rusa Yulia Efimova.
Rusia estaba en ese entonces en el centro de la controversia porque la Agencia Mundial Antidopaje había acusado un mes antes al país de tener una red de dopaje operada por el mismo Estado.
La misma Efimova había sufrido una sanción de 16 meses por uso de esteroides en 2014.
Cuando quedó primera en su serie, Efimova -ahora de 29 años- celebró alzando su dedo índice, aparentemente sugiriendo que seguía siendo la número uno.
King, detrás de escena, fue sorprendida por un camarógrafo negando con su dedo frente a la pantalla.
A la tormenta mediática que esto generó se sumó una declaración de la estadounidense haciendo referencia a la sanción de dopaje de Efimova en una entrevista brindada junto a la piscina olímpica.
En la final, la nadadora rusa debió soportar el abucheo de algunos de los presentes para luego ser derrotada por King en la búsqueda del oro.
Aunque la situación es menos tensa en la actualidad, todavía corre algo de mala sangre por las venas de ambas.
“¿Nos caemos bien? No realmente, pero a esta altura podemos ser civilizadas y estar en el mismo cuarto”, dijo King a la prensa en junio.
Luego añadió: “Siempre eres responsable de lo que pones en tu cuerpo. Haya sido un error o no, tú lo tomaste por tu propia voluntad, y eso es algo que no pienso olvidar”.
El incidente de la discordia en la historia de esta rivalidad se remonta a 2012.
En frente de 20.000 personas en París, el italiano Busa -que peleaba con un tobillo roto- logró una sorprendente victoria por el título de karate de hombres hasta 75 kilos.
En karate existe un protocolo tras los combates que implica un apretón de manos y una reverencia ceremonial.
En ninguna parte este protocolo habla de bailar entre ambos gestos el Gangnam Style, baile surcoreano muy popular en esos años.
Pero eso es lo que hizo un exhilarante Busa y lo que no puede olvidar el campeón mundial Aghayev, que fue bautizado como el “Maradona del Karate” por el presidente del organismo que lidera este deporte.
“Él comenzó a bailar enfrente de mí. Eso no me sentó bien y provocó que me encerrara en mí mismo por los siguientes seis o siete meses”, confesó el hombre de Azerbaijan.
“No somos amigos Aghayev y yo”, admitió Busa.
“Yo no me burlé de él, solo fue consecuencia de mi alegría que dejé salir. Lo respeto mucho, pero si decide burlarse de mí como revancha, no me importará”.
¿Qué clase de pasos de danza estará aprendiendo Aghayev? ¿La Macarena?
Cuando la holandesa Sifan Hassan ganó el título mundial de los 1.500 metros en Doha, en octubre de 2019, con el sexto registro más rápido de la historia, Laura Muir, quien llegó quinta, dijo que era imposible mirar ese resultado de forma aislada, sin observar el contexto.
Cuatro días antes, Alberto Salazar, el entrenador de Hassan, había sido sancionado por cuatro años debido a prácticas vinculadas al dopaje.
“Considerando las noticias de los últimos días, creo que hay algo oscuro”, dijo la atleta británica.
Hassan no estuvo de acuerdo, por decirlo de algún modo.
En una caldeada entrevista después de la prueba, negó cualquier posibilidad de que su desempeño haya estado manchado por una ventaja antideportiva y utilizó unos términos que nos obligaron a censurar algunas palabras.
Hassan llega a Tokyo 2020 en una forma sensacional, luego de barrer el anterior récord mundial de los 10.000 metros en junio, aunque su propio record fue roto dos días después por su rival etíope Letesenbet Gidey.
La Federación Holandesa de Atletismo la ha inscrito en las pruebas 1.500, 5.000 y 10.000 metros.
Muir ha decidido focalizarse en los 1.500 metros, renunciando a correr también la prueba de 800 metros, lo que podría darle cierta ventaja ante el esforzado calendario de su rival.
“Todo lo que queremos es un campo de juego limpio” dijo la británica.
Todos conocemos a Simone Biles, luego de que en Río, con 19 años, obtuviera cuatro medallas de oro, un registro que luego ampliaría con una seguidilla de títulos mundiales que la volverían, quizás, la mejor gimnasta de todos los tiempos.
Mykayla Skinner, tres meses más joven, también integraba ese equipo olímpico pero como atleta suplente. Luego admitiría que lloró “casi todas las noches de los Juegos de 2016”.
Luego de la cita olímpica de Brasil dejó la alta competición y es inscribió en la Universidad de Utah.