Habitat 67 por moshe safdie. 1967, Montreal, Canadá.
Se dice que las modas siempre vuelven. Esto aplica para la ropa, la música y el arte, y en el caso de la arquitectura, no hay otra corriente que ejemplifique esto mejor que el brutalismo.
Desde mediados del siglo XX, este estilo se volvió popular antes de alcanzar su punto más alto a mediados de los años 70, cuando se vino abajo al convertirse en un modelo de mal gusto.
¡SIGUE NUESTRO MINUTO A MINUTO! Y ENTÉRATE DE LAS NOTICIAS MÁS RELEVANTES DEL DÍA
Sin embargo, esto está cambiando ahora con un renovado interés y aprecio por un estilo arquitectónico que alguna vez fue ridiculizado.
Conocida por su uso del acero y concreto reforzado funcional, elementos modulares y sensación utilitaria, la arquitectura brutalista se usó principalmente para edificios institucionales.
También se utilizó en importantes edificios residenciales con el fin de abordar racionalmente la crítica necesidad de vivienda.
Imponentes y geométricos, los edificios brutalistas tienen una calidad gráfica distintiva que es parte de lo que los hace tan atractivos hoy en día. Pero, ¿por qué el brutalismo se llama brutalismo? ¿Es por su apariencia “brutal” y áspera? La palabra brutalismo no proviene de su estética dura, sino del material del que está hecho.
Béton brut es un término francés que significa “hormigón en bruto” y también se utiliza para describir la famosa estética conocida como arquitectura brutalista.
Asociado con escuelas, iglesias, bibliotecas, teatros y proyectos de vivienda social, el brutalismo a menudo se entrelaza con la teoría urbana del siglo XX que miraba hacia los ideales socialistas.
Con la necesidad de construir después de la Segunda Guerra Mundial, el brutalismo se extendió por todo el mundo, pero tuvo una fuerza particular en el Reino Unido y los países comunistas de Europa del Este, donde a veces se usaba para crear una nueva arquitectura nacional socialista.
El brutalismo y la arquitectura brutalista fueron influenciados por todos estos problemas de la posguerra y la idea modernista de que un diseño racional podía producir la mejor arquitectura.
Si estás familiarizado con la historia de la arquitectura, podrías pensar que muchas de estas ideas parecen superponerse con el modernismo.
El brutalismo es en realidad una rama específica de la arquitectura moderna. Dado que es tan distinto, algunos creen que debe ser un ejemplo de arquitectura posmoderna en respuesta a estilos anteriores, pero esto no es cierto.
Es, como la mayoría de los estilos modernos, un estudio sobre la solución más simple posible a un problema espacial o programático.
También tuvo conciencia sobre la integridad o la honestidad al expresar el material utilizado en la arquitectura, de ahí el uso de muros de hormigón, a menudo en blanco.
Los orígenes del brutalismo
Algunos creen que el amor del arquitecto francosuizo Le Corbusier por el concreto fue el punto de partida del brutalismo.
La Unité d’Habitation en Marsella, Francia, fue su primer proyecto en una década, después de que la Segunda Guerra Mundial lo hiciera pausar su profesión.
Completado en 1952 y construido con el fin de ser una vivienda para la clase trabajadora, el diseño de Le Corbusier exigía un marco de hormigón reforzado gigante para que pudiese acomodar apartamentos modulares.
El gigantesco complejo, que podía albergar hasta 1,600 personas, carecía en gran medida de elementos decorativos y abriría el camino para futuros proyectos brutalistas.
El término brutalismo en relación con la arquitectura fue acuñado por el arquitecto sueco Hans Asplund para describir una casa cuadrada llamada Villa Göth en 1949.
El brutalismo comenzó oficialmente alrededor de esta época y se extendió rápidamente.
Este estilo fue adoptado por los arquitectos de Inglaterra, donde fue perfeccionado por Alison y Peter Smithson. Juntos, son mejor conocidos por el complejo de viviendas Robin Hood Gardens al este de Londres.
Completado en 1972, este complejo se construyó con losas de hormigón prefabricado y aunque se hizo con los ideales de los Smithson para una vida perfecta en mente, nunca estuvo a la altura de sus objetivos.
En 2017, el bloque oriental fue demolido como parte de un plan de remodelación. Como ejemplo de lo lejos que ha llegado el brutalismo, el Museo Victoria and Albert adquirió tres pisos del edificio demolido.
La caída del brutalismo
Con la llegada de la década de 1980, el brutalismo cayó en desgracia. Esto se debió en parte a la naturaleza fría y austera de esta corriente arquitectónica, que a menudo era asociado con el totalitarismo.
Otro punto contra el brutalismo fue que el hormigón crudo usado en las construcciones se deterioró mucho con el paso del tiempo, con marcas de daños por el agua y desgaste general que hundían la estética lograda años antes.
El escritor británico Anthony Daniels, quien usa el seudónimo Theodore Dalrymple, dijo que el hormigón crudo del brutalismo es “monstruoso”, señalando que “no envejece con gracia, sino que se desmorona, se mancha y se descompone”.
El autor culpó a Le Corbusier por el amor de los arquitectos hacia el concreto, afirmando que “uno de sus edificios, o uno inspirado por él, podría arruinar la armonía de todo un paisaje urbano”.
Además de las marcas del paso del tiempo en el hormigón, el brutalismo parece ser especialmente odiado.
Esto se debe a que, en ese momento, las ciudades luchaban por hacer frente a la necesidad de viviendas eficientes y fáciles de construir. Dado que la vivienda es un problema tan complejo, los proyectos de vivienda despertaban tensiones al enfrentarse a problemas de mantenimiento, crimen y más.
El brutalismo llegó a simbolizar la decadencia urbana, poniendo a la vista de todos las dificultades económicas.
El hormigón crudo también fue un lienzo perfecto para los artistas del graffiti, cuyo vandalismo solo contribuyó al declive de estas estructuras. A lo largo de los años 80, este estilo abrió camino a la arquitectura de alta tecnología y al deconstructivismo, que en su lugar darían paso a la arquitectura posmoderna.
Incontables edificios brutalistas han sido demolidos desde que este estilo pasó de moda en los años 80. Mientras que algunos los consideran monstruosidades, muchos otros creen que su destrucción es perder una parte de la historia y un ejemplar de buena arquitectura. Aún así, todavía se pueden encontrar muchos ejemplos de brutalismo en todo el mundo, especialmente en Londres y varias ciudades de Estados Unidos y Canadá.
La nueva apreciación del brutalismo
En los últimos cinco años, ha aparecido un nuevo aprecio por el brutalismo. Libros como SOS Brutalism: A Global Survey, How to Love Brutalism, Soviet Bus Stops y This Brutal World celebran el arte detrás de este estilo arquitectónico. Virginia McLeod, editora del Atlas of Brutalist Architecture de Phaidon, notó por primera vez este nuevo interés en el brutalismo en Instagram.
“Noté cada vez más interés en la arquitectura brutalista” dice McLeod. “A la gente le entusiasmó, y les encantó su calidad gráfica”.
El hashtag #brutalism tiene más de 500,000 imágenes y los grupos conservacionistas buscan resguardar ejemplos de arquitectura brutalista, que con frecuencia son demolidos sin pensarlo dos veces.
Incluso se están construyendo nuevos proyectos brutalistas con distintos volúmenes de hormigón monumentales, aunque este renacimiento a menudo es llamado “neobrutalismo“.
Nadie sabe exactamente por qué el brutalismo se ha puesto de moda una vez más, pero Brad Dunning de GQ tiene una teoría interesante.
“El brutalismo es la música tecno de la arquitectura: rígida y amenazadora. Los edificios brutalistas son caros de mantener y difíciles de destruir.
No pueden ser remodelados o modificados fácilmente, por lo que tienden a permanecer como pretendía el arquitecto.
Tal vez esta corriente se ha puesto de moda de nuevo porque la permanencia es particularmente atractiva en nuestro mundo caótico que parece caerse a pedazos”.