Santiago Caruso, crea trazos que desnudan

“Qué pasa cuando el horror está dentro de la corporalidad de lo normal; cuando la violencia y lo espantoso, lo que debería escandalizarnos, pasa a formar parte de la propia naturaleza: ya no se le puede señalar como algo distinto. Por eso yo trabajo con figuras cuya cáscara se rompe. De lo que se habla es de trascender aquello de confección, quiénes somos en esa piel”.

Éste es uno de los pensamientos que está detrás de las figuras del ilustrador argentino Santiago Caruso (1982), según comentó en su reciente visita a México; lo que se descubre al observar ejemplos de su obra en portadas de títulos como Libros de sangre (Valdemar), de Clive Barker.

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Hay algo inevitablemente doloroso en trascender la propia figura de uno y poder comprenderse o acceder a una dimensión corporal distinta. Implica ponerse en un estado de vulnerabilidad”, afirmó el artista visual, considerado uno de los más destacados en Latinoamérica, quien ayer cerró su participación en la tercera edición de la Feria Internacional del Libro de los Universitarios (Filuni).

Tras una visita previa a Guadalajara, Caruso presentó en la UNAM su artbookMateria oscura, un libro editado por él en su totalidad, en el que no sólo muestra una selección de su trabajo durante los últimos 15 años, sino que hilvana este compendio visual con breves poemas, también de su autoría.

El creador explica, en entrevista con un Diario de circulación nacional, que el título del volumen alude a una idea propia de la astrofísica, la que destaca que todo lo que se sabe sobre la materia en el cosmos es a partir del estudio de la luz.

Así, “lo que podemos pensar y conocer a partir del mundo, se ha construido con base en lo que podemos percibir, a partir del orden único, que es la luz”, indica.

Reitera que tomó lo de “materia oscura” como “un concepto para tener una materialidad abstracta que atravesara todas las imágenes, una sustancia que sostiene todo lo que vemos.

Es lidiar con ese vacío, hacer cuerpo con esos fragmentos que en el vacío existen, porque el vacío no está vacío, no existe la nada, hay partículas y hay átomos dispersos. La idea es construir cuerpos a partir de esa sustancia y hablar de todo lo otro que es eliminado, lo que está por fuera sosteniendo ese orden”, agrega.

UN VIAJE HACIA LA OSCURIDAD

El libro sería entonces, añade Caruso, “un viaje hacia la oscuridad, la interioridad y la exterioridad, para desnudar eso que está velado”.

Señala que dicha materia oscura también puede verse  metaforizada en su técnica de esgrafiado.

Hay una mancha de tinta y le asignas una profundidad. Es navegar en ese espacio atmosférico, íntimo y también exterior si piensas en la noche y cómo se comportan los cuerpos en esa espacialidad. Es empezar a desvelarlos de esa capa oscura de tinta sobre fondo blanco, volver a traerlos”, asegura.

Durante este proceso, prosigue, “improviso mucho, y pasa que la idea está viva, prefiero la torpeza de eso que se va haciendo realmente ahí, porque yo no tengo mucha idea de lo que va a pasar”.

Caso contrario le sucede con la acuarela, la cual considera que “es una técnica femenina, y es quizás en donde más trabajo el dibujo y el instante previo, porque implica que uno componga la imagen antes, ya que uno va cuidando esas formas, del claro al oscuro”.

Caruso, quien fue invitado por Mike Mignola para ilustrar la historieta Abe Sapien, un spin-off de Hellboy, detalla que comenzó a escribir porque quería crear canciones.

No le encontré la vuelta a cómo construir el sonido para la poesía que estaba haciendo. Empecé a trabajar poemas más libres, aunque no me resulta muy cómodo escribir, siempre lo hago desde la incomodidad”, dice.

Por lo demás, reflexiona, para preparar algo todos pensamos en términos de palabras. “Después, lo que hay son sensaciones, imágenes que te vienen; en este sentido, sí hay una traducción de una idea pensada a cómo se dice con la imagen. Y también la imagen tiene una ortografía y una sintaxis”.

Su libro Materia oscura tiene la particularidad de estar representado por un sello editorial que Caruso inventó a manera de fachada y cuyo nombre es El Aguijón de la Noche, y que previamente se trata de encuentros organizados por él, donde el espacio creativo es meramente presencial, mezclando música en vivo mientras pinta improvisando y alguien recita un texto seleccionado.

Aquí, lo que se propone es “un estado de vulnerabilidad, íntimo, de prueba y error. La palabra dicha funciona de otra forma que leída, en un plano horizontal y sin escenario”, añade.

En opinión del artista, lo importante de estos encuentros es que “implica poner el cuerpo, porque es lo que hay que hacer ahora: trascender ese espacio de comodidad de lo digital”.

Entre los proyectos que el ilustrador tiene en puerta, adelanta, planea dibujar para La cruzada de los niños, de Marcel Schwob, con la editorial Alboroto; sello que está a punto de publicar Cuentos malévolos, de Clemente Palma.

Y finalmente, narra, Alma Ediciones lanzará El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, ilustrado por él.