La familia del expresidente Porfirio Díaz Mori (1830-1915) puede solicitar formalmente al gobierno mexicano que le tribute honores militares al oaxaqueño en el marco de su centenario luctuoso, que se conmemorará el 2 de julio de 2015, afirma José Manuel Villalpando (1957).
El estudioso del político y militar que gobernó a México durante más de tres décadas, a principios del siglo XX, explica en entrevista que si bien el Reglamento Ceremonial Militar no prevé honores a los expresidentes, existen tres precedentes a los que la familia de Díaz puede apelar.
El Reglamento Ceremonial contempla que se rindan honores militares en el caso de un presidente en ejercicio, pero no prevé el caso de los expresidentes; sólo dice que cualquier otra persona podrá merecerlos a juicio del Alto Mando, el Comandante Supremo, o sea, el presidente en turno es quien puede decidir”, comenta.
El divulgador de la Historia detalla que los tres expresidentes de México que han recibido honores fúnebres militares son Miguel Alemán Valdés (1900-1983), Adolfo Ruiz Cortines (1889-1973) y Miguel de la Madrid Hurtado (1934-2012). El homenaje póstumo de los dos primeros fue durante el sexenio de De la Madrid (1982-1988), y el del tercero el 2 de abril de 2012, a cargo del entonces presidente Felipe Calderón.
Eran expresidentes, exjefes de Estado, que fallecieron como expresidentes y se les tributaron honores militares. Entonces, a estos precedentes podría acogerse la familia de Díaz para pedir que también se le tribute honores militares a quien fue uno de los héroes de la Segunda Intervención Francesa y de la Batalla de Puebla”,
El abogado por la Escuela Libre de Derecho señala que la repatriación del cadáver de Díaz, quien murió exiliado en París, Francia, y fue sepultado en 1921 en el cementerio de Montparnasse, es un tema separado de los honores póstumos que podrían solicitar sus descendientes.
No sé si la familia de Díaz vaya a intentar de nuevo regresar sus restos mortales y enterrarlos en Oaxaca, como era el deseo del expresidente. Ya en la década de los 60 hubo gestiones para traer su cadáver. Y siempre se argumentó que es un asunto privado, que no es de la injerencia del gobierno, que es algo que deben resolver los descendientes, quienes tienen libertad plena de traer los restos de su antepasado o no”, añade.
Al autor de 34 libros le tocó participar directamente en dos intentos anteriores de repatriar los restos de Díaz: en 1995 y en 2010. En la primera, recuerda, se constituyó una asociación pro retorno de los restos del general que, entre otras cuestiones, le encargó a él verificar en París tanto el estado de la sepultura como las posibilidades físicas del traslado del expresidente.
Tuve la suerte de descubrir en los archivos de la Policía de París que los restos de Díaz habían sido embalsamados. Es decir, el cadáver del general está completo. También comprobamos que los restos se encuentran en su tumba en Montparnasse, que nunca han sido movidos de ella y que fueron sepultados ahí hasta 1921, porque originalmente estaban en sepultura provisional en la iglesia de Saint-Honoré”, narra.
Villalpando detalla que en 1995 la oportunidad de repatriar el cadáver de Díaz se frustró. “En ese momento, uno de sus bisnietos, Porfirio Díaz Pizarro, puso algún recurso legal en contra de muchas personas, incluyéndome, pidiendo regalías económicas por el uso de la figura del general.
Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en un amparo que se promovió, decretó y falló a favor de la Historia, señalando que las figuras públicas no generan derechos económicos a favor de personas privadas, sino que hay libertad de investigación histórica en México”, indica.
Ya en 2010, prosigue, “estando yo a cargo del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), que por decreto es el órgano de consulta oficial del gobierno mexicano en materia de Historia, el gobierno de la República recibió varias solicitudes de ciudadanos que pedían el retorno de los restos de Díaz justamente en el año del centenario de la Revolución mexicana.
Me fueron turnadas estas consideraciones, estas consultas, para ser resueltas y emitir la opinión del gobierno federal. Yo la emití en el sentido, primero, de que no era oportuno la traída del general en ese año porque Díaz, en su tozudez, fue la causa de la Revolución mexicana. Así que no sólo era impolítico, sino que verdaderamente negatorio del hecho fundamental que era celebrar el nacimiento de México a través de la Revolución. Y, en segundo lugar, argumenté que finalmente traer los restos mortales de una persona, sea personaje histórico o no, es un asunto privado y particular”, dice.
El actual secretario académico de la Escuela Libre de Derecho está seguro de que las peticiones de los mexicanos sobre la repatriación de los restos de Díaz irán en aumento de aquí a un año, y también la polémica.
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