Los primeros tres años de vida son trascendentales para niñas y niños, debido a que es justo en este periodo cuando su talla y peso aumentan en forma más importante, además de que tiene lugar el crecimiento de su sistema nervioso. Aunque hay factores que alteran este proceso, afortunadamente la mayoría pueden evitarse. ¿Quieres saber cómo?
Bajo crecimiento infantil, Dieta infantil
Uno de los mayores sueños de todos los padres es, sin lugar a dudas, ver crecer a sus hijos sanos y felices, por lo que es muy común que la mayor parte de su esfuerzo y empeño se dirija a cumplir con este noble objetivo. Sin embargo, y a pesar de las buenas intenciones, una pareja puede incurrir en errores que afectan el crecimiento de sus pequeños.
Concretamente, la presencia de baja talla y peso en un pequeño respecto a parámetros establecidos mundialmente tiene su origen en deficiencias nutricionales que, a su vez, se deben tanto a factores culturales como a desconocimiento, sin descartar que en gran número de los hogares mexicanos se carece de sólida base económica.
Es la opinión del Dr. Rogelio Mac Kinney, especialista del hospital Médica Sur, en la Ciudad de México, quien explica que el cuidado de la dieta del niño, incluso desde que se encuentra en el vientre de la madre, se traduce no sólo en estatura ideal de acuerdo a la complexión y edad del menor, sino que también “le ayuda en el crecimiento de la masa cerebral y en el desarrollo de habilidades, de modo que el infante pueda explotar el potencial genético con que está dotado”.
Por ello, el también facultativo de Medicina Pediátrica en el Centro Médico La Raza añade que los padres deben hacer lo posible por informarse y conocer cuáles son los alimentos más convenientes para nutrir a su hijo, dando preferencia a la calidad que a la cantidad, y a qué edad se le deben dar para obtener el mejor provecho.
Parámetros de crecimiento
El Dr. Mac Kinney comenta que existen tablas estandarizadas, aceptadas a nivel internacional, que sirven para dar seguimiento al peso y talla de los infantes (cada mes o trimestre), lo que permite apreciar si su crecimiento se ajusta a los parámetros normales. De esta manera, tanto pediatras como padres de familia cuentan con una herramienta de gran utilidad en la vigilancia de la salud de los pequeños.
Al respecto, precisa que “antes existían curvas de crecimiento diseñadas para niños mexicanos, pensando que eran muy diferentes a los nacidos en otros países, pero actualmente se trabaja con tablas internacionales porque hemos visto que nuestra población infantil se ajusta a los mismos parámetros que se manejan en Inglaterra, Escocia o Estados Unidos, siempre que se tenga buen estado nutricional”.
Ante todo, especifica que el seguimiento más estricto debe darse dentro de los primeros tres años de vida, y que las únicas variaciones notables se dan entre pequeños de distinto sexo, ya que “habitualmente los niños crecen un poco más rápido que las niñas”.
Aproximadamente, los valores de crecimiento en los primeros tres años de vida son los siguientes:
Al nacer, las niñas miden 49 centímetros y pesan 2.800 kilogramos, en tanto que los niños miden alrededor de 50 centímetros y pesan 3 kilogramos.
Cuando cumplen su primer año, ellas tienen 74 ó 75 centímetros de estatura, y pesan entre 9 y 10 kilogramos, y ellos alcanzan 76 ó 78 centímetros de altura y peso de 9.500 a 10.500 kilogramos.
En el segundo año, las pequeñas miden de 84 a 85 centímetros y pesan alrededor de 12 kilogramos, mientras que los chicos miden 85 u 87 centímetros y pesan poco más de 12.500 kilogramos.
Con 3 años cumplidos, las niñas miden 92 ó 93 centímetros y pesan poco más de 14 kilogramos; los niños, por su parte, miden 94 ó 95 centímetros y pesan aproximadamente 14.500 en promedio.
Aunque estos valores cambian ligeramente y dependen también de la complexión de los infantes, permiten apreciar que la velocidad del crecimiento “va disminuyendo poco a poco; al principio es muy rápido y, de hecho, en los primeros tres meses se duplica el peso con que nació, en tanto que para volver a aumentar en idéntica proporción se requieren 9 meses. De igual manera, en el primer año los pequeños aumentan su estatura 25 centímetros o más, y para el segundo sólo la mitad”.
El crecimiento continúa durante toda la infancia, de eso no cabe duda, pero ocurre a un ritmo más moderado, y sólo volverá a alcanzar cifras considerables hasta la pubertad.
Pero más allá de esto, la existencia de parámetros establecidos y el seguimiento constante de peso y talla del infante, dice el pediatra, “son de gran utilidad porque permiten detectar dificultades incluso desde el momento de nacer, ocasionados por problemas placentarios o de alimentación que se presentaron en el útero”.
Así, el Dr. Rogelio Mac Kinney describe que “por ejemplo, si una mujer embarazada tiene problemas en la glándula tiroides y debido a esto bajan continuamente sus niveles de azúcar, entonces disminuirán los depósitos de grasa de su bebé y puede nacer delgado.
En cambio, el hijo de madre con diabetes o con altos niveles de azúcar en sangre por consumir muchos alimentos será obeso, ya que cuenta con más fuentes de energía”.
Así, el especialista hace la observación.
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