PRETEXTOS.- Las declaraciones de Horacio Sánchez Unzueta, acerca de que la operación de grupos criminales en el Centro Histórico han entorpecido la ejecución de los trabajos de restauración de ese perímetro de la Capital potosina que le fueron encomendados, tienen el único propósito de justificar su propia inoperancia, ineficiencia y quizás desvío de importantes cantidades de dinero, como responsable de la administración de millonarios fondos federales, destinados a esas obras. No son sino una cortina de humo para ocultarse en ella, debido a los graves delitos que se han cometido con la gestión de esos recursos.
MOLESTIA.- No hace mucho la Secretaría de Turismo hizo saber su malestar por la mala calidad de las obras realizadas en la calle de Arista, además de la demora con que fueron hechas. Por eso, deslizó la amenaza de que dichos trabajos le serían arrebatados al Gobierno del Estado, que los ejecuta a través de Horacio Sánchez Unzueta, y encomendados a una constructora del Fonatur, especialista en la recuperación de sitios históricos, como la ciudad de Zacatecas. Quizás por ello el presidente Enrique Peña Nieto suspendió una visita a esta Capital potosina, anunciada por el propio gobernador Fernando Toranzo Fernández.
AUDITORÍA.- Lo que debe hacerse es una detallada auditoría a la administración de millonarias cantidades de dinero, puestas en manos de Horacio Sánchez, quien como sabemos es totalmente neófito en la gestión de obras civiles, así como en el registro de cuentas, pues sus habilidades sólo son andar de grillo priista. Con sus irresponsables declaraciones acerca de que el crimen organizado le ha impedido hacer su trabajo, solamente busca justificarse ante la fuerte crítica de los dueños de negocios del Centro Histórico por el quebranto sufrido y la crisis en la vida comercial de ese perímetro, ocasionada por las obras encomendadas a Horacio Sánchez.
DENUNCIAS.- Luego de que Horacio Sánchez difundiera en notas periodísticas la supuesta operación de grupos criminales en el Centro Histórico, a fin de disculpar la demora en la ejecución de obras en esa zona y quizás el desvío de millonarias cantidades de dinero que le fueron confiadas, ahora lo que ha seguido es la exigencia de los propios comerciantes establecidos, y hasta del jefe policiaco José Luis Urban Ocampo, de que vaya a presentar las denuncias ante las autoridades correspondientes y entregue la información en su poder. De lo contrario pasarán dos cosas con él: o es cómplice o es simplemente bocón.
COMPROMETIDO.- Quien sí debe de estar molesto y preocupado por la administración de millonarias cantidades de dinero del gobierno federal para la restauración del Centro Histórico de San Luis Potosí, es el presidente Enrique Peña Nieto. Estos trabajos fueron asumidos como compromiso de campaña por el ahora jefe de la Nación y él ha cumplido puntualmente con su parte, al entregar los recursos en manos del gobierno del Estado, junto con su confianza. Sin embargo, la supervisión que ordenó realizar sobre los trabajos ejecutados en la calle de Arista le informó que fueron de mala calidad y a precios muy elevados.
PRESIDENTE.- Uno de los signos más evidentes que mostrarían cómo el presidente Enrique Peña Nieto está decepcionado con la ejecución de los trabajos de restauración del Centro Histórico de esta Capital potosina, fue la interrupción de la visita que haría y que fuera anunciada por el gobernador Fernando Toranzo Fernández. Aparentemente el jefe del Ejecutivo federal inauguraría los trabajos de la calle de Arista, además del libramiento que construía el fallecido Vicente Rangel Lozano. Sin embargo, la muerte de éste, así como el informe recibido sobre las obras, debieron haberle llevado a tomar la decisión de suspender la visita.
PROCÓNSUL.- Como si fuese un Procónsul romano, investido como en aquellos tiempos por pura decisión personalísima por el Cónsul para administrar territorios del Imperio, Horacio Sánchez dispone de muchos más recursos para realizar obras en esta Capital que las propias autoridades constitucionalmente electas, como es por caso el presidente municipal. Sin que nadie lo hubiese elegido ni hubiese surgido de consenso alguno, este personaje mandó instalar su propio Palacio, justo frente a los edificios donde residen los poderes: el de Gobierno del Estado, el del Ayuntamiento y el de la Iglesia. Total, nadie le pide cuentas… hasta hoy.
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