El primer gesto de mi visita pastoral es el encuentro con vosotros, de la Casa prisión de Castrovillari, dice Francisco.
En este momento me gustaría expresar la cercanía del Papa y de la Iglesia con cada hombre y cada mujer que se encuentra en prisión, en cualquier parte del mundo. Jesús ha dicho:
“Estaba en la cárcel y habéis venido a verme”. Bergoglio no ha usado nunca la palabra “detenidos”, presente en el discurso previsto, sino que siempre ha llamado “amigos” a los encarcelados presentes en la estructura.
“En las reflexiones que tienen que ver con vosotros –ha continuado el Pontífice– se subraya el tema del respeto de los derechos fundamentales del hombre y la exigencia de correspondientes condiciones para cumplir la pena”. Este aspecto de la política penitenciaria es “ciertamente esencial”, subraya Bergoglio, y la atención a propósito debe permanecer siempre alta. Pero tal perspectiva “no es suficiente si no viene acompañada y completada por el trabajo concreto de las instituciones con el objetivo de una efectiva reinserción en la sociedad”. Cuando esta finalidad viene descuidada, “la ejecución de la pena queda degradada como mero instrumento de punición y represalia social, a su vez dañosa para el individuo y la sociedad”.
Los ha saludado a todos, uno por uno. Como primera parte de su viaje en Calabria, Francisco ha visitado a los 180 detenidos de la cárcel de Castrovillari, entre los cuales se encontraba Nicola Campolongo, el padre de Cocó, el niño de tres años asesinado por un ajuste de cuentas entre clanes, víctima inocente de la violencia inhumana de la criminalidad organizada, y Dudu Nelus, el rumano de 27 años acusado de ser el responsable del homicidio de don Lazzaro, el sacerdote asesinato en Cassano hace algunos meses.
Durante el encuentro con el padre y otros familiarias de Cocó Campolongo, que han roto a llorar, el Papa ha insistido: “Nunca más violencia sobre los niños, que nunca más suceda que un niño deba vivir este sufrimiento, rezo continuamente por él, no desesperéis”.
Delante de su parroquia fue instalada ayer una estrella en su recuerdo: Bergoglio se parará allí para rezar. “Hablando aquí en la cárcel de Castrovillari es como si el Papa hablara a todos los detenidos de las cárceles italianas”, explica el obispo de Cassano Jonio, Nunzio Galantino. Nada más bajar del helicóptero, el Papa ha sido rodeado por el afecto de la gente al grito de “Francisco, Francisco”.
Un grupo de discapacitados lo ha recibido a la entrada de la cárcel. El Pontífice les ha saludado uno por uno y ha entrado en la prisión. Pasando entre la gente que estaba cognregada, ha cogido en brazos algunos niños y les ha besado en la frente. “Una verdadera y completa reinserción de la persona no sucede al final de un camino solamente humano. En este camino es importante también el encuentro con Dios, la capacidad de dejarse ver por Dios que nos ama, que es capaz de comprendernos y de perdonar nuestros errores”, puntualiza Francisco.
El Señor es un maestro de la reinserción: nos toma la mano y nos lleva en sociedad. El Señor siempre perdona, siempre acompaña, siempre comprende; a nosotros nos corresponde dejarnos comprender, dejarnos perdonar, dejarnos acompañar”.
Y desea “a cada uno de vosotros que este tiempo de detención no sea en balde, sino que pueda ser un tiempo precioso durante el cual pedir y obtener la gracia de Dios.
Así contribuiréis a hacer de vosotros mejores personas que antes, pero al mismo tiempo, mejoraréis también a la comunidad, porque, para bien o para mal, nuestras acciones influyen sobre los demás y sobre toda la familia humana”.
Un recuerdo con afecto lo dirige “en este momento a vuestros familiares.
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