Los relámpagos han existido desde los albores de los tiempos, pero sus causas siguen siendo un enigma.
Una nueva investigación propone que la respuesta podría yacer en partículas solares de alta energía que penetran la atmósfera e ionizan el aire, es decir, lo liberan de electrones.
Según explican los científicos, durante una tormenta, las nubes se cargan eléctricamente por la colisión interna de partículas microscópicas ‘de hielo’, y por corrientes de aire que separan las cargas negativas y positivas.
Normalmente, el aire aquí funciona como un buen aislante e impide que los electrones vuelvan a saltar, para así equilibrar las cargas electrostáticas, pero, si se forma una vía de moléculas de aire ionizado, esta puede fungir como un conductor entre distintas partes de la nube o entre la nube y el suelo. Como resultado, ocurre un rayo.
Pero, ¿por qué? Los científicos aún no están seguros de a partir de qué se inicia la formación de tal vía.
En presencia de campos eléctricos suficientemente fuertes, los aislantes se descomponen de manera espontánea y se convierten en conductores, aunque muchos expertos consideran que la atmósfera simplemente ‘no puede’ alcanzar los cientos de miles de voltios o más requeridos para producir un relámpago.
Por eso, han estado buscando explicaciones alternativas.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Reading, en el Reino Unido, ahora dice que el viento solar juega un papel.
Según ellos, conforme las partículas de viento solar de alta velocidad viajan por el espacio, pueden llevar a un reforzamiento localizado del campo magnético, lo que empuja a algunas de las partículas a velocidades aún mayores. Contrario a las que viajan a menor velocidad, estas otras, llamadas partículas energéticas solares (SEP, por sus siglas en inglés), si tendrían la energía suficiente para penetrar el campo magnético de la Tierra y viajar por la atmósfera, hasta altitudes donde se forman las nubes de tormenta.
Ahí sería -afirman los investigadores- donde podrían chocar con átomos del aire y generar una cascada de partículas de energía alta, en una “descomposición desenfrenada” que sería suficiente para desencadenar relámpagos, asegura Christopher Scott, científico espacial que encabezó el último estudio y quien, junto a su equipo, presentó esta semana los resultados de su trabajo en la revista Cartas de Investigación Ambiental.
La idea de una descomposición desenfrenada fue propuesta en 1992 por Alexander Gurevich, especialista del Instituto Físico Lebedev, en Moscú.
Su teoría era que los relámpagos los “sembraban” los rayos cósmicos, que se originan fuera del sistema solar y que pueden tener mucha más energía que las partículas de viento solar.
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