Los ajos y sus propiedades mágicas

El ajo es una planta de origen asático formada por un bulbo o cabeza que tiene de 11 a 15 dientes cada una. Su nombre deriva del latín halum que viene de halare, dar olor.
El ajo y la cebolla están considerados alimentos-medicamentos.
Egipcios, romanos, griegos y vikingos empleaban estos dos alimentos para ayudar a liberar las toxinas del organismo. También se lo recetaba a los enfermos mentales o para curar infecciones o en problemas respiratorios.
Los romanos lo esparcieron por las tierras conquistadas y los soldados lo comían para que les proporcionara más coraje y vigor en las batallas.
El ajo junto con la cebolla están considerados dentro de los vegetales curativos más importantes.
En estos últimos años se trata de revivir estos conceptos y darle nuevamente su importancia y difusión a este vegetal dado que con los años fueron perdiendo vigencia.
Al igual que a tratar de educarnos para estimularnos en su consumo brindándonos mucha más información sobre todas sus propiedades.
Actúa como medio preventivo y curativo en las distintas enfermedades. Por lo tanto, una vez recopilada esta información después de muchos artículos leídos en distintos textos y revistas que consideramos serios creemos que lo importante no es tenerlas guardadas sino difundirlas para que sirvan a su vez de ayuda a todo aquél que la necesite.
El ajo ayuda a prevenir y curar todas las enfermedades de las vías respiratorias
e utiliza para eliminar parásitos y en estos casos el jugo del ajo es uno de los mejores remedios. Aún en las especies difíciles de expulsar se obtienen resultados sorprendentes. Ayuda a quienes padecen de ácido úrico y actúa como protector en la calcificación de las arterias. Previene la hipertensión y la mala circulación ya que posee una acción hipotensora. Con respecto a estas patologías detallamos a continuación un producto casero llamado Licor de ajo que ayuda en estas situaciones.
200cc. de alcohol etílico
50cc. de agua hervida y fría
50 gramos de ajo bien picado (aproximadamente una cabeza)
Se coloca todo en un bollón cerrado y se deja en la heladera durante 10 días.
Cada día y medio se bate enérgicamente. Luego se cuela y se puede guardar en la heladera.
Se hacen 2 tomas. Una de mañana y una de tardecita mezclando 15 gotas en 1 cucharada de jugo de limón.
Se puede tomar esta toma en los meses de verano hasta el otoño.
Es además estimulante, diurético y expectorante.
Ayuda a eliminar los viejos residuos que van quedando en el organismo.
Sus enzimas favorecen una buena síntesis de los ácidos grasos ayudando a bajar el colesterol malo o LDL.
Tiene un alto contenido de fósforo y de azufre por eso se destaca como un sedante especial para los nervios.
Investigaciones realizadas en Japón afirman que que se ha utilizado con éxito en el tratamiendo del cáncer digestivo, disminuyendo la incidencia de esta enfermedad.
Aconsejan comerlo crudo ya que cocido pierde más del 90% de su efectividad.
Aunque hoy día existen otras alternativas que permiten introducir el ajo como medicamento. Y son las llamadas perlas de ajo que concentran lo mejor de este alimento sin que su sabor ni olor nos afecte manteniendo sus virtudes curativas. También se aclara que este producto no está totalmente comprobado su eficacia a nivel científico.
Según información sacada del libro Consejero de Medicina Natural, el ajo produce mal aliento y transpiración desagradable sólo por un corto período de tiempo.
Mientras las toxinas acumuladas son expulsadas del organismo.
Una vez liberadas éstas ya no se despide mal olor, ni en el aliento, ni en la transpiración, ni siquiera en la orina y las deposiciones.
Esto se debe a que ese olor desagradable que se atribuyen a los ajos no es debido a los ajos propiamente dicho sino a las toxinas acumuladas en el organismo que al combinarse con los activos principios eliminadores del ajo, despiden ese olor desagradable.
Esto se puede entender fácilmente con este ejemplo.
Una persona que practica una alimentación sana y natural donde el ajo ocupa un lugar preferencial no desprende ese olor tan desagradable que se le atribuye al ajo. Sí ocurre en aquellas personas que comen ajo, pero a su vez continúan con una mala alimentación basada en alimentos ricos en grasas, embutidos, bebidas alcohólicas, etc. En estos casos lo que sucede es que el ajo continua constantemente eliminando toxinas producidas por la mala alimentación y es justamente la constante eliminación de estas sustancias la que producen ese olor desagradable, no el ajo.
Podemos comenzar para acostumbrarnos, con uno o dos dientes de ajo, que lo podemos acompañar con un pedazo de pan, masticándolos bien. Luego, de a poco, aumentaremos hasta llegar a cuatro o cinco. La cantidad depende de la tolerancia de cada persona, hay quienes llegar a comer hasta una cabeza entera sin molestias y con grandes resultados.
A muchas personas se le dificulta su tolerancia debido a las sustancias sulfuradas que se manifiestan en el aroma tan característico. Esto es lo que puede provocar cierta intolerancia digestiva.
Consejos que ayudan a evitarlo. Machacar bien cada diente, esto corta una cadena química compleja disminuyendo ese tipo de sustancias que pueden originar un problema digestivo.
Para eliminar el mal aliento, se aconseja comer manzana o perejil fresco luego de ingerirlo. En casos de reuma da excelentes resultados, crudo, rallado, aplastado o picado, lo ponemos en una taza con un caldo de verduras y lo tomamos media hora antes de las comidas.

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