Indicador Politico

Por Carlos Ramirez

De nueva cuenta el PRD está saliendo derrotado porque se metió a una fiesta y no quiere bailar: desde que el Partido Comunista Mexicano entró al congreso en 1979, el sector de centro-izquierda no ha sabido utilizar el sistema parlamentario.
En cambio, el PAN es un partido experto en el uso de los mecanismos de la negociación parlamentaria, lo mismo cuando estuvo en la presidencia que ahora que es el factor definitivo para construir mayorías en el congreso.
Las cuentas eran incompletas para el PRI y para sus reformas encaró tres escenarios: el consenso tripartito, pactar con el PAN o entenderse con el PRD. Las cifras fueron claras:
1.- En la Cámara de Diputados, el PRI tiene una bancada que representa el 42.6%, 213; sumados el Verde y Nueva Alianza, la cifra llegaría a 50.2%, 251. Para aprobar leyes secundarias necesita mayoría absoluta de 51%, 255 diputados. Por tanto, el PRI tiene dos posibilidades: con el PAN o con el PRD para llegar a la mayoría absoluta.
2.- En el Senado las cifras son más o menos parecidas: PRI-PVEM-PANAL suma el 48.4% de los votos. La alianza frágil del PRD apenas llega a 21.9% y el PAN suma 30%. Por tanto, el PRI debe de aliarse con el PAN o con el PRD.
La decisión de la alianza del PRI para llegar a la mayoría se tomó en función de dos opciones: negociar otras leyes que no sean las energéticas y de telecomunicaciones como pedía el PAN o modificar las leyes centrales de energía y telecomunicaciones como quería el PRD. El PRD encareció su voto y el PAN resultó más fácil negociador.
La clave estuvo en la definición del papel de minoría: el PRD en el DF y en Morelos, Oaxaca y antes en Michoacán ha sido más intolerante con el PRI en el manejo de las mayorías parlamentarias locales y hoy se queja que el PRI haya pactado con el PAN para dejarlo fuera.
El PAN, en cambio, tiene claro que no es mayoría pero que sí representa una minoría indispensable para construir una mayoría; por eso exigió leyes electorales que el PRI le cedió porque el problema electoral ya es el menor de los conflictos. En cambio, el PRD quería desde su minoría imponer una definición energética sentimentalmente cardenista.
La clave de la decisión tuvo que ver con el hecho de que PRI y PRD sí entendieron que la nueva política energética definiría el modelo de desarrollo nacional para un plazo largo y que ese modelo replantearía las relaciones sociales derivadas de los equilibrios de producción. Por eso el PRI prefirió pactar con el PAN cuestiones ajenas a la energía y las telecomunicaciones y no cederle al PRD el factor de definición de la nueva correlación social del país.
El PRD quedó atrapado entre cinco fuegos: el desdén de López Obrador y su nuevo partido que se llevará perredistas, el movimiento desesperado de Cárdenas para escriturarse la propiedad del partido, el error estratégico de Los Chuchos de quererse agandallar todo el partido, el cinismo de René Bejarano como rey de la corrupción perredista y ahora factor clave en fundación de una megatribu y la ingenuidad del salinista Marcelo Ebrard que le apuesta a la amnesia política de los perredistas cardenistas.
Aislado, derrotado y dividido, el PRD se enfila hacia su enésima derrota parlamentaria. Sólo que ahora ya sin posibilidades en el corto y mediano plazo de restaurar la unidad interna porque el choque Cárdenas-Chuchos dejará más fracturas que la salida de López Obrador. Por primera vez Cárdenas es factor de división en el PRD y el costo ya se ve en las alianzas parlamentarias para las leyes energéticas.
En este contexto, el 2015 y el 2018 serán favorables al PAN y al PRI, no al PRD.

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