Actividad humana, principal riesgo para esta especie, alertan expertos; al menos 800 aves se han reinsertado a su hábitat natural.
México y Estados Unidos desarrollan un programa binacional de conservación del cóndor californiano, con el que se han reinsertado 800 aves a su hábitat natural en ambos lados de la frontera. Esta especie se declaró extinta desde 1930 en el territorio nacional.
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De la población total, 37 cóndores de California se encuentran del lado mexicano, 28 de los cuales viven en vida salvaje y nueve en cautiverio, según expusieron los investigadores del Centro de Conservación del Zoológico de San Diego, Mohamed Sad y Catalina Vargas.
En el Taller Jack F. Ealy de Periodismo Científico, los expertos explicaron que el territorio en el que vive dicha especie se ubica en los estados de California y Arizona, en el lado estadounidense; y en el mexicano en Baja California, específicamente en el Parque Nacional de San Pedro Mártir.
En entrevista con un diario de circulación nacional, Sad apuntó que el programa ha logrado ya el nacimiento de dos pollos de cóndor californiano en México. Estos polluelos son monitoreados las 24 horas con una cámara que, incluso, puede ser vista en internet en http://animals.sandiegozoo.org/animals/california-condor.
Sin embargo, pese a los esfuerzos por la conservación de la especie, el cóndor californiano sigue amenazado, principalmente por la actividad humana.
“La principal causa de muerte del cóndor californiano es por intoxicación de plomo”, dijeron Sad y Vargas, quienes detallaron que las aves, de naturaleza carroñera, llegan a comer cadáveres de animales que fueron baleados, como parte de la cacería que se practica en la zona en la que habitan.
Además de la intoxicación por plomo, los cóndores de California también mueren por dificultades con el cableado eléctrico de las ciudades, por la ingesta de basura, como corcholatas, tuercas y otros metales que la gente no recoge en las carreteras o abandona en las inmediaciones de las reservas ecológicas donde habitan las aves.
Otra problemática para la superviviencia en la vida salvaje de esta especie son los seres humanos que alimentan a las aves y alteran los hábitos de ésta, en un fenómeno que se conoce como “improntación”.
La improntación es cuando un “animal se siente igual o superior al ser humano”, lo cual resta parte de su instinto, explicó Mohamed Sad.
Al respecto, abundó, hay dos casos de cóndores jóvenes “rebeldes” que se improntaron por el contacto con el ser humano. Estas dos aves fueron confinadas, a modo de sanción, para evitar que ese comportamiento se repita.
El programa de conservación del cóndor californiano inició en 1992 en EU y en 2002, en México.