Problemas de salud tan graves como hipertensión arterial, diabetes e infartos tienen origen común: el síndrome metabólico, padecimiento cada vez más frecuente que se debe a factores hereditarios, obesidad e inactividad física. Conozca sus manifestaciones y prevéngase.
Síndrome metabólico
Los avances científicos y tecnológicos de las últimas décadas han cambiado por completo nuestra capacidad para satisfacer necesidades, atender enfermedades o comunicarnos, pero también se han acompañado del nada halagador avance de padecimientos relacionados con dieta inadecuada, obesidad y falta de actividad física que, de una u otra forma, se traducen en muerte prematura y gastos de hospitalización que familias y sistemas de salud deben solventar.
En concreto, hablamos de males como presión arterial elevada (más de 600 millones de personas en el mundo sufren este problema), diabetes (acumulación excesiva de glucosa en la sangre que se presenta en al menos 35 millones de pacientes en el orbe) y dislipidemia o aumento de colesterol, triglicéridos o ambos en la sangre, la cual provoca la formación de placas de grasa en venas y arterias que favorecen la obstrucción o ruptura de vías sanguíneas que nutren al cerebro y corazón, ocasionando la muerte de parte de sus tejidos (infarto).
En conjunto, estas enfermedades son responsables sólo en México de aproximadamente 44. 1% de las muertes masculinas y del 44.7% de los decesos en mujeres, por lo que no es extraño que importantes investigaciones médicas y estadísticas se enfoquen a obtener información que ayude a detectar factores de riesgo y a detener su avance en edades tempranas.
Precisamente esta búsqueda ha permitido descubrir la existencia del síndrome metabólico, serie de trastornos simultáneos o progresivos que son el tronco común de donde se derivan estos terribles problemas de salud y que, conforme se estudia más a fondo, permite no sólo mejorar los tratamientos, sino también llevar a cabo acciones preventivas.
Al respecto, el Dr. Melchor Alpízar Salazar, presidente del Comité Interdisciplinario de Diabetes, Obesidad y Enfermedades Cardiovasculares A. C., explica que “al menos el 35% de la población mexicana sufre síndrome metabólico, padecimiento que afecta a venas y arterias, y si estos millones de personas no reciben tratamiento desarrollarán diabetes o enfermedades del sistema circulatorio que reducirán importantemente su calidad de vida, lo cual es alarmante”.
En conversación con saludymedicinas.com.mx, el endocrinólogo destaca que este numeroso grupo ignora que sufre síndrome metabólico porque “no hay síntomas tan evidentes o visibles como dolor de cabeza o estómago que llamen la atención del paciente; hablamos de un proceso silencioso que dura años pero que, sin exagerar, es ya un problema de salud pública del que es necesario informar a la población y a los sistemas médicos de manera eficiente, ya que el peor enemigo que tenemos, si no hay intervención adecuada, es el tiempo”.
¿Qué es?
El síndrome metabólico, también conocido como síndrome X, de disfunción o de insulinorresistencia, fue reconocido desde las primeras décadas del siglo XX no como una única enfermedad, sino que es un conjunto de trastornos de salud que pueden aparecer en forma simultánea o progresiva en el individuo: obesidad, elevación paulatina de la presión arterial, incremento de grasa en sangre e incapacidad del organismo para aprovechar azúcares (glucosa).
El surgimiento de dichos padecimientos, comenta el Dr. Alpízar Salazar, es favorecido por ciertos factores de riesgo:
Antecedentes familiares de diabetes, presión arterial elevada o infarto en corazón (miocardio) y cerebro (accidente cerebrovascular).
Exceso de grasa en el organismo, sobre todo en abdomen.
Alimentación alta en grasas y azúcares simples.
Falta de ejercicio y actividad física (sedentarismo).
Mal manejo del estrés.
Fumar y beber alcohol.
Al respecto, aclara: “Sabemos en la actualidad que la primera falla que ocurre en el organismo, en cuanto al síndrome metabólico, es el deficiente aprovechamiento de insulina (hormona generada por el páncreas que ayuda a que la glucosa sea absorbida y utilizada como alimento por las células), y todos los factores antes citados se han identificado como aquellos que interfieren en el buen aprovechamiento de esta sustancia y dañan a los vasos sanguíneos”.
Grasas y glucosa son empleadas por el organismo para obtener energía, pero su exceso en la sangre, fomentado por dieta inadecuada y falta de actividad física, hacen que el páncreas genere más insulina en un intento por controlar sus niveles elevados. Sin embargo, esta sobreproducción hace que la glándula se agote.
“La insulina es como una ‘llave’ que abre la pared de las células permitiendo el paso de nutrientes —detalla el Dr. Melchor Alpízar—, pero llega un momento en que deja de abrir las ‘puertas’ que permiten el paso del azúcar al interior de las células y se queda en el torrente sanguíneo.
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