La incompleta lista de los más corruptos

Algún sujeto sin nada mejor qué hacer elaboró una lista de los diez más corruptos de México, sujeta a un criterio personal quizá con cierta carga de antipatía por algunos de los mencionados y sin el rigor que permita reconocer a quienes en verdad han hecho de la pillería una fuente de riquezas familiares.
La relación la encabezan dirigentes sindicales, de los cuales suprimo a una por la que siento afecto, ya que en tiempos más gratos para ella tuvimos una relación amistosa y respetuosa y de la que entiendo las razones para su encarcelamiento, no porque pudiese ser culpable, sino porque la tomaron como ejemplo para líderes que pretendan saltarse las trancas de la obediencia política y que siguen por el mundo, felices, contentos, con el disfrute impune de sus robos descarados.
El primer mencionado es Carlos Romero Deschamps, líder petrolero que dispone de miles de millones de pesos anuales salidos de las arcas de Pemex, pero sin control una vez que arribaron a las escarcelas sindicales, o sea, a los bolsillos de los dirigentes gremiales repartidos por la geografía petrolera del país, desde las petroquímicas en Salamanca, Guanajuato, hasta pozos y refinerías que bordean el Golfo de México de Tamaulipas a Tabasco.
En este caso poco hay que investigar. Los juniores de Romero se han encargado de jalarle la cobija a su padre, pero sin que eso implique consecuencias como ha sucedido en casos similares. La hija en avión privado recorre el mundo con sus dos amados perritos, mientras el hermano en Miami —México es poca cosa para él— presume su residencia y su Ferrari.
Genaro García Luna, la muestra de lo que en el párrafo antecedente opinamos. Todavía no entregaban la estafeta a los tricolores cuando el mediático súper policía estaba refugiado en Miami, Florida, donde su esposa había abierto una serie de negocios, entre ellos un restaurante lujosísimo, dicen, y había adquirido propiedades sin fin.
A pesar de que causó uno de los incidentes diplomáticos más severos de México con Francia —similar a la Guerra de los Pasteles— y nunca entregó cuentas de su manejo administrativo en los órganos de investigación-represión, por razones que hay que temer se decidió no molestarlo. ¿Cuánto sabe y de quiénes?
Quizá Andrés Granier Melo, ex gobernador tabasqueño, sea el roedor que malversó fondos públicos, evadió impuestos, lavó dinero, pero eso no lo llevó a la cárcel, sino su declaración ofensiva al buen gusto, a la decencia y las buenas formas tricolores; presumió sus 400 pares de zapatos, sus 300 trajes y mil camisas adquiridas en una de las tiendas más caras de Nueva York. Por “babotas” lo enchiqueraron, aunque sus abogados encontraron la fórmula para pasarla bien: en un sanatorio particular con males imaginarios.
Sigue Tomás Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas, que oscila entre acusaciones echadas abajo por la PGR y la descalificación de testigos protegidos que declararon en su contra —y en contra de medio centenar más de acusados de ligas con el narco— y el hecho de que el ex presidente gringo George W. Bush acostumbraba vacacionar en el rancho del tamaulipeco.
Si, como se dijo, allí había tráfico de estupefacientes y siembra de drogas, el ex habitante de la Casa Blanca o es tonto —versión común— o ciego o cómplice, por tanto resulta difícil tocar a Tomás, que pasa gran parte de su tiempo en territorio gringo.
Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, autor de una deuda de la entidad por 35 mil millones de pesos. Se le menciona, pero nadie lo acusa de haberse robado ese dinero, lo que no excluye esa posibilidad. Protegido por sus correligionarios, goza de una beca para un doctorado en educación en España. Después de Elba Esther, era el dirigente más poderoso del SNTE.
Fidel Herrera, ex gobernador de Veracruz. Otro caso de acusación mediática, pero sin extender a las autoridades tal señalamiento. A las versiones de que se enriqueció, él opone la fortuna de su esposa, de apellido Borunda, hija de un ex gobernador norteño. Además muestra las “casuales” fotografías comprando billetes de lotería, que reparte entre sus amigos, y ¡zaz! Premio mayor en dos ocasiones.
Arturo Montiel, enredado en dimes y diretes con su esposa Maude Versini, una reportera francesa que lo entrevistó siendo gobernador y que como él, creyó que sería el siguiente presidente de México. La señora se lió con el político atlacomulquense, del que se separó cuando se dio cuenta de que no iba por allí el asunto. No hay acusaciones en su contra, a pesar de que se le señala como muy rico, sólo que es dueño de la fábrica de cocinas Quetzal desde hace varias décadas.
Se incluye en la lista a Alejandra Sota, ex vocera de la Presidencia con Felipe Calderón y de la que ha dado detallada cuenta el compañero Leopoldo Mendívil. No se le investiga, porque entra en el acuerdo por el que se garantiza impunidad a los sahaguncitos, los gildíaz y otros más que disfrutaron las delicias del poder panista.
Pemex, las denuncias vienen del norte
Cada vez que un funcionario de alto nivel abre la boca para hacer algún anuncio espectacular, siento, como decía el siempre presente Miguel Ángel Granados Chapa, que alguien me recorre la espina dorsal con una ficha de Coca Cola. Puede ser de la marca de refresco que prefiera el lector, desde luego.
Miguel Ángel se refería así a la actitud irrespetuosa de sus alumnos en la UNAM, quienes además de tutearlo eran capaces de decirle, por ejemplo, “maestrín” o “mayestro” o cualquiera otra estupidez similar.
Digresiones aparte, sucede que un señor con apellido parecido a un avión de combate de la Segunda Guerra Mundial, Miguel Messmacher, con toda la prosopopeya correspondiente al anuncio, declaró que en el futuro los contratos entre Pemex y particulares se realizarán “con la máxima transparencia”.
El malvado de Pepe Grillo en su comentario del viernes pasado se preguntó qué sucede con los contratos vigentes, con los que se firmaron en el remoto o cercano pasado y los que en este momento se están suscribiendo. Y señala que, como los diamantes, la transparencia debe ser eterna y no sólo futura. El buen Pepe Grillo olvida que los guardianes de la pureza petrolera no están en México, sino en el norte. De allí vinieron las denuncias contra Oceanografía por desfalco a Citigroup que en investigaciones locales no se han hecho extensivas a daños nacionales. Se procede a recuperar la lana de los gringos; lo otro mejor lo dejamos así mientras destituyen a los funcionarios bancarios involucrados y aquí nadie enturbia las limpias aguas en las que navega la paraestatal. Simultáneo a la declaración de Messmacher, anuncian la cancelación de la sociedad con Repsol, la quebrada empresa petrolera gachupina, pero dejan vigente la adquisición de astilleros gallegos.

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