Entre aplausos, baile y raíces patrióticas, Lila Downs festejó con un enérgico concierto el segundo aniversario del Centro Cultural Roberto Cantoral complaciendo a cientos de asistentes que la hicieron regresar al escenario tres veces.
Debajo de un arco de luces, salió al escenario con un vestido negro con flores de colores y otras más adornando su cabello, a las 20:35 horas interpretando “Mezcalito” con su botella de alcohol, danzando con ella al ritmo del paliacate que también llevaba en la mano en el inicio de un repertorio en una fiesta ante los 846 asistentes, algunos de ellos portando vestimenta muy mexicana.
“Hermosísimo público. Muy especial esta noche, muchísimas gracias por acompañarnos en una celebración muy importante para la comunidad musical en un recito que representa el cariño y el respeto que le tienen los compositores a la música de nuestra tierra. Que las notas de nuestros instrumentos nos conmuevan a seguir siendo tan grandes como somos los mexicanos”, saludó para dar pie a una tranquila “Yo envidio el viento”.
Orgullosa de cantar raíces africanas, indígenas y españolas continuó con “La iguana”, donde como dice la letra, se tiró al piso; “El tren del cielo”, “Fallaste corazón”, en la cual habló de la humildad y que despertó los cánticos de los presentes y el baile de “Mano negra” ante las peticiones de sus asistentes.
Poniendo su voz en alto junto a sus ocho músicos, hizo un homenaje al género del bolero en “Cuando me tocas tú” y estrenó en vivo de “Son de los difuntos”.
“Esta es una noche muy especial para mi por el recuerdo y la dedicatoria que voy a hacer al señor Roberto Cantoral por su composición; para todos ustedes con mucho cariño”, dijo antes de “Preso número 9” y tras quitarse un sombrero charro negro siguió la rítmica “La madrugada” y un rebozo en el aire.
Agradecida con el cariño de su público a través de los años que la acompañaron desde que tocaba en Coyoacán siguió con éxitos esperados como “Cucurrucucu”, “Zapata se queda”, “Cruz de olvido” (dedicado a Chavela Vargas) y “Comalito”, con el cual celebró a la gente que trabaja haciendo tortillas y se arrodilló en su honor.
“Este camino no voy a mentir, no ha sido fácil; la bondad que tiene es la complicidad entre los músicos que nos apoyamos los unos a los otros.
Quisiera agradecer a los compañeros de la banda por hacerme tan feliz con los coros por su inspiración”, indicó.
Aunque se despidió ante un público de pie, los gritos de “otra” la hicieron complacer con algunos temas más, entre los que se encontraron “Vámonos”, compuesto por José Alfredo Jiménez y con el cual se bajó del escenario para sacar a bailar a un afortunado del público.
Intentó irse nuevamente con “Llorona” pero salió ante el pedido de más haciendo levantando los pies del suelo con “Cumbia del mole” y guitarra en mano con “Paloma negra” para volver a irse y salir tras ovaciones al terminar con “Tacha” a las 22:15.
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