Por lo menos la mitad de la población mayor de 45 años en México sufre algún grado de daño auditivo, y la diabetes, hipertensión, hipertiroidismo y obesidad son factores de riesgo para agudizar este tipo de eventos que pueden terminar en sordera.
Gonzalo Corvera, director del Instituto Mexicano de Otología y Neurotología, dijo que además de los aspectos genéticos, las enfermedades crónicas degenerativas y algunos hábitos como el tabaquismo, además de factores extremos como el ruido afectan la audición.
Si bien los genéticos están fuera del control de los pacientes, los factores externos si pueden reducirse o evitarse para no adelantar el deterioro del oído, resaltó el especialista.
De acuerdo con Notimex, señaló que con la edad, las células del oído interno que transforman el sonido en impulso nervioso se van dañando y no hay formas de regenerarlas, a diferencia de lo que sucede con algunos animales, como los pájaros.
Corvera explica que las enfermedades crónico degenerativas disminuyen el torrente sanguíneo y la energía que el oído necesita para funcionar adecuadamente.
ientras que un estudio realizado en Estados Unidos alerta sobre la posibilidad de que la obesidad por sí sola este afectando la función de este órgano, alertó.
Subraya que cuando hay una pérdida importante de la audición, los aparatos auxiliares y los implantes cocleares son la alternativa para seguir escuchando, pues los daños auditivos son irreversibles.
Explicó que para acceder a los implantes cocleares, que son unas verdaderas computadoras, el único problema es su precio, ya que cada uno de ellos cuesta alrededor de 26 mil dólares.
“En sordera de nacimiento se le ayuda a escuchar mejor con los auxiliares auditivos y la terapia para que sepan cómo sacar lo máximo de la audición.
Cuando la sordera es completa está el implante cuclear, para que puedan llevar una conversación cercana a la normal, que puedan ir a escuelas normo-oyentes y tomar un dictado”, indicó.
Expresó que anualmente el Instituto realiza entre 40 y 50 implantes cucleares a pacientes que reciben donativos con el apoyo de organizaciones sociales.
Agregó que el ruido ambiental en los centros de trabajo debe estar controlado y no pasar de 90 decibeles (nombre de la unidad con que se mide la magnitud del sonido), para una jornada de ocho horas.
“A partir de ahí por cada tres decibeles se disminuye el tiempo de la jornada laboral a la mitad, por ejemplo, 93 decibeles son cuatro horas de trabajo, a 96 decibeles se debe reducir a dos horas laborales.
“Considerando que un antro puede estar de 97 a 100 decibeles, dentro de las normas, los jóvenes deben estar conscientes del tiempo que deben permanecer en él, y también hay lugares donde fácilmente se llega a 85 decibeles donde hay comercio ambulante”, subrayó.
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