La Sala de Ritos del Museo de la Medicina Maya, expone la labor de curanderos, yerberos, hueseros y parteras, quienes son la columna vertebral del sistema de salud en comunidades chiapanecas.
En una pequeña capilla de adobe, piso de tierra apisonada y techo de palma, un hombre mayor, de piel oscura, se observa con los ojos cerrados, como concentrado en algún rezo; porta una vela mientras al lado suyo, en una tina al fuego, hierve la preparación elegida para la ocasión.
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Se trata de la Sala de Ritos del Museo de la Medicina Maya, donde una espléndida reproducción museográfica da cuenta de lo que ocurre de lunes a viernes, en un horario de 09:00 a 14:00 horas, cuando un médico especializado en medicina tradicional indígena ofrece consultas y remedios a base de herbolaria, velas y rezos.
Y es que la medicina tradicional sigue ocupando hoy un lugar importante en el sistema de salud de las comunidades indígenas de Chiapas, en especial en la zona de Los Altos, donde pueblos como el tsotsil y tseltal depositan su total confianza en la medicina natural para tratar sus males.
Miguel Álvaro Uribe, anterior encargado del museo y quien ahora se dedica de lleno a su formación herbolaria en el propio recinto, recuerda que el museo fue abierto a finales de 1997 y al año siguiente ganó el Premio Miguel Covarrubias por su museografía, ésa que ha mantenido hasta hoy y que expresa imponente la cosmovisión de estas comunidades.
Aunque ha habido exposiciones temporales realmente no ha sufrido muchas modificaciones. En total son cinco salas pequeñas, en una de las cuales se exhibe un amplio documental sobre el parto; también se cuenta con un huerto de plantas medicinales y una farmacia.
Respecto al contenido de las salas, comenta que en todas se da cuenta del sistema de salud de las comunidades, describiendo qué es lo que hace un curandero, una partera, un yerbero y un huesero; cómo curan, cómo usan las plantas, qué función tienen éstas, los animales y los ritos; sí las plantas son frías o calientes, alucinógenas o no, si se toman en forma de té o en baños de temazcal.
Y es que éste más que ningún otro es un espacio vivo y muestra de ello es el espacio de ritos, donde el “médico” atiende, diagnostica y ofrece remedios de todo tipo a los pacientes.
“Es un sistema -sostiene– que prevalece en las comunidades, mucha gente va a Chamula, a Zinacantán, porque el Museo es como una ventana de lo que hay detrás, y es ahí donde realmente pueden conocer qué pasa con las velas, la gallina, los ritos…mientras que el museo lo aborda en su conjunto y explica la importancia que sigue teniendo aunque haya cambiado con el paso del tiempo desde la época prehispánica hasta nuestros días y hoy sea un espacio sincrético” .
Actualmente, dice, él trabaja en la herbolaria, luego de que una enfermedad grave lo hiciera voltear a la medicina tradicional, pues su mejoría lo hizo comprender que en ese conocimiento está su futuro.
En el huerto demostrativo hay diversas plantas, árboles y raíces que son procesados en el Centro de Desarrollo de la Medicina Maya (CEDEMM) .
Miguel ahora sigue de cerca todo ese proceso, su conocimiento es empírico, dice, pues se basa en pláticas que tiene con los médicos de la Organización de Médicos Indígenas del Estado de Chiapas, A.C. (OMIECH) , que es la precursora del museo, inicialmente impulsada también por el Instituto Nacional Indigenista (INI) , aunque hoy la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) parece haberlos olvidado.
Su labor es palpar las texturas, grabarse en la memoria el olor y el color de cada planta, flor, tallo o raíz, e ir tomando nota de cuáles se secan, cuáles se trituran o se hacen infusiones; cómo se empaquetan y etiquetan para la venta al público.
Pero la medicina tradicional en México se sigue practicando no sólo en zonas indígenas apartadas, es una práctica reconocida como lo es en China, India o el Tibet, aunque como ocurre en todas esas latitudes, pueda ser atacada por la religión y por el propio sistema de salud oficial.
Aquí, comenta, aunque existe el reconocimiento incluso de parte de organismos internacionales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Mundial de Salud (OMS) , hay muy poco apoyo para que se desarrolle, no obstante que en países como los europeos, la tendencia sea regresar a lo natural, a lo orgánico o alternativo.
Cada seis años, el gobierno mexicano ratifica su reconocimiento para el desarrollo del temazcal, las parteras y si a caso la herbolaria, pero no para el sistema en su conjunto, lamenta el joven, quien destaca que el peso de ese desarrollo ha recaído en el Centro y en la OMIECH, que organiza encuentros y fomenta la capacitación entre sus asociados.
La medicina tradicional, expone, también ha sido víctima de modas, pues después del levantamiento armado de 1994 hubo un auge importante, todo mundo quería conocer la cultura indígena y sus manifestaciones, pero después ha habido altibajos que han repercutido en el número de visitantes al museo, en los recursos y patrocinios para seguir este trabajo.
No obstante, dice, es importante que la gente se dé la oportunidad de conocerlos, pues después de visitar el museo, las personas se llevan la certeza de que estamos vivos, que este recinto puede ser una alternativa de salud para las familias, que son métodos naturales y accesibles a cualquier bolsillo, pues la medicina tradicional va de los 7 a los 80 pesos, en promedio.
Además, dice, se distribuye vía paquetería a cualquier parte del mundo. La idea es venir, tomar una consulta y pasar a la farmacia y surtir su remedio o incluso recibir su curación en vivo.
El Museo cuenta además con un área de publicaciones que revelan una parte de ese conocimiento milenario, por ejemplo en recetarios, donde se hace un recorrido por la flora y fauna local, y sus usos medicinales.
Ofrece el nombre en tsotsil, el científico, las enfermedades y procesos fisiológicos y los males que trata.
Para enfermedades gastrointesitinales señalan al Hinojo o Foeniculum vulgare miller, que baja la inflamación del hígado; para enfermedades del tracto respiratorio, el Ton uch o Bocconia frutescens, usada para la tuberculosis; para enfermedades ligadas con el embarazo, parto o pauperio, el Mayil o Cucúrbita ficifolia bouché, que ayuda a que baje la leche de la madre.
Mientras que para enfermedades del sistema genitourinario, mencionan el Tut Vomol o equisetum myriochaetum schl &cham, para tratar padecimientos de los riñones.
Dentro, en las salas, un grupo de visitantes nacionales se maravilla con el espectáculo, pues además de la información y la museografía que la acompaña, las figuras de los médicos indígenas en acción, hechas a base de cera y fibra de vidrio, le dan un toque místico a la exhibición, que se complementa con datos de las patentes y laboratorios que de manera legal e ilegal explotan ese conocimiento ancestral.