Hay una rata muerta en el centro de una nueva exhibición montada por la augusta casa de subastas Sotheby’s.
Disecada y con una mochila a sus espaldas y una lata de aerosol, el roedor es la creación, y el alter ego, de Banksy, el artista callejero anónimo convertido en un astro del mundo del arte.
Es señal de su estatus el que Sotheby’s esté detrás de una de las más grandes exposiciones que se hayan hecho de Banksy, una muestra de policías besucones, chimpancés portando letreros e imágenes manipuladas de la cultura pop que abarcan gran parte de la trayectoria del artista. Algunas de las obras se vendieron originalmente por solo 50 libras esterlinas (84 dólares). Hoy, los precios van de 4 mil a más de 500 mil libras esterlinas.
Banksy no está involucrado en la muestra, que se promociona como una “retrospectiva no autorizada”. Fue curada por su exagente Steve Lazarides, quien conoció al artista en la década de 1990 en su ciudad natal de Bristol, en el suroeste de Inglaterra.
Lazarides trajo a la galería un extinguidor de incendios relleno de pintura para que las paredes blancas lucieran menos foráneas al arte del graffiti. Pero, reconoció el viernes, “para mí es completamente paradójico estar aquí, que las obras estén aquí”.
“Está en un espacio en el que casi no debería estar y será vista de un modo para el que no fue concebido”, dijo. “Pero creo que eso es parte de la diversión”.
Las 70 pinturas, grabados y esculturas, propiedad de Lazarides y otros coleccionistas, muestran el humor subversivo de Banksy: Winston Churchill con un corte de pelo estilo mohicano; elegantes pensionistas juegan al bolo césped con bombas efervescentes; una bailarina respira a través de una máscara de gas; un niño hambriento con un plato vacío usa una gorra de Burger King.
Algunos trabajos previos muestran a policías, una maldición para Banksy como joven artista callejero.
En otras obras altera pinturas preexistentes: los girasoles de Van Gogh marchitos; platillos voladores interrumpen una escena marítima.
Algunas no se han mostrado en años al púbico, incluida la rata, en una caja de vidrio con las palabras “Nuestro tiempo llegará”, que Banksy instaló en el 2004 en el Museo de Historia Natural de Londres.
Sus obras han facturado hasta 18 millones de dólares en subasta, así que no es sorpresivo que varias de sus creaciones al aire libre hayan sido reciente y controversialmente desmontadas y vendidas a elevados precios.
Ninguna de las piezas en el show de Londres fue originalmente arte callejero, y la directora de arte contemporáneo de Sotheby’s Cheyenne Westphal dijo que Pest Control (Control de Plagas), el servicio de autenticación de Bansky, ha confirmado todas las piezas como genuinas.
“Las obras que están en la calle no son certificadas”, dijo. “Están ahí para que la gente las vea y las disfrute, no para que las revenda” .
Mientras su carrera florecía, Banksy fue dejando su marca de aerosol alrededor del mundo, desde las calles de Nueva York hasta el muro que separa a israelíes de palestinos.
En cuanto a grandes exhibiciones como ésta, Lazarides dijo que Bansky “las odia”.
Lazarides, quien terminó su sociedad con el artista hace varios años, lo ve de un modo diferente.
“El show aquí en Sotheby’s es casi una validación de toda la escena”, dijo.
“Cuando estábamos haciendo esto hace 15 años, todo el mundo nos decía que era imposible, que nadie compraría nuestro trabajo, que era una moda pasajera, que desaparecería”.
“La gente tiende a olvidar que (Jean-Michel) Basquiat y Keith Haring primero fueron artistas del graffiti”, añadió.
La exhibición abre el miércoles en la S/2 Gallery de Sotheby’s, en Londres, donde permanecerá hasta el 25 de julio.
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