Apenas, calculó la representante de la Asociación Civil Recoreciclaje, Daniela Sánchez, se recupera de los desperdicios que se vierten en la ciudad un cinco o seis por ciento de los mismos; el cálculo, descrito como “a vuelo de pájaro” es sólo una aproximación a la realidad, toda vez que no hay en San Luis Potosí información clara, precisa y actual.
Recoreciclaje, describió la problemática como un problema de salud pública de extrema gravedad y que no está siendo atacado por las autoridades ecológicas ni sanitarias; pero también, la preponderancia de la basura (de los desechos urbanos) se corresponde con una deficiencia en la educación y la cultura.
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También es un problema de deficiencia en los sistemas y métodos de recolección, transportación y destino final de los residuos sólidos municipales, como se desprende de la saturación del tiradero de Peñasco, que no puede definirse en modo alguno como un confinamiento.
“La basura es un problema muy grande, tanto en la zona urbana como en la rural”, advirtió la activista que lució ayer un par de coloridos aretes confeccionados con cáñamo, botones de camisas y alambre de cobre.
El problema de raíz –dijo—no es llevarnos la basura a algún lugar en específico; lo que se debe hacer es no generarla y, la que se genere, reciclarla, con lo que, a partir de esto se desprenderá un mejor manejo de los recursos en general, entendiendo que el reciclaje es una opción.
Daniela Sánchez, quien también representó al Mercado Orgánico Macuilli Teotzn, se pronunció porque desde las instituciones públicas se incentive la cultura de la no generación de basura y su reutilización.
De esto de desprende una mejor calidad de vida, ahorros económicos, sensible mejoría en la alimentación promoviendo, por ejemplo huertos familiares (que, advirtió, dadas las características de la contaminación en la Capital potosina, no son posibles del todo en San Luis y la zona conurbada, ya que el aire, el suelo y el agua se encuentran gravemente afectados por la presencia de metales pesados).
Pero aún es posible cambiar los hábitos de consumo, privilegiando el consumo de productos orgánicos, pero para ello se requiere que las instituciones públicas apoyen a los pequeños productores, delimiten la zona de crecimiento urbano y establezcan las fronteras agrícolas.