Indicador Politico

Por Carlos Ramirez

Como era previsible, el debate sobre las expectativas del PIB ya entró en la lógica de la sucesión presidencial adelantada. Sin embargo, la discusión real es otra: qué PIB permitirán las reformas estructurales.
—El actual modelo de desarrollo permite sólo tasas menores a 3% promedio anual para evitar presiones inflacionarias por cuellos de botella.
—Por tanto, el problema no se localiza en la tasa previsible/posible del PIB sino en la identificación de esos cuellos de botella productivos.
—La demanda anual de 1-1.2 millones de nuevos empleos en el sector formal para la población económicamente activa que se incorpora anualmente a la producción sólo puede satisfacerse con tasas anuales promedio del PIB de 6.5%-7.5%.
—La reforma energética tiene prevista la llegada de miles de millones de dólares en inversión que impactarán positivamente el empleo y el bienestar.
—La expansión petrolera lopezportillista del segundo auge energético 1978-1981 —el primero fue antes de la expropiación de 1938— fue de PIB anual promedio en ese periodo de 9.1%. Por las caídas de 1977 y 1982, el PIB promedio sexenal de López Portillo fue de 6.5%, igual al promedio del largo periodo estabilizador 1941-1980.
—El ingreso de inversiones energéticas previsto por las actuales reformas es mucho mayor a los 14 mil millones de dólares anuales de ingresos petroleros durante el lopezportillismo. Según Hacienda, la economía podría crecer a una tasa promedio de 5% anual con la reforma y con mayores ingresos petroleros.
—El desafío de la reforma energética no se localiza en la permisibilidad para el ingreso de inversiones privadas nacionales y extranjeras en el sector energético, sino en los cuellos de botella que impiden mayor dinamismo: bienes de capital, transporte, comunicaciones, libertad laboral, tecnología de computación, carreteras, seguridad, educación y democracia.
—Buena parte de la nueva inversión petrolera aumentará los ingresos públicos fiscales, pero es la hora en que no se ha debatido el mecanismo de distribución de esos ingresos no contabilizados. ¿Aceptará el Estado el desafío de un programa ambicioso de infraestructura que el sector privado no podrá atender?
—El reto es mayúsculo: ahora mismo existen decenas de miles de estudiantes que no tienen cabida en el sistema educativo superior, pero es la hora en que el gobierno federal no crea ninguna nueva universidad desde la UAM de 1974. Y las universidades privadas son inalcanzables para estudiantes sin recursos. El país necesita mínimo unas cien universidades tipo UNAM, UAM y Politécnico para la demanda anual cercana al millón de nuevas plazas de educación superior.
—La actual estructura productiva es una herencia-lastre del viejo régimen priísta por los compromisos políticos-ideológicos-históricos vigentes. Y los anhelos neoliberales tampoco garantizan un auge productivo, de empleo y de bienestar.
—El desarrollo estabilizador produjo tasa promedio de PIB de 6%, el auge petrolero de JLP subió a 9.1%, el ajuste neoliberal dejó un saldo sexenal con De la Madrid de 0% de PIB promedio anual y el tratado comercial de Salinas apenas produjo en el periodo 1995-2012 un PIB promedio de 2.5%.
—De acuerdo con las expectativas de agentes productivos de la encuesta del Banco de México, el PIB promedio anual en 2015-2016 —ya con reformas— sería de 4%.
—Por la dimensión de las reformas estructurales, el país debería esperar tasas promedio de 6%-7%. Pero sin reformas que resuelvan los cuellos de botella, los ingresos petroleros serán inflacionarios.
—De ahí que en el debate de las leyes secundarias de las reformas estructurales debiera darse un debate en paralelo del modelo de desarrollo. El actual modelo de desarrollo, aún con reformas, sólo atenderá a la mitad de los mexicanos.

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