Discapacidad, blanco de agresión en niños

Algunas personas la ignoran, otras la agreden, otras más no pierden la oportunidad de humillarla con palabras o actitudes.

Víctima de repetidos ataques y daño intencional con frases como: ¿Por qué usas pañal si eres tan grandota? ¿Por qué mejor no vas al baño y dejas de oler tal mal? Tú apestas, nos apestas el salón… son constantes comentarios que un grupo de compañeros de escuela le hacen a Emily de manera agresiva e insistente.

Emily tiene discapacidad motriz y dificultades en el sistema nervioso central que la llevan a usar pañal para la incontinencia urinaria; utiliza silla de ruedas y andadera. Ella, más débil en términos físicos, intenta explicar que usa pañal porque no puede ir al baño sola y sin asistencia durante las clases en la escuela.

Víctima de bulliyng, acoso verbal y violencia intrapersonal, acude a una escuela integradora que atiende a niños con y sin discapacidad, y que tiene el sistema USAER, definido como la Unidad de Servicios de Apoyo a la atención de los alumnos con necesidades educativas especiales con discapacidad.

Sin embargo, a decir de expertos, la integración de niños y niñas con discapacidad al sistema regular (que incluye a niños con y sin discapacidad) ha originado que sean presa fácil de burlas por sus mismos compañeros.

A pesar de esto, ella ha sido blanco constante de algunos compañeros que la hostigan siempre a “escondidas” con comentarios y apodos ofensivos, al grado de que a la hora del recreo se ha refugiado en lo que llama su guarida.

Víctima de una relación de poder desequilibrada, y sin que ella provoque las agresiones de los demás, a Emily le gusta hacer figuras con migajón y luego venderlas, sin embargo cada vez que intenta acercarse en recreo a sus compañeros para jugar ellos, éstos la echan y comienzan a llamarla Shopping de manera sistemática.

Aislada para protegerse

“Prefiero no jugar con mis amigos que son normales, porque si lo hago ellos usan el apodo que me han puesto; es mejor encerrarme durante todo el recreo en mi guarida junto con una amiga que es sorda, y otra que tiene discapacidad intelectual. Ahí nadie me dice apodos, ni nos ve, ni nos corretea para asustarnos”, dice Emiliy.

De la situación anterior, la menor difícilmente podría salir por sus propios medios, debido a que no hay autoridades cerca que las supervisen a la hora del receso.

Las guarida es un espacio pequeño y entre tubos de PVC donde las tres niñas se esconden para que nadie las eche de ninguna parte, “ni nos molesten diciéndonos cosas”. Emily no se atreve a acusar a nadie, “porque luego es peor”, relata a un Diario de circulación nacional. Ella no quiere decir que la molestan, pero su madre la invita a que exprese lo que ocurre en su entono escolar. Hoy Emily está aprendiendo a despazarse en una silla de ruedas modelo Vida Independiente, patrocinada por Fadhi, I.A.P., organización de y para personas con discapacidad motriz.

A decir de su madre, a lo largo de su educación primaria su hija ha vivido intimidación, persecución física y sicológica y si se atreve a hablar y acusar o denunciar “sería peor para ella y le podría provocar baja autoestima, estados de ansiedad e incluso cuadros depresivos”.

La menor le ha pedido a sus madre que por favor la deje vivir su vida, “que no vaya a quejarse a la dirección, que no acuse a ningún niño porque si lo hace sería peor”. Emily ya ha decidido enfrentarse sola a sus compañeros.

En su caso el bullying que enfrenta es verbal, gesticular y de exclusión. Comenta que los maestros prestan poca atención en el asunto, porque “están muy ocupados y con muchas cosas que hacer”. La intolerancia y la falta de respeto han sido factores que ella ha tenido que sortear en su vida escolar.

Falta capacitación

Muchas veces los maestros y los prefectos no tienen el entrenamiento para tratar con los niños especiales… cuando un alumno con discapacidad llega al aula, la atmósfera puede tornarse un tanto tensa. “¿Cuánto tiempo habrá de transcurrir para que la tensión o el rechazo se convierta en violencia?

“El docente puede argumentar que el alumno con discapacidad no aprende al mismo ritmo que los demás o que no puede atenderlo porque descuida al resto del grupo”, refiere Graciela Ramos Anastasio, autora de El bullying hacia los niños con discapacidad en las primarias públicas delEstado de México.

Sufre atropellos

La mañana del simulacro sus compañeros pasaron por encima de Emily. Sonó la alarma sísmica, todos salieron hacia el patio. Ella fue la única que se quedó en el salón tirada en el suelo. Resultó lastimada. Al salir de la escuela se quejó con su madre, quien a su vez pidió una cita con la directora del plantel.

Ante la queja materna, la respuesta de la dirección fue: “Es mejor que no traiga a su hija cuando haya un simulacro, porque no podremos encargarnos de ella exclusivamente, o avisarle exclusivamente a ustedes cuándo habrá un simulacro, pues éstos deben ser fortuitos y no se avisa”, advirtió la directora.

Para Milagros Figueroa Campos, investigadora de la Facultad de Psicología de la UNAM, muchas escuelas aplican el bullying hacia sus alumnos, con violencia de exclusión de las autoridades escolares hacia sus alumnos. “Intimidar a la madre es violencia escolar. El bullying afecta también a los padres de familia por las agresiones infringidas hacia sus hijos”.

Nueva oportunidad

Hoy, Emily acude a otro plantel y su salón está en la planta baja, y puede salir de él sin ser atropellada por sus compañeros en caso de simulacro, o un temblor; y ante esto es un poco menos vulnerable.

“Ella, como otros niños con discapacidad, tiene tres veces más posibilidades de sufrir bullying físico y emocional que aquellos que no presentan discapacidad”, señala la especialista para quien los niños con discapacidad normalmente tienen pocos amigos en la escuela, y carecen de una red social que les ayude a tener una buena autoestima, y para que sean capaces de comunicar lo que les está pasando. Entre más aislados, retraídos y sumisos, será también mayor la probabilidad de que sean el blanco directo de los agresores.

Figueroa Campos, especialista en el tema del bullying, agrega que conforme a datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, los niños discapacitados son los más afectados por el bullying en México, y pueden ser blanco directo de los agresores; aunque “debe tenerse cuidado en no generalizar porque hay niños con discapacidad que cuentan con el apoyo de sus pares en la escuela, e inclusive supe del caso de una niña que usaba sus muletas para tumbar y golpear a cuanta niña se atreviera a no seguir sus instrucciones en la escuela; y las manipulaba a todas”.

“Lo que falta es la enseñanza de valores, y sobre todo vivir en los valores, que sean los padres de familia quienes dejen de dar mal ejemplo con grados de violencia cada vez mayores. ¿Por qué en las escuelas se han abandonado materias como civismo?”, pregunta Campos.

Al respecto, para Alberto Mohadeb, experto en el tratamiento de la violencia familiar y bullying, y en educación para la paz, es importante que los niños con discapacidad —sobre todo si ésta es intelectual— aprendan también a no lastimar a sus compañeros, es decir, que tampoco traspasen los límites de la convivencia, y que sepan ofrecer una disculpa si acaso lastiman o hieren a algunos de sus compañeros sin discapacidad. Es importante no victimizarlos.

“Un aspecto crítico para evitar la victimización consiste en que las personas con discapacidad intelectual aprendan a interactuar con eficacia y a protegerse a sí mismos, comenta Miguel Ángel Verdugo Alonso, director del Instituto Universitario de Integración en la Comunidad, de la Universidad de Salamanca.

En contraste, Graciela Ramos Anastasio hace referencia en el estudio sobre el bullying hacia los niños en las primarias públicas del Edomex que los niños con discapacidad que padecen violencia pueden acostumbrarse a ella, y considerarla como una “forma de vida”, convirtiéndolos en inseguros, aislados, con bajo rendimiento escolar y probable daño sicológico severo. Su impotencia se vuelve dolor callado, de ahí la importancia de trabajar con la formación y capacitación de los maestros y los alumnos para la prevención del bullying”.

Y si hubiera alguna agresión hacia el niño con discapacidad, lo importante es sacar de la escuela al agresor, y no a la víctima, concluye Figueroa Campos.