Retoma color La Pintada

A unos metros de donde han construido el parque de Los Naranjos para recordar a quienes quedaron sepultados por la tragedia hace ochos meses, los hombres y mujeres de este pueblo edificaron una capilla para adorar al Señor del Huerto.

Está nublado, igual que el 16 de septiembre, cuando se desgajó el cerro y sepultó a este pueblo matando a 71 personas. Cinco días después, el presidente Enrique Peña Nieto, bajo la lluvia de Manuel, llegó y prometió una nueva Pintada. Ayer la entregó.

Hace calor, pero pronto lloverá. El Presidente ha hablado con pobladores y escuchó a varios. De repente se le ve sorprendido. Pide a su secretario privado, Jorge Corona, su teléfono personal.

Llama a los reporteros que cubren sus actividades y comenta sobre la capilla donde La Pintada ha decidido rezar al Señor del Huerto, santo al que adoran en Atlacomulco, su tierra. Pide que saquen fotos con su móvil, quiere llevar cerca las imágenes.

Desde el aire se ve un nuevo pueblo. En cuatro meses, una vez concluidos los trabajo de rescate el 28 de enero, se edificaron 125 casas que entregó ayer el mandatario y otras se preparan para ser repartidas en una segunda etapa y sumar más de 210.

Se ha instalado una enorme carpa en una nueva plaza central que se ubica donde estaba el pueblo; atrás se ve el cerro y el hueco que dejó el alud que sepultó a La Pintada, hoy cubierto por varios especialistas para evitar un nuevo derrumbe.

La Pintada está en silencio, pero el dolor por la tragedia ha menguado. En el evento se proyecta un video. Se ve a Juana Castro Márquez bajo la sombra de un árbol.

Ella perdió a sus dos hijas en esa tragedia. Dice que si tuviera enfrente al presidente Peña Nieto le daría las gracias.

Ella está sentada a su lado derecho y echa a llorar, el mandatario la reconforta. Le dan el micrófono: “Yo quería que usted viniera para agradecerle personalmente por lo que hizo usted por nosotros, que no nos abandonó cuando más lo necesitamos. Yo sé que no lo hace cualquiera. Usted tiene un gran corazón, lleno de bondad”.

El jefe del Ejecutivo federal es franco con ellos. No da cifras estatales o nacionales, tampoco montos de inversión ni desliza mensajes políticos, mucho menos fija posición en torno a temas de coyuntura.

“Frente a la capacidad destructiva de la naturaleza, las mujeres y los hombres de Guerrero se sobrepusieron con capacidad constructiva para darle vida nuevamente a sus comunidades”, dice el presidente Peña Nieto y les reconoce su valor para sobreponerse a la adversidad.

Recuerda los momentos de desolación, su promesa de regresar, reconoce la labor del Ejército en labores de auxilio, rescate y recuperación de cuerpos. Dice que ha instruido a la Sagarpa y a Sedesol para apoyar la actividad cafetalera del pueblo, a fin de comercializar su producción y dar mayor oportunidad de desarrollo.

En el memorial a los muertos, el Presidente realiza una guardia de honor, luego camina por la nueva Pintada. Lo primero que le muestran es la pequeña capilla dedicada al Señor del Huerto. Se conmueve, dice que se han hermanado Atlacomulco y La Pintada.

El presidente Peña Nieto camina por las nuevas calles y pone en las manos de Juana Castro las llaves de su casa. Corta el listón para inaugurar el centro educativo que cuenta con preescolar, primaria y secundaria.

Más tarde, en Coyuca de Catalán, entrega el nuevo puente Miguel Alemán que une a esa comunidad con Ciudad Altamirano. Re cuerda su compromiso con la reconstrucción y que lo ocurrido en La Pintada marcaría el episodio “triste y trágico” que dejó Manuel.

A un costado del memorial para 71 muertos y los cinco tripulantes del helicóptero de la Policía Federal que cayó mientras auxiliaban, los lugareños pidieron poner en una placa: “El 16 de septiembre de 2013, la naturaleza quiso que este pueblo desapareciera, pero la voluntad de un hombre hizo que resurgiera nuevo y mejor. La Pintada mira al futuro con optimismo, gracias señor Presidente, su nombre no será olvidado”. El Presidente se va, lo han invitado a regresar. Ha comenzado a llover.