El día domingo, 18 de mayo, el joven (28 años) Daniel Antonio José, de la comunidad de Sabinillo, municipio
de San Juan Ñumi, Oax., se hallaba pastoreando algunas reses, magro patrimonio familiar, en el paraje conocido como Agua Paloma, cuando fue atacado por un grupo armado a eso de las 8:45 de la mañana. La vegetación y lo agreste del terreno jugaron un doble papel: por una parte, ocultaron a los agresores e impidieron que la víctima precisara su número e identificara a cada uno personalmente; por el otro, les impidió acercarse suficientemente al objetivo para asegurar el éxito: tuvieron que disparar a cierta distancia, pero no hay duda de que tiraron a matar, como lo prueba el hecho de que el único disparo que dio en el blanco entró por la mejilla izquierda y salió por la derecha, es decir, el tiro iba dirigido a la cabeza, buscando una herida mortal de necesidad.
La lesión permitió al herido poner suficiente distancia entre él y sus atacantes y comprobar que se trataba de varios pistoleros y no de un tirador solitario; también que varios de ellos (quizá todos) portaban armas largas de las conocidas como “cuernos de chivo” y que, sin duda, se trataba de gente de San Juan Mixtepec.
Pudo observar todo esto gracias a que sus agresores, luego de herirlo, se dieron a la tarea de juntar el ganado para llevárselo y, en efecto, robaron un total de 10 reses, casi todo el hato que pastoreaba Daniel Antonio José.
Es útil, para dar mayor sustento a la versión de la víctima, precisar algunos hechos adicionales. Primero, Sabinillo es un poblado del municipio de San Juan Ñumi, mismo municipio al que pertenece Santo Domingo Yosoñama, pero distinto y algo alejado de este último, por lo que no está directamente involucrado en el conflicto agrario con San Juan Mixtepec.
Sin embargo, las familias de Sabinillo y de Yosoñama son, casi todas, parientes entre sí, o sea que las unen fuertes lazos consanguíneos, y ahora también su adhesión común a las ideas del Antorchismo.
Por ambas causas, Sabinillo apoya resueltamente la causa de Yosoñama y es, además, un bastión antorchista con gran influencia en toda la Mixteca Alta oaxaqueña, tanto así que de allí, de Sabinillo, era oriundo Miguel Cruz José, el dirigente antorchista, miembro de la Dirección Nacional de nuestro Movimiento, arteramente asesinado en Tlaxiaco, Oaxaca, el 24 de diciembre de 2010.
El joven Daniel Antonio José es, por “casualidad”, pariente muy cercano de nuestro compañero impunemente asesinado, Miguel Cruz José.
Ítem más. Hace no más de dos semanas, el representante de Antorcha Campesina en la ciudad de Huajuapan de León, supo que gente de Mixtepec acababa de hacer una importante compra de fusiles AK-47 (los famosos “cuernos de chivo”) y de poco más de mil balas del mismo calibre.
El informante advertía a nuestro compañero en los siguientes o parecidos términos: te lo digo para que se cuiden tú y tus compañeros, pues yo no tengo nada contra ustedes y no me gustaría que por culpa mía, aunque sea involuntaria, les sucediese algo malo. Quien así habló es, precisamente, uno de los dueños del negocio que vendió el armamento a la pandilla armada de Mixtepec.
La información, tal como fue recibida, se transmitió al gobierno de Oaxaca y se dio a conocer a los medios de comunicación por el Comité Estatal Antorchista que encabeza el Ing. Gabriel Hernández García. No hubo ninguna reacción oficial, absolutamente ninguna; y ahora se produce el grave atentado que aquí denuncio. Que la opinión pública saque sus conclusiones.
Por otra parte, como hemos informado veraz y oportunamente, el conflicto agrario del que me ocupo por enésima vez es del pleno conocimiento del gobierno de Oaxaca, sin excluir al gobernador Gabino Cué Monteagudo; del de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) y de su titular, el señor Licenciado Jorge Carlos Ramírez Marín; y del de la Secretaría de Gobernación Federal, en la persona del influyente y muy hábil negociador, Subsecretario de la dependencia, Licenciado Luis Miranda Nava.
Por lo que respecta a las autoridades oaxaqueñas, no tengo nada más que hacer que repetir lo que ya dije en una colaboración anterior y que todo mundo en Oaxaca sabe: la estrecha alianza que hay entre el gobierno del estado y la mafia de Mixtepec, cuyo representante y eje en las “negociaciones” es el antropólogo Carlos Moreno Dervez.
De paso, debo aclarar que el papel de este funcionario y el del ex subsecretario José de Jesús Silva Pineda, recientemente renunciado, así como su cercanía e influencia con el señor Gobernador, no es acusación mía ni soy yo quien la sostiene, como dolosamente dijo algún diario oaxaqueño, sino que es opinión de un destacado miembro del propio gabinete del gobernador Gabino Cué, tal como lo dije en el artículo de referencia, cuyo nombre me guardo por razones obvias pero que daré a autoridad competente e imparcial si fuere necesario.
Respecto a SEDATU y Gobernación Federal, debo reconocer que, en las ocasiones en que se ha podido dialogar con sus representantes, ambos han prestado suficiente interés a la cuestión y han mostrado un buen nivel de inteligencia y de sensibilidad acerca de los delicados y peligrosos ingredientes del problema.
Las pláticas con ellos, por eso, han terminado siempre con la petición a los campesinos de Yosoñama, al líder del antorchismo oaxaqueño y a la representación nacional de nuestro Movimiento, de un poco más de tiempo y paciencia para vencer y desvanecer los obstáculos y las amenazas, de modo que la solución nazca de un acuerdo lo más terso posible y plenamente aceptado por ambas partes.
Los antorchistas hemos entendido sus razones y hemos accedido siempre a lo que se nos pide, en virtud de que nosotros no andamos en busca de conflictos ni de violencia, sino de soluciones para una vida mejor (no para una mejor muerte) de nuestros compañeros.
Pero…“En la tardanza está el peligro”, como dijera don Quijote de la Mancha, y el grave atentado que hoy denuncio así lo demuestra. Una y otra vez se han fijado fechas y reuniones “serias y resolutivas”, y el mismo número de veces se han pospuesto o simplemente no hay ningún avance hacia la prometida solución.
Estamos, pues, obligados a escoger: o la mafia de Mixtepec es tan poderosa que puede someter a las autoridades federales; o los llamados “operadores de campo” les juegan las contras a sus jefes, se ponen de acuerdo con la parte belicosa y temible de la litis agraria y nos engañan a todos.
Hoy, por enésima vez también, me veo en la urgente necesidad de demandar al titular de SEDATU y al señor Subsecretario, Lic. Luis Miranda Nava, su intervención enérgica y ejecutiva para hacer justicia a Yosoñama y para detener, de una vez por todas, el derramamiento de sangre inocente de los indígenas de Yosoñama. ¿Se hará el milagro?
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