«Es compromiso de todos»

La hoy la llamada zona metropolitana no era así de árida, de reseca de cálida, la naturaleza de este valle era templado húmedo. Pero la urbanización, los tendidos de redes telefónicas, eléctricas, han quitado de su camino cuanto árbol se encuentran.
Las propias autoridades municipales y la sociedad con una absoluta falta de cultura hacia la preservación de la vegetación, han tolerado y hasta ha apoyado una permanente tala de árboles de todo tamaño; en muchas ocasiones con el pretexto baladí de que “tiran muchas hojas” o que es por la remodelación de la ciudad como el más reciente en la calle de Arista o la agresión por ignorancia de los árboles que talaron en la plaza de los Fundadores, esto sin contar la tala masiva que se hizo en la ciudad durante el periodo de Victoria Labastida ahí está el ejemplo de la alameda.
Uno de los problemas que se agudizan con los años en el país, sobre todo en la llamada mesa central y zona norte, es la sequía, la aridez.
Pero en el caso de la ciudad de San Luis Potosí es una aridez no de origen de este valle, sino una aridez provocada por la desertificación y que los legisladores en sus programas de desarrollo territorial no han considerado esta circunstancia causando año con año un clima más atroz, más agresivo hacia la especie humana, ya que dada la aridez del medio ambiente la naturaleza reseca cuanta humedad encuentra, entre ella, está la humedad natural del cuerpo humano, tanto en las mucosas como en la piel.
Pero yo estoy seguro que podemos ir transformando la zona metropolitana para vivir mejor: podemos ir regresando la forestación que tuvo hace décadas para retornar el clima templado húmedo que fue privilegio de esta zona.
Lo podemos hacer, si por ley cada una de las más de 300 mil viviendas registradas en catastro del municipio de San Luis Potosí y más de 70 mil en Soledad de Graciano Sánchez se obliga a sembrar y cuidar un árbol con características para crecer en la mancha urbana frente a su casa y a cambio los ayuntamientos hacer un descuento en el impuesto predial que se paga cada año, de no hacerlo se les cargaría un impuesto que directamente se destinaría para pagar quien siembre y cuide del árbol que el contribuyente no sembró.
El Poder Legislativo deberá establecer un servicio social en las secundarias y preparatorias oficiales con la finalidad de que cada plantel se responsabilice de la forestación de una determinada área de su entorno asignando la siembra y el cuidado de 3 árboles por alumno que durante su estancia cuiden y hagan crecer.
Los recursos económicos para financiar este programa pueden tener su origen en la Comisión Nacional Forestal en la SARH, en la SEMARNAT y en el propio gobierno del estado.
Por otra parte los recursos de los estacionómetros (en inglés, parquímetros) podría destinarse a este proyecto de forestación.
Y así, a lo largo de 3 o 6 años fácilmente habría en la zona metropolitana más de un millón de árboles plantados. Y esta actividad daría un sentimiento de pertenencia o identidad de aquellos que participen en este programa, ya que la mayoría a fin de cuentas acabaría identificándose con el árbol que sembró y cuidó durante 3 años.
Este programa ya se aplicó en la ciudad de San Luis Potosí en los primeros años de la década del 60 en que hubo una intensa reforestación con alumnos del internado Damián Carmona y de la naciente secundaria Camilo Arriaga para reforestar con pinos una buena parte del camino a la presa.
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