Carlos Bracho, actor, escritor y periodista

El día 7 de junio próximo, El Club de Periodistas de México, AC, Delegación Veracruz, para festejar la libertad de expresión y fortalecerla, en amplia ceremonia le entregará, entre otros, a Carlos Bracho la “Presea a la Libertad de Expresión”. Muchos se preguntarán ¿por qué tal reconocimiento a un actor? La respuesta es larga. Trataré de simplificarla.
Conozco a Carlos Bracho desde hace muchos años. Sus inquietudes lo han llevado a multitud de campos. Es cierto, el principal, donde ha dejado mejor su huella, es en la actuación. Exitoso actor de cine, televisión y teatro desde su juventud, ha sido también escritor y periodista, político progresista y un fanático coleccionista de juguetes mexicanos y plantas cactáceas.
Como político ha sido diputado federal y candidato a gobernador del Estado de México por la izquierda mexicana. Junto con Heberto Castillo, dio largas luchas para que México saliera del partido único. En varios diarios capitalinos Bracho combate políticamente, es tenaz y suele dejar su estilo amable y caballeroso para convertirse en fiero rival del sistema.
En su faceta literaria, ha publicado un par de libros de relatos, donde aparece un escritor con un amplio sentido del humor. Algunas de sus más graciosas anécdotas las ha convertido en gratas historias. Uno de sus libros, Cuentos cínicos, publicado por la UAM-X, fue una obra exitosa que pronto se agotó. Del teatro y de las letras ha saltado a trabajar en el INBA: es uno de los actores que frecuentemente viajan a diversas ciudades a leer a los grandes autores del castellano.
En lo personal, hemos participado en muchas conferencias sobre diversos temas literarios. Su generosidad me la ha probado acompañándome a presentar libros míos. Recuerdo que cuando Bellas Artes me hizo un reconocimiento por la aparición del primer volumen de mis Obras completas en la editorial Nueva Imagen, proyecto que fue truncado cuando vendieron la empresa a un consorcio extranjero, Carlos Bracho y la notable y bella actriz Jacqueline Andere leyeron fragmentos de mis novelas Tantadel y La canción de Odette. Actualmente, Carlos tiene una columna en la revista digital “El Búho”, donde suele hablar de los temas que más le interesan: teatro, literatura, política, gastronomía, mujeres y sus más cercanos amigos.
Las inquietudes políticas de Carlos Bracho las ha puesto en varios periódicos, entre ellos en el Diario de México, donde escribió muchos años. Sus artículos eran como su oratoria, fogosos, duros y sumamente críticos. Por ellos, merece más de una medalla o reconocimientos. No es frecuente en México ver a un actor de su talla, expresarse con dureza contra el sistema.
Carlos Bracho fue también mi compañero de andanzas literarias iniciales. Asistía a las sesiones del taller de Juan José Arreola. Y ya que hablo de escritores, para colmo, también es un destacado fotógrafo. Hace un par de años en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, durante la Feria del Libro, expuso una excelente colección de fotografías de escritores latinoamericanos.
Por todo ello, muy velozmente narrado, me da gusto acompañar a Carlos Bracho en el momento en que el Club de Periodistas de México, AC, Delegación Veracruz, le entregue una de sus preseas en Xalapa. El destacado actor tiene muchas facetas y en todas se ha comportado con talento y dignidad.
Felicidades, querido amigo de andanzas y recordanzas.
Resistencia al olvido: Andrés Iduarte
Andrés Iduarte nació en San Juan Bautista, Tabasco, hoy Villahermosa; su formación se la debe a la Universidad Nacional de México, los posgrados a la Universidad Central de Madrid y a la Universidad de Columbia en Nueva York. Hizo una larga carrera académica y ocupó puestos relevantes dentro de la educación y la cultura. Su última gran tarea de política cultural la tuvo al frente del Instituto Nacional de Bellas Artes, de 1952 a 1954. Murió en 1969, dejándonos recuerdos imborrables y libros formidables como
El libertador Simón Bolívar, Veinte años con Rómulo Gallegos, Elogio de México, Alfonso Reyes, el hombre y su mundo, El mundo sonriente y En el fuego de España. Sobresale su hermoso libro Un niño en la Revolución Mexicana. Libros todos de estilo delicado, cuidado y hermosa prosa.
Lo conocí personalmente en las oficinas del antiguo edificio del Fondo de Cultura Económica en avenida Universidad. Ambos éramos autores de tal empresa. El primer encuentro fue muy formal. Nos presentó Salvador Azuela y platicamos acerca de libros. Fui más lejos y le pregunté por un hecho de su vida, muy significativo en la vida cultural: la muerte de Frida Kahlo. Su plática fue cautelosa y no fue más allá de lo sabido públicamente. Quizá la diferencia de edades lo hizo cauto. La muerte de Frida Kahlo desconcertó a sus amigos y admiradores y hasta a rivales. El velorio en el Palacio de Bellas Artes fue presenciado por cientos de comunistas. Diego Rivera pidió que le pusieran al féretro la bandera roja por respeto a la causa que ambos habían abrazado con devoción. La reacción del gobierno fue brutal y lo despidieron. Iduarte optó por irse a trabajar a Estados Unidos y recién regresaba jubilado; fue cuando lo conocí. Tuvo la gentileza de obsequiarme dos libros suyos, uno era justamente Un niño en la Revolución Mexicana, autografiado. Ambos están ahora en el Museo del Escritor.
Cuando releí Un niño en la Revolución Mexicana le encontré mayores méritos que durante la primera lectura. Redescubrí su muy hermosa prosa, su estilo elegante y lamenté mucho no haberlo conocido antes. Por fortuna nos legó libros de memorias. Don Andrés Iduarte al final de su vida, como yo lo vi, era un hombre educado, gentil y fino. No me parece que haya modificado su carácter con el paso de los años. Por recuerdos de amigos suyos (y míos) como Andrés Henestrosa y José Luis Martínez, siempre fue el mismo. Desde sus mocedades debió ser un hombre distinguido que guardó con emoción sus distintos sentimientos, a veces encontrados, que le produjo el movimiento revolucionario. No todos fueron capaces de amar o entender la justa violencia de la Revolución Mexicana.
Sin duda, la visión de Iduarte contrasta con la admiración que produjo en sus contemporáneos la Revolución. Sus páginas al respecto son las de un niño asustado por la brutalidad. Al contrario de Rafael F. Muñoz o el propio Martín Luis Guzmán. Visto en conjunto el movimiento político social de enorme violencia, produjo una literatura de gran peso y alta calidad que en todos los casos produce una sensación de tristeza, fue una revolución grandiosa que estaba destinada a fracasar. Acaso la mejor metáfora de la época la proporcione Mariano Azuela en Los de abajo.

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