En algún momento pasamos de país a botín. Creo que existe fecha o al menos se puede intentar con un recuento de sucesos de años recientes, del panato para acá. No se trata de desacreditar a un partido cuyo derrumbe acabamos de presenciar. Sólo de fijar hechos que nos colocaron en tan triste situación de país corrupto y sin remedio, como se sabe o creen saber en el ámbito internacional.
Como suelen decir, numeritos hablan. Los millones de militantes que presumían los panistas en los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón con una nómina inflada quedaron en unos cuanto miles de los que también habría que dudar puesto que las leyes que ellos, los partidócratas elaboran, están pensadas sabiamente para el ocultamiento. Lo importante no es la militancia, sino la capacidad de negociación para las prebendas.
Éste es el resultado de las elecciones panistas, las que sus veteranos militantes interpretan como verdadero ejercicio democrático. Lo pusieron como ejemplo, pero haciendo de lado las noticias de la parte más sucia, las acusaciones mutuas de los suspirantes por corrupción, clientelismo, cohecho, compra de votos y otras lindezas que para su desgracia no pudieron atribuir en esta oportunidad a los tricolores.
Hasta el último mes de diciembre de 2000, cuando finalizó el largo periodo priista, las autoridades se sometían a juicios más en tribunales que en las páginas de los periódicos. Así se cumplía un rito de indignación que hacía pensar a la gente que había un barniz de justicia y que nadie estaba exento de ser sometido al escarnio de un tribunal o unos jueces, desde luego tradicionalmente a la medida del asunto.
De qué se trataba: castigar a quienes se salían del redil y no respetaban reglas puntualmente seguidas por los políticos. En esa forma vimos caer a Jorge Díaz Serrano cuya culpa había sido sentirse o lanzarse como el más viable aspirante a la candidatura del PRI a la Presidencia.
Y ése no era el juego. Vimos particularmente en esa sucesión, la mano oscura del que los extremistas de izquierda llaman el Imperialismo Yanqui que se metió hasta la cocina y no sólo tuvimos un presidente que preparó el camino para un egresado de las culturas del norte, Fox, sino que aceptó que los vecinos del norte le nombraran hasta a su jefe de prensa.
Ése fue Miguel de la Madrid, que le cedió los trastos a Carlos Salinas y éste, a su vez, a Ernesto Zedillo. Una trilogía a la que la historia no absolverá; los recordará como autores de los desastres que padecemos en lo financiero y en las economías familiares. Privilegiaron lo macro y dejaron en la orfandad a las clases populares.
Para que los mexicanos de a pie entendamos, las más recientes discusiones en las cámaras legislativas y en el Poder Judicial se dan en torno a reglas que permitan el desmedido aumento en las percepciones de quienes pueden torcer leyes y reglamentos. Es más, para crear, así sea clandestinamente, nuevos preceptos bajo los que se regirán los afortunados que le peguen a la lotería de un cargo de larga duración.
Porque cambian los funcionarios y los partidos se reparten las cuotas y fijan periodos transexenales para que sus cuates no pierdan el hueso. Consejerías de nueve años, por ejemplo, pero con perspectiva de empleomanía que ampare a los que trabajaron el hueso a favor del amigo. Asesores de cien mil o 200 mil pesos mensuales y sin obligación de cumplir horario o días de labor.
Los magistrados pelean un retiro similar al de los abusivos ministros de la Tremenda Corte: Casi medio millón mensual, auto nuevo bianual, chofer, secretaria y ayudante. Similar dispendio de los egresados de empresas del Estado relacionadas con las finanzas, ergo: Nacional Financiera o los bancos agrario, rural, azucarero y otros, la mayoría ya no existen, pero las mensualidades llegan, puntuales, a quienes laboraron más de un semestre en esas dependencias.
Manlio Fabio Beltrones, culpable del actual desorden en el que el Congreso se la creyó y se impone a base de acuerditos, leyecitas y reglamentitos sacados de la manga como fulleros de casino pueblerino, anuncia que los que reclaman trato de descendientes del rey Juan Carlos de Borbón y Parma sólo contarán con dos años de pensión porque en ese tiempo no podrán contratarse en otro lugar.
La ley no les impide vender billetes del Melate, repartir tarjetas en la Zona Rosa, franelear en la Condesa o trabajar en cualquier otro empleo decente y remunerado, aunque nunca como el que disfrutan. Bien decía mi Padre, Alfonso Ferreyra León: hay gente a la que le estorba el título para ganarse decentemente la vida. Y tenía razón.
La lucha en todos los frentes es agandallar más dinero, sin ocultamiento. Después de todo vivimos en la cultura de que el que no agarra es imbécil y el que agarra mucho y a tiempo, es empresario o financiero o simple “gente decente o gente de razón”.
Según la Organización Internacional del Trabajo, México cuenta con uno de los índices salariales más bajos del continente, comparables a los de ciertos países de África. Y siete sujetos que firmaban estudios y análisis de sus auxiliares en el Tribunal Federal Electoral, porque no supondremos que se tomaban tanto trabajo, recibirán alrededor de 730 millones de pesos. Pero mientras eso llega, se conformarán con cuatro melones anuales.
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