El grupo de investigación encabezado por la doctora Teresa Fortoul van der Goes, del Departamento de Biología Celular y Tisular de la Facultad de Medicina de la UNAM, es el pionero en el estudio de los efectos del vanadio inhalado.
Comentó que es una vía poco explorada, no sólo el vanadio, sino el conjunto de metales que inhalamos todos los días y que pudieran tener alguna relación con distintas enfermedades.
“Este y otros metales van en las partículas que inhalamos y nuestro petróleo, que es el que consumimos aquí, tiene más vanadio que otros. Este metal no se elimina con la refinación, de tal manera que está presente en nosotros de una forma u otra”, afirmó la investigadora universitaria.
Efectos en sangre y sistema inmune
Integrantes de su laboratorio se han dedicado a evaluar los efectos de la exposición al vanadio vía respiratoria en un modelo animal.
“Cuando estudiamos los efectos del vanadio en sangre, observamos que sí había alteración en el número de eritrocitos y en la cantidad de hemoglobina, es decir, los ratones se volvían anémicos”, informó la doctora Adriana González Villalva.
Al medir el impacto en la célula megacariocito, que se encuentra en la médula ósea y que es la precursora de las plaquetas, encontró que sí estaba aumentada su proliferación y había muchas plaquetas en la sangre, pero éstas no funcionaban adecuadamente. Por el momento, la investigadora trata de identificar los mecanismos moleculares para explicar dicha reproducción.
Por su parte, la doctora Vianey Rodríguez Lara ha enfocado el modelo de estudio a los órganos linfoides, los cuales son parte del sistema inmune que nos protege en contra de enfermedades. Encontró que no era normal que los ratones empezaran a tener una desorganización en la estructura de estos órganos.
Las células del sistema inmune, como los linfocitos y leucositos, se incrementan por la exposición al vanadio, empiezan a producir anticuerpos, que son las proteínas que nos protegen contra ciertas enfermedades, pero estos son disfuncionales. Eso podría estar explicando -dijo- por qué las personas en las ciudades tienen algunas infecciones recurrentes, lo cual todavía tiene que probarlo.
Por su parte, la doctora Laura Colín Barenque, quien ha trabajado en los efectos del metal en el sistema nervioso, estudió el bulbo olfatorio, que es el sitio a donde ingresa inicialmente este metal. Observó que hay muerte neuronal, alteración en el olfato y pérdida de espinas dendríticas que son el sitio donde se realiza la sinapsis entre una neurona y otra, así como la pérdida de la memoria espacial asociada al daño en las neuronas piramidales del hipocampo.
La función reproductiva de machos y hembras también resulta alterada por la inhalación del metal, según los resultados de la doctora Patricia Bizarro Nevares. “Lo que hemos encontrado son alteraciones en el ciclo estral de las ratonas que altera la producción de hormonas sexuales, y a futuro vamos a ver si esto repercute en la reproducción tal cual, es decir, en el número de crías. En el caso de los machos, la inhalación de vanadio induce anormalidades y muerte en las células germinales, las cuales son precursoras de los espermatozoides”.
Y eso no es todo. Los daños del vanadio alcanzan el material genético. La doctora Marcela Rojas Lemus evaluó si se podría mitigar este daño por medio de la administración de antioxidantes como el ácido ascórbico y encontró que aunque hay una disminución significativa del daño genotóxico, este antioxidante también funciona como agente genotóxico.
Dado que las alteraciones en el organismo a causa de la inhalación de vanadio pueden ser diversas, este grupo de investigación continúa los estudios que permitan ampliar el conocimiento sobre este y otros metales potencialmente peligrosos.
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