“¡Mete muchos goles m’ijo!”, repite en cuatro ocasiones Rebeca Ramírez frente a los restos de su hijo Héctor Alejandro Méndez Ramírez.
Coloca en el ataúd la camiseta del América, el equipo preferido de su hijo y rompe en llanto.
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Era el equipo favorito de “Mini” o “Jano” —como le llamaban sus amigos— . Soñaba con ser futbolista.
Junto a la señora está su esposo Francisco Javier Méndez, su hija Rocío y su hijo Abisaí, “mira cuánta gente y compañeros piden justicia por ti, m’ijo”, exclama la señora. A la derecha del féretro, rodeado de coronas, se observa un perrito de peluche que le llevaron sus amigos.
Ninguno de los presentes soporta el llanto. La capilla número 3 de la funeraria está llena de amigos y familiares. Todos lloran.
Son las 16:30 horas del martes. Por la mañana, a las 5:20 horas, Alejandro falleció en el Hospital Infantil, a consecuencia del traumatismo craneoencefálico severo que sufrió el miércoles de la semana pasada en el salón de clases, en la Escuela Secundaria General número 7.
La versión de los padres del niño ha sido que su hijo relató que cuatro compañeros lo aventaron sosteniéndolo de sus manos y pies, en algo conocido como “columpio”.
“A mi hijo se le formó un coágulo en el cerebro, resultó con traumatismo craneoencefálico grave. Ni la maestra ni los directivos actuaron correctamente”, agregó la señora Ramírez.
Cuando la hermana del niño, Ema Rocío, fue por él a la escuela, la subdirectora le dijo que su hermano había sufrido un accidente y un prefecto los llevó a su casa. Nunca llamaron a un hospital ni a los padres para que fuera atendido.
La familia, en primera instancia, llevó a Alejandro al IMSS y ante la gravedad de su lesión, fue trasladado para su atención médica al Hospital Infantil.
Al darse a conocer la muerte del adolescente, estudiantes y padres de familia organizaron una protesta a las 13:00 horas el día de ayer frente a la secundaria.
Decenas de manifestantes, en su mayoría jóvenes, pidieron justicia y castigo para los involucrados.
“Asesinos, justicia”, se leía en una manta, así como en algunas cartulinas, mientras gritaban, entre otras consignas, “acabemos con el bullying” y “Justicia para Mini”. Era evidente la molestia y el dolor entre los jóvenes. Al lugar llegaron elementos de la Policía Estatal.
En entrevista, el secretario estatal de Educación, Diódoro Guerra Rodríguez, reveló que la profesora encargada del grupo y la subdirectora de la secundaria donde estudiaba Alejandro habían sido separadas de su cargo. “Esto nunca debió haber pasado; nos obliga a hacer un alto en el camino y reflexionar qué se hizo mal”, expresó.