Por Carlos Ramirez
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La Corte Suprema de Justicia de la Nación y la UNAM han puesto en objetivo a la Comisión Nacional de los erechos Humanos
para engullírsela, sólo que las dos primeras instituciones han sido tocadas por recomendaciones por acoso sexual que lastimaron a algunos de sus miembros más preclaros.
Pero en lugar de que la SCJN y la UNAM salieran a defender a las mujeres afectadas en recomendaciones, las dos prefirieron acusar al presidente de la CNDH, Raúl Plascencia Villanueva, y pasaron a afilar sus armas para quedarse con el cargo que se renueva a finales de este año.
El desdén de la Corte a la CNDH fue más que evidente a principios de mayo cuando el presidente del tribunal constitucional, Juan Silva Meza, decidió pasarse la Constitución y las leyes por el arco del triunfo al recibir en privado al presidente de la CNDH para la entrega del informe de labores 2013.
La Constitución que los ministros de la Corte supuestamente vigilan para su cumplimiento dice en el apartado B del artículo 102 que la CNDH debe entregar un informe anual y el artículo 52 de la CNDH establece la presentación del informe anual ante “los poderes de la unión” y claramente que el informe se presentará “ante el pleno de la Suprema Corte de Justicia”.
Pero el ministro presidente Silva Meza estaba muy enojado con la CNDH por la recomendación 32/2013 de la CNDH contra el ministro jubilado y ex presidente de la SCJN Genaro Góngora Pimentel por la violación de los derechos humanos de su esposa e hijos. Como mafia, la Corte actuó con espíritu de cuerpo, desdeñó al presidente de la CNDH por atreverse a sancionar a un ex ministro, violó las reglas de diez años para la entrega del informe de labores que debió ser ante el pleno y Silva Meza sólo le otorgó tres minutos en su despacho privado y sin palabras de por medio.
El enojo de Silva Meza por el caso Góngora en la CNDH se advirtió al terminar la entrega; Plascencia dio una conferencia de prensa de banqueta afuera de la Corte porque no le prestaron instalaciones y alguien grabó a un espía de Silva Meza quien dijo por teléfono, colocado justo a espaldas de Plascencia: “este cabrón ya comenzó a hablar de Góngora”.
Al final, el ministro presidente Silva Meza no hizo más que hacerse cómplice moral de la violación de derechos humanos del ex ministro Góngora hacia su familia al castigar a la CNDH con una presentación en lo oscurito del informe 2013, en el que iba la recomendación contra Góngora.
En el mismo caso está el rector de la UNAM, el priísta José Narro Robles. Como la CNDH presentó una recomendación por el acoso dentro de la autodenominada máxima casa de estudios, ahora el rector ha decidido tomar por asalto la CNDH y colocar ahí a un incondicional. Sin embargo, el 14 de mayo hubo una marcha de protesta de estudiantes y grupos feministas por tres casos más de agresión contra mujeres en una situación formal de violencia de género.
Distraído en consolidar la llamada República UNAM como guardiana del modelo político priísta, el rector Narro Robles quiere copar la CNDH que fue fundada por el ex rector Jorge Carpizo McGregor y convertirla en un cacicazgo unamita. Lo malo, sin embargo, es que Narro está acumulando denuncias de violación de los derechos humanos en la UNAM mientras él se dedica a la política en pos de un cargo en el gabinete presidencial cuando termine su gestión rectoral a finales del próximo año 2015.
Lo malo de ambos casos radica en el hecho de que los titulares de la Corte y de la UNAM quieren apoderarse de la CNDH no para profundizar su vigilancia de los derechos humanos, sino para subordinarla a intereses políticos y de grupo y para esconder a la Corte y a la UNAM de la vigilancia institucional.