Michael Jackson, Fidel Castro, Audrey Hepburn, Monica Lewinsky, Margaret Thatcher y cada presidente estadounidense y primera dama desde Richard Nixon. Los protagonistas del último medio siglo se confesaron con Barbara Walters, pionera y gran dama de la televisión que ahora deja la pantalla a sus 84 años.
Walters abrió camino a la mujer en un medio que, como toda la profesión, estaba dominado por hombres. Fue la primera presentadora de un programa matutino, la primera presentadora de un espacio de noticias nocturno, y la primera presentadora en amasar un millón de dólares. Aunque dicen de ella que se ablandó con los años, lo cierto es que con su verbo ágil y sus reflejos logró sorprender a sus entrevistados con la guardia baja y arrancarles declaraciones que han hecho historia.
Pese a las críticas, nunca tuvo reparos en entrevistar con la misma exhaustividad a una estrella del pop que a un jefe de Estado y se preocupó más de lo que cada uno tenía que contar que de si se trataba de un personaje más o menos serio.
Más que entrevistas, lo suyo eran conversaciones. Diálogos a cuyo término el espectador había descubierto en ocasiones tanto o más de la periodista que del invitado. Por esta empatía y apertura emocional muchos consideran el suyo un periodismo personalista y le afean que con su arrolladora presencia en pantalla robara a veces protagonismo al propio entrevistado.
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