Relatos de la vergüenza

Un empresario consentido, premiado por el panismo, causante de la desgracia aeronáutica más grande de la historia, se afianza en la dureza de la cara y como si viviera bajo el dominio de su imperio tracalero, se apersona en los Estados Unidos para solicitar (prófugo él) la noble condición de asilado político.
Pocas veces una primera plana nos ofrece, además del panorama informativo, el retrato de un tiempo o —si se quiere— la caricatura de un país donde deberíamos vivir en el asombro de nuestra vergüenza. No se sabe si ésta nos debería rebelar o deberíamos estar ofendidos por no hacerla pública, pero en las líneas de ayer en la portada de Crónica, nos encontramos, nos definimos y nos explicamos como país.
Vea usted:
“El Instituto Mexicano de la Competitividad reveló que en el país 70 maestros ganan más de 193 mil pesos al mes, superando el salario del presidente Enrique Peña Nieto (120 mil pesos mensuales).
“Lo anterior fue expuesto en el estudio Mapa del Magisterio de Educación Básica en México, donde se especifica que el salario promedio de un maestro en México es de 25 mil pesos.
“Solo cuatro (profesores) laboran en alguna escuela que aparece catalogada como excelente y dos en alguna que aparece catalogada como bien. El resto se encuentran reprobadas o pasan de panzazo, la mayoría están ligados a subdirecciones”, explicó Alexandra Zapata, coordinadora del proyecto.“El documento señala que 91 mil profesores ganan 44 mil pesos al mes, y más de siete mil docentes tienen un salario que supera los cien mil pesos”.
Más allá de los posibles errores en esta medición, hay algo notable y vergonzoso (esta palabra se usará mucho en lo sucesivo; no quiero sinónimos): el gasto educativo se usa en este país para financiar una buena parte de la industria de la corrupción. Y lo peor, en el campo más sensible, en el área de siembra cultural cuya importancia teórica debería ser única e intocable.
Pero hay más. Un empresario consentido, premiado por el panismo, causante de la desgracia aeronáutica más grande de la historia, se afianza en la dureza de la cara y como si viviera bajo el dominio de su imperio tracalero, se apersona en los Estados Unidos para solicitar (prófugo él) la noble condición de asilado político. Vaya asunto vergonzoso.
“El ex presidente del Consejo de Administración de Mexicana de Aviación, Gastón Azcárraga Andrade, quien cuenta con una orden de aprehensión en México por el delito de operaciones con recursos de procedencia ilícita, solicitó asilo político en la ciudad de Nueva York en Estados Unidos.
“Así lo confirmó la subprocuradora Jurídica de la Procuraduría General de la República, Mariana Benítez Tiburcio, quien comentó que Azcárraga Andrade fue ubicado por las autoridades migratorias de Estados Unidos porque venció su visa de turista y está a disposición de un juez migratorio”.
Pero si no fuera suficiente, revisemos este otro asunto. Más vergüenza:“Citigroup y su filial mexicana Grupo Financiero Banamex concluyeron la investigación relacionada con el presunto fraude en una línea de su programa de factoraje para empresas proveedoras de Pemex, entre ellas Oceanografía, lo que derivó en el despido de 11 funcionarios de la institución”.
Los visibles y los invisibles
Los ciudadanos han vivido en el filo de la zozobra, en el balcón de la congoja mientras las calles y los caminos se llenan de cadáveres y las historias familiares se tiñen de anécdotas macabras sobre levantones, ejecuciones y crímenes de toda laya, contra los mexicanos o contra los emigrantes.
Golpea el gobierno a la negra organización de Los Zetas y le saca de circulación a uno de sus líderes históricos (Galdino Mellado), mientras en Tamaulipas, estado cuya silueta ha sido hallada en los emblemas adheridos a las casacas de campaña (reales o espurios) de los terroristas narcotraficantes, asesinos y secuestradores, nuevamente se ensaya un mecanismo de control; dividir la zona en varias regiones, hacerlo por cuadrantes, por áreas más fáciles de cubrir y controlar, supervisar y donde las actividades atomizadas sean más simples de vigilar y meter al orden.Patrullajes de fuerzas federales las 24 horas del día los siete días de la semana y suponemos los doce meses del año con todo y sus cincuenta y dos semanas; ojos abiertos minuto a minuto, revisiones, retenes, marinos y soldados, y todo esto bajo la mirada severa del Gabinete de Seguridad Nacional reunido en las tierras tamaulipecas como ha ocurrido ya en tantas otras ocasiones sin verse hasta ahora los resultados de tan contundente despliegue de poder.
“Habrá mandos especiales —ha dicho el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio—, a cargo de las secretarías de la Defensa Nacional y Marina con más recursos humanos, técnicos y de inteligencia…”. Bendito sea Dios, diría la beata.
Nueva estrategia para los viejos problemas, porque no podemos hablar de una nueva crisis tamaulipeca, pues ya son hartos los años (la palabra ‘mucho’ es insuficiente, allá todo es mucho, es demasiado) en cuyo tránsito los ciudadanos han vivido en el filo de la zozobra, en el balcón de la congoja mientras las calles y los caminos se llenan de cadáveres y las historias familiares se tiñen de anécdotas macabras sobre levantones, ejecuciones y crímenes de toda laya, contra los mexicanos o contra los emigrantes.

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