En el mundo hay, para cada tema de importancia,
foros especializados. Lo mismo para cuestiones
económicas o financieras; de ecología o sustentabilidad. Foros para la energía atómica, foros para el análisis del petróleo; organizaciones académicas con centros de investigación cuya productividad y abundancia abruman.
Nadie sabe, a ciencia cierta, cuántos de cuánta hondura son los especialistas mundiales cuya labor, hoy mismo, nos va a dar luz sobre tantos temas a veces ajenos a las preocupaciones municipales y espesas de nuestra incesante contribución nacional al bizantinismo disfrazado de interés público en distintas materias.
Los mexicanos, en muchos temas, parecemos estar condenados a discutir en la noria, no en el campo abierto.
En ese sentido las preguntas, primero, y la reciente convocatoria, más bien conminativa, al debate sobre la reforma energética (ya elevada a rango constitucional, por cierto, lo cual la vuelve sagrada y pétrea) deberían ser analizadas después de una comparación con las preocupaciones similares en otras partes del mundo.
Actualmente en Rusia ha venido sesionando el Foro Internacional de Energía (IEF). Se trata de un organismo conformado por 87 países, los cuales determinan el 90 por ciento de la oferta y la demanda de petróleo y gas en el mundo.
El IEF tiene como objetivo impulsar el diálogo entre participantes en el mercado energético, promover acuerdos y garantizar la seguridad energética global sobre una base de transparencia e impulso al mercado energético. Lo forman países integrantes de la Agencia Internacional de Energía (AIE) y de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP); además, incluye a naciones con gran participación en el área de energéticos como Argentina, Brasil, México, India, China, Rusia y Sudáfrica, entre otros, contribuyendo en su conjunto al Çdesarrollo y al diálogo energético global.
Por más de 22 años el IEF ha procurado promover un equilibrio entre los países y sus diversos intereses, a menudo, difíciles de conciliar; sin embargo, a pesar de las diferencias, los estados miembros comparten el objetivo de fortalecer el diálogo, con plena conciencia de los desafíos de productores y consumidores de energéticos.
Para esta organización la reciente convocatoria y su fácil aprovechamiento politiquero, tienen algunos defectos de origen: se plantean como reivindicaciones de orden doctrinario, en el mejor de los casos, y no pueden ser considerados como un ejercicio cierto, serio y responsable en términos técnicos, pese a su fachada.
“El énfasis de las preguntas, aunque usa como marco la reforma energética, se centra en situaciones de naturaleza política o de debilidades estructurales del sistema mexicano, con una alta dosis de matices y juicios preconcebidos”, dice una fuente cercana al IEF.
“Las preocupaciones prioritarias de los países productores y consumidores de energía históricamente son otras. Tratando de centrar un ejercicio serio e imparcial las reguntas realmente importantes sobre las cuales se podría debatir con amplitud, podríamos analizar:
1.- ¿Existen las condiciones políticas en México para garantizar la atracción de la enorme inversión extranjera requerida para explorar con amplia certidumbre zonas de posibles yacimientos?
2.- ¿Con qué bases pretende el gobierno mexicano convencer sobre la pertinencia de invertir en proyectos de alto riesgo a empresas internacionales para convertirlos en socios estratégicos indispensables en el sector de los hidrocarburos?
3.-¿Cómo asegurar el retorno de la inversión a mediano y largo plazo ante condiciones de tensión política y social presentes y no resueltas, altamente impregnadas de posturas ideológicas ajenas a los verdaderos retos técnicos que implica la extracción y transformación de hidrocarburos en esta parte del siglo XXI?
Y eso para comenzar.
Quizá ese cambio de enfoque pudiera dar mejores resultados o al menos algunos no tan parroquiales como aquellos en cuyo fondo yace la mitología “lopezvelardiana” de los veneros del petróleo, el diablo y el establo.
Las preguntas actuales, instaladas en la convocatoria de lo “políticamente correcto”, no pueden ser interpretadas como un signo de modernidad; el debate de ellas emanado se asentaría en abstracciones de naturaleza local, absolutamente ajenas a la lógica de los mercados y del mundo actual; promovería la desconfianza del tema en general, y nos anclaría en el regodeo de la “antimodernidad”.
Las preguntas publicadas centran el debate en un marco por completo ajeno al interés del mundo actual de la energía pues pareciera centrarse en definir si un monopolio del Estado puede o no, aceptar dinero privado para convertirse en una empresa competitiva, mientras el pulso internacional se ubica en enfrentar el ciclo de la debacle de los hidrocarburos y la auto sustentación energética de las fuentes tradicionales y alternativas.
Pero para una mejor comprensión de la naturaleza de este foro, cuyas deliberaciones nos deberían ocupar un poco, debemos ofrecer algunos datos. Tiene su sede en Riad, Arabia Saudita, cuenta con una Secretaría General, apoyada de manera conjunta con representantes de los actores internacionales y su director general es, casualmente, un mexicano.
Aldo Flores Quiroga estudió Economía en la Universidad Autónoma de Nuevo León y obtuvo su doctorado en Ciencia Política-Internacional de Economía Política, con especialización en teoría económica y economía política internacional, en la Universidad de California, en Los Ángeles.
Dirige el IEF desde enero del 2012. Anteriormente se desempeñó como Director General de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Energía (2007-2011) y fue Director General de Relaciones Económicas Bilaterales de la Secretaría de Relaciones Exteriores (2001-2005).
Durante su gestión en el gobierno nacional, Flores Quiroga participó en conferencias y foros internacionales de la Agencia Internacional de Energía Atómica Nuclear (OIEA), la Agencia para la Energía Nuclear (AEN), la Organización para el Desarrollo Industrial de las Naciones Unidas (ONUDI)
El Foro Internacional de Energía (IEF), el Centro Latinoamericano y del Caribe Organización de Energía (OLADE) y la recientemente creada, Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA).Es autor de varias publicaciones sobre asuntos económicos, cuya relación sería prolija e innecesaria por ahora.
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