Indice Politico

Bien decían las abuelas: «El que nace para pito, nunca llegara a corneta.» Se lo recuerdo porque, tal parece que dentro de la actual administración federal se sigue a pie juntillas la famosa «Ley de Parkinson», reforzada por estudios de Peter, Hull y Murphy, consistente en que «cuanto más tiempo se lleve en hacer algo, más se tardarán en hacerlo».
Y sí, «se aumenta la cantidad de subordinados, siempre y cuando no sean rivales» y sí, «se aumentan chambas para nuevos cuates, aunque no tengan qué hacer».
«Todo cargo tiende a ser ocupado por un empleado cada vez más incompetente», apunta el inglés.
Y en México, los altos burócratas han aprendido bien. Hay funcionarios que se han convertido en íconos de esta manera de «trabajar». Para muestra, el titular de eso que se llama SEDATU.
Sí, la Secretaria que le otorgaron al yucateco Jorge Carlos Ramírez Marín, pensando que era un «monstruo» de la política –ya que es un buen simulador– y que fuera diseñada por expertos del desarrollo regional y estructural del país. Así, en la Ley y en las reformas constitucionales aprobadas por el Congreso, la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano era un verdadero trabuco con soluciones sencillas y sensatas, de esas que raras veces aparecen en el horizonte administrativo.
Era un verdadero instrumento para transformar a México, repensar los términos de la distribución del ingreso, reordenar a la población, impulsar el desarrollo rural agropecuario y recuperar los valores y plusvalías de las reservas territoriales, entre otras cosas.
Pero llegó el yucateco Ramírez Marín. Y lo primero que hizo fue declarar contra los constructores de vivienda y fantasear con que la Secretaría tenía muchas reservas urbanas a la mano para desarrollar las viviendas en otros lugares, más cercanos a los servicios urbanos.
Hasta ahí, parecía que la lógica y la racionalidad imperaban…

YERROS EN CADENA

Pero todo era falso. Producto de mentes calenturientas peninsulares.
Y con su declaración de que las empresas vivienderas –que generaban empleo y detonaron el crecimiento a 3.5% en los dos últimos años de Calderón– ya no tenían cabida en los nuevos programas urbanos, provocó que estás tronara en la Bolsa. Obvio, los constructores sacaron miles de millones del país y varias empresas hoy aparecen quebradas o en concurso mercantil.
El yucateco, solito, acabó con la industria que cualquier aprendiz sabe que es la detonante del empleo, por su vinculación multifactorial con todas las demás. ¡Adiós empleo para el primer tercio del sexenio de EPN!
Y ya echados pa’delante, el concurso de incompetencias en la Administración Pública siguió.
Primero, funcionarios de Sedesol se mimetizaron, y armaron un follón que desesperanzó a los inversionistas…
Luego, los altos funcionarios del SAT desataron un enfrentamiento inusitado entre empleadores y gobierno, que no se veía desde hace décadas, aparejado con terrorismo fiscal, antes de prever si había circulante y si el Gobierno sabia gastar…
Inmediatamente después, los encargados de la seguridad nacional mostraron sus voraces rivalidades, frivolidades e incompetencias.
Y para no quedarse atrás, los abogados de la Nación, tan chaparritos de mente como de estatura, se empantanaron en la redacción de las leyes reglamentarias y ya nadie pudo meter orden en la desenfrenada psicosis que acabó con el «momento mexicano» y nos metió, después de 30 años, en la pavorosa estanflación.
La gente, por ello, está hoy más pobre que nunca. No hay liquidez. No hay gasto. No hay inversión pública, ni privada –y no se ve ninguna posibilidad de que la haya– y el país acusa síntomas serios de descomposición que, si alguien cercano no da la voz de alarma, «¡adiós Nicanor!»: se esfuman las esperanzas del PRI para el 2015.
Pero, ¿qué cree usted? La Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano creció. Está llena de gente que no sabe por qué están ahí y el yucateco goza –en todos los sentidos– su feudo personal. Mucho papadzul, codzitos, relleno negro, cochinita y buenos caldos, traídos,como debe de ser, desde el Mayab.
¿Lo han observado en Los Pinos? ¿O también ahí imperará la Ley de Northcote Parkinson? ¿Usted que cree?
Índice Flamígero: Un nerviosismo inusual se ha desatado entre algunos de los miembros del gabinete recomendados, asesorados o apadrinados por el poderoso Pedro Aspe. Sucede que hace unos días se desató el rumor en Los Pinos de que resultaban muy caros y desgastantes, en términos de imagen de gobierno ,los premios internacionales que
Aspe les conseguía a aquellos de sus pupilos que sentían temblores bajo el tapete, para de ese modo revalorar sus talentos en beneficio de la Patria. Fueron muy eficaces en su momento los conseguidos en influyentes cenáculos de poder para honrar al mejor financiero del año y al ejecutivo petrolero del mundo.
Así que, cuando Jorge Carlos Ramírez Marín se presentó ante su padrino Aspe para solicitarle gestionara un premio al mejor urbanista cuando menos del Continente, se encontró por respuesta con un: «¡ya no hay!», lo que trae al pupilo de Beatriz Paredes descorazonado y cariacontecido.