Científicas mexicanas: Madres e investigadoras

Calendarizar las actividades del trabajo y del hogar permite mantener el equilibrio, pero sobre todo distribuir el tiempo «para todo lo que es importante», sostuvo Gabriela Olmedo Álvarez, directora del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), Unidad Irapuato.
Entrevistada por con motivo del Día de la Madre, comparte la manera en que conjuga su profesión, bióloga molecular, con la crianza de sus dos hijos, ahora jóvenes, Plinio y Miranda, de 18 y 21 años de edad, respectivamente.
En su caso, subraya la importancia de tener a un esposo como Plinio, quien siempre está pendiente de sus hijos y que comparte la responsabilidad, lo cual hace, dijo, «todo mucho más sencillo».
Consideró que cuando un papá participa, el primero que se beneficia es él, pues significa no perderse la crianza de los chicos, el ver qué y cómo van aprendiendo y conocer, incluso, sus cambios de humor.
«Al final, en una casa en donde los papás trabajan y los hijos tienen sus actividades escolares, los pocos ratos en los que todos coincidimos se vuelven momentos muy ricos y una oportunidad de interactuar», resaltó.
Nunca, ni cuando sus hijos eran pequeños, pensó en dejar su labor como investigadora. «Siempre respeté mis tiempos como investigadora y como mamá, aunque cuando son chicos es más fácil que se presenten cosas inesperadas, como una varicela».
Subrayó que sus responsabilidades administrativas se dieron con el tiempo, pero ahora son ya unos jovencitos. Gracias a la tecnología estoy pendiente de ellos. No importa dónde esté, si mi hija llama contesto, porque no suelen hablar si no es importante.
Se pregunta si el vivir en Irapuato no ha sido también una ventaja importante en combinar su labor como mamá y como científica. «Quizá porque vivo aquí y no estamos con esos problemas de tráfico, perfectamente se puede combinar el trabajo con la familia.
«Los trabajos administrativos se dieron después, cuando ellos ya son más grandes e independientes. A la mejor ahorita no me lanzaría a empezar de nuevo con un pequeñito», indicó.
Detalló que sus hijos han crecido acostumbrados a ver a sus padres trabajar, él también es científico. «De hecho, mis hijos no sabrían qué hacer conmigo en casa. Me agradecen mucho que me vaya. Sobre todo cuando son adolescentes es importante no tener a la mamá encima», bromea.
Ella destaca el hecho de que calendariza las actividades familiares con la misma seriedad con que lo hace en las de su trabajo, ya sea administrativas o de investigación. «Yo tengo en mi calendario, con diferentes colores, las diferentes actividades. Me gusta que en él se vea un equilibrio, que hay tiempo para todo lo que es importante».
Ella dice orgullosa que cada miembro de su familia se realiza fuera de casa y dentro de ella comparten sus logros.
«Ser investigadora es la mejor carrera del mundo; es emocionante ver todo lo que cambia el mundo científico día a día y cómo formas parte de ello. Es una de las áreas más interesantes de este siglo… siempre mantiene tu curiosidad. ó que todavía da horror ver algunas áreas -y ese es su caso- en las que domina sólo el punto de vista masculino».
«Todavía hace falta mucho trabajo de las mujeres en el ámbito científico» , dijo y pidió no tener miedo a ocupar esas posiciones independientes.
«Además te permite colaborar con investigadores que tienen diferentes perspectivas de la investigación y de tu área de trabajo. Yo lo recomiendo como el trabajo número uno del mundo», aseguró. Los jóvenes a los que les gusta la ciencia, dijo, piensan sin embargo que va a ser muy difícil a futuro. «Todavía hay muchas dudas, pero hay que lanzarse en lugar de preocuparse por todo lo que va a pasar …y que a la mejor ni ocurre. Las cosas se resuelven sobre la marcha».
Antes de dar por concluida la entrevista subraya el orgullo de trabajar en el Cinvestav, una de las instituciones más reconocidas en el ramo de la investigación en México.