«Copa del Pueblo». Así fue bautizada una nueva favela que se instaló este fin de semana a escasos 4 kms de la Arena Corinthians de Sao Paulo, donde la Copa del Mundo arranca en apenas 38 días.
Es un terreno polvoriento, lleno de piedras, maleza y algunos árboles. Y es, sobre todo, una muestra de cómo pese a las enormes inversiones y los proyectos mundialistas, la pobreza en Brasil sigue estando a la vuelta de la esquina.
“Este terreno lleva 40 años vacío y vinimos a ocuparlo para que cada familia pueda tener un hogar. Estos son los grandes contrastes de Brasil, que se quiere mostrar como un país perfecto” durante el Mundial, comentó María Siqueira, de 44 años.
“Pero no es así porque acá nos falta salud, educación y vivienda”, añade esta mujer, miembro del Movimiento de los Trabajadores sin Techo (MTST) que lidera la ocupación iniciada en la madrugada del sábado.
El lunes, ya eran mil 500 las familias registradas y los organizadores esperan que los pobladores aumenten al paso de los días.
Hace calor a primeras horas de la tarde en esta zona al este de Sao Paulo, a más de una hora de viaje desde el centro. Además de la distancia, hay que sortear el siempre caótico tráfico de una ciudad con 11 millones de habitantes.
OCUPAR EL ESTADIO
Por todos lados se ven niños jugando. Grupos de hombres y mujeres cavan pozos en la tierra para levantar unas pequeñas tiendas de palos, lona y plástico, las precarias viviendas donde estas familias han venido a instalarse.
“En ese estadio es donde deberíamos ir a vivir. Ahí tendríamos hasta baño”, dice medio en broma y medio en serio José Ferreira, de 50 años, que espera, junto a tantos otros, su turno en la fila de la comida.
Ferreira -que sufrió un accidente vascular hace unos años y ya no puede trabajar- resume el sentimiento de muchos hombres y mujeres entrevistados en esta ocupación ilegal: aman el fUtbol y van a seguir el Mundial, pero sienten que el Estado brasileño debió priorizar los recursos de otra manera.
“Por eso es que elegimos el nombre de ‘Copa del Pueblo’, porque queríamos destacar la desigualdad social de Brasil. Y porque esa Copa no es nuestra, ésta sí”, comentó María Siqueira.
A 4 kilómetros se levanta el Itaquerao, como se conoce familiarmente al estadio que aún no termina de construirse pese al poco tiempo que falta para el arranque de la Copa el próximo 12 de junio.
El atrasado edificio costará finalmente entre 411 y 424 millones de dólares, hasta 18% más que lo previsto en el presupuesto inicial.
El enorme gasto público en la Copa del Mundo también fue cuestionado el año pasado en las protestas que en junio, durante la Copa Confederaciones, llevaron a más de un millón de brasileños a la calle.
UNA MEDIDA DE PRESIÓN
Es la hora del almuerzo y un grupo de mujeres preparó el menú del día: un plato de arroz blanco, los tradicionales frijoles y un guiso de salchichas.
En la entrada de la favela -sobre un terreno privado de unos 200 mil m2- un enorme letrero reza “Por una vivienda digna”.
Las familias que están instaladas en “Copa del Pueblo” provienen de la zona este de Sao Paulo. En su mayoría son familias que viven en casas de familiares o que pagan un alquiler demasiado alto para sus ingresos.
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