Basura, voto clientelar y corrupción capitalina

El merecido golpe contra Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre y la red de trata que manejaba con la protección de otros políticos priistas de cuidado es desde luego un hecho que debería llegar hasta sus últimas consecuencias.
Las revelaciones que este bochornoso episodio sacó a la luz afectarán al PRI, sin lugar a dudas. Aunque también son interesantes las redes de complicidad que nos muestran con crudeza el sometimiento de la ciudad a un desarrollismo caótico y desmedido.
Ejemplo de estos crímenes urbanos fue la complicidad de Camacho Solís y Marcelo Ebrard con la familia del señor Cuauhtémoc para edificar sobre los basureros de Santa Fe una mini ciudad muy costosa en términos de infraestructura pública y construida sobre una bomba de tiempo que contiene gases explosivos. Un reportaje de Proyecto 40 lo dejó en claro y ya se considera el problema como un asunto de seguridad nacional.
Algunos articulistas políticos han hecho balances que tienen fundamento lógico. Resumirlos me va a permitir explicar la razón por la que considero que mientras más tarde o más se resista el PRI a limpiar su cochinero y mientras los relevos se preocupen en negociar con la estructura cuauhtemista para no enfurecerla, los nubarrones de la corrupción capitalina seguirán conformándose sobre nuestro valle, alguna vez considerado como la región más transparente.
Estos colegas han explicado con detalle que el frágil “núcleo” político del tricolor en la ciudad de México (equiparado con mayor exactitud a un cascarón) le fue de utilidad al PRI Nacional y aunque ya daban por perdida la capital en las pasadas elecciones, la lealtad de las huestes que controla la familia Gutiérrez de la Torre y su mafia cercana fue un factor que le permitió a Beatriz Paredes hacer una campaña sin tener que lidiar con el priismo pendenciero. El pacto, de acuerdo con estas versiones, es que ella se iría como embajadora a Brasil y Gutiérrez de la Torre sería ungido como presidente del PRI en la ciudad.
Después de que Peña Nieto tomó posesión, ambos acuerdos se concretaron, aunque como candidato y presidente se mostró cauteloso en no aparecer fotografiado junto al príncipe de la basura. En versiones paralelas y para nada excluyentes se comenta que la vieja alianza entre Ebrard y la familia de pepenadores le sirvió al PRD para que Mancera hiciera su campaña sin enfrentarse a los grupos de choque del priismo chilango. Esta correlación de fuerzas también mostró que la delegación Cuauhtémoc ofrecía apoyo logístico al PRI-DF en actos de proselitismo.
En otras palabras, la fuerza del PRI-DF está muy emparentada con el modus operandi de los grupos duros del perredismo que en épocas electorales hacen fila en las urnas o llegan de acarreados en autobuses rentados con pancartas y matracas a los informes delegacionales, como sucedió recientemente en Tlalpan. Este segmento conformado por comerciantes ambulantes, invasores de zonas de reserva y líderes de taxistas piratas constituye una amplia clientela que a la hora de votar influye.
Y si no, que se acerquen a René Bejarano o Rosario Robles, la segunda con una amplia red de apoyo asistencialista con rango de secretaria de Estado. Por razones de control de clientela y no por otra cosa, en Tlalpan las jornadas contra el hambre no encontraron eco en el grupo bejaranista al que pertenece Maricela Contreras.
¿Qué tan influyente es este tipo de voto en una ciudad que presume de un alto grado de participación política? A partir de estas premisas habría que añadir que el llamado “voto duro” capitalino también está representado por un segmento de electores que tienen intereses patrimoniales muy específicos, casi siempre ligados con la actividad que genera el ingreso familiar o asegura la vivienda, más allá de las condiciones legales en las que estas diligencias se practican.
Para ejemplificar este voto patrimonialista, vayamos a otro extremo de la escala social que también vota por interés: el de los altos funcionaros capitalinos, los que gozan de cargos en el gobierno de la ciudad u obtienen negocios del mismo. A ellos también les conviene que no haya alternancia de gobierno o que se mantenga el statu quo que está destruyendo la ciudad. Más de la mitad de la nómina del gobierno central o los delegacionales estarían en esta condición.
Aunque hay muchos ejemplos, recurramos a un sector prototípico: el que representa a funcionarios ligados a la obra pública (o concesionada) y las empresas privadas que prestan servicios en este rubro. Estamos frente a un negocio sin escrúpulos, al que no le conviene la aplicación de la ley en materia de construcción, el que, en el mejor de los casos, impulsa reglamentaciones de coyuntura y a modo. Ése que se ríe a carcajadas de las palabras de Miguel Ángel Mancera porque las sabe inoperantes: “Es necesario abordar las problemáticas de nuestra ciudad bajo una dimensión territorial e impulsar un proceso de renovación urbana en el que participen todos los sectores de la sociedad”.
Por supuesto que a este sector le interesa que no haya alternancia en las delegaciones en año y medio y mucho menos en la capital en el 2018. De lo contrario sus jugosos salarios y comisiones se vendrían a pique. No obstante, este tipo de votantes no representa ningún peligro en términos electorales.
Por otro lado, estamos los votantes que deseamos una ciudad segura, con movilidad, con parques, contenida en su crecimiento, incluyente y no fragmentada, respetuosa de sus árboles y en consiguiente de su fauna; una ciudad limpia en todos sus aspectos.
Bajo esta dinámica, tendríamos que considerar que la votación del 2015 estará dividida en dos grandes segmentos: el dominado por los sectores llamados duros que negocian el voto a partir de necesidades clientelares como permisos para taxis pirata, colocación de puestos ambulantes, construcción mediante licencias fuera de normatividad y el segmento electoral que desea vivir en una ciudad en la que se respeten los mínimos principios de legalidad.
Tengo la impresión de que en la ciudad de México domina la tendencia al voto razonado. Desde esa perspectiva el PRD ya no es opción y el PRI y el PAN difícilmente lo serán. Por eso, mientras más tarde el tricolor en poner orden en su casa, el panorama electoral para el chilango seguirá siendo deprimente. ¿Quieren una lista? Ahí les va: el abandono de las limitadas zonas agrarias que quedan representadas por los pueblos unidos.