Poniatowska recibe del rey Juan Carlos Premio Cervantes de Literatura

La escritora y periodista mexicana Elena Poniatowska recibió este miércoles el Premio Cervantes de Literatura 2013, máximo galardón de las letras hispanas, por parte del rey Juan Carlos de España.

Poniatowska, nacida en París, Francia, pero nacionalizada mexicana, recibió el reconocimiento en la Universidad de Alcalá de Henares; el premio lo dedicó a la gente de a pie y señaló que ”el silencio de los pobres es un silencio de siglos de olvido y marginación”.

En un discurso dedicado a la gente, en el que se refirió a los pobres y a los indígenas, Poniatowska afirmó que “antes de que los Estados Unidos pretendieran tragarse a todo el continente, la resistencia indígena alzó escudos de oro y penachos de plumas de quetzal y los levantó muy alto cuando las mujeres de Chiapas, antes humilladas y furtivas, declararon en 1994 que querían escoger ellas a su hombre, mirarlo a los ojos, tener los hijos que deseaban y no ser cambiadas por una garrafa de alcohol”.

También incluyó a las mujeres artistas y a los que denominó “perdedores” de Latinomérica, hablando de “la gente a la que nadie le hace caso, de las personas que no tienen voz, no tienen automóviles, acaso un burro”.

Ataviada en un traje tradicional mexicano, rojo con amarillo, hecho por mujeres de Juchitán, Oaxaca, Poniatowska habló también de su amigo Gabriel García Márquez, de quien dijo que “antes de Gabo éramos los condenados de la Tierra. Pero con sus Cien años de soledad le dio alas a América Latina. Y es ese gran vuelo el que hoy nos envuelve y hace que nos crezcan flores en la cabeza”.

Poniatowska es la cuarta mujer en recibir el premio Cervantes, después de las españolas Ana María Matute, María Zambrano y Dulce María Loynaz. Además es la quinta mexicana en recibir el galardón; los escritores del país a los que les fue otorgado, son: Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Piitol y José Emilio Pacheco.

El rey de España, Juan Carlos de Borbón, destacó que la humanidad, la realidad mexicana, la conquista por la igualdad y la lucha social nutren la obra de Elena Poniatowska.

En su mensaje en la ceremonia de entrega del Premio Cervantes 2013 a la literata mexicana, el monarca reconoció su “extraordinaria dedicación al oficio de escritora, el entusiasmo demostrado en su ejercicio y la profunda sensibilidad con la que ha retratado la realidad mexicana en las últimas décadas”.

Sostuvo que desde temprano, “los acontecimientos en que venía a enmarcarse su vida presagiaban una trayectoria de intensas vivencias, que habrían de transformarse en la materia con la que alimentaría su literatura”.

“La experiencia de los años forjó después en ella una profunda conciencia social, cincelada por la dramática historia europea del siglo pasado y, sobre todo, por la muchas veces dura realidad mexicana”, manifestó el rey.

De la autora de “La noche de Tlatelolco” describió que su vida “es un crisol de lenguas, tradiciones y culturas”, que tuvo al periodismo como ventana para conocer el mundo, y parte fundamental de su quehacer literario, y a la mujer como eje central de los temas que aborda.

Conjugando lo real y lo literario en una zona intermedia entre la crónica y la novela, nuestra galardonada aproxima la realidad a nuestras propias vidas. Y así, invita al lector adoptar una visión crítica y lo estimula para vivir un compromiso con el ser humano”, expuso.

Aseveró que “la necesidad de dar voz a los desfavorecidos, de poner en evidencia las contradicciones del progreso, de denunciar la discriminación social y toda clase de injusticias, conforma el espíritu de su producción literaria”.

“Su instinto la lleva a relatar la vida de grandes mujeres que han hecho uso de su genio para reclamar y reconquistar un mejor espacio. Elena Poniatowska hace que las mujeres se elevan con voz propia y encuentren espacios que por justicia les corresponden”, dijo.

Por ello, subrayó que “la conquista de la libertad y de la igualdad tiene en su obra una aspiración universal y trasciende los límites de la clase y el género”.

“La lucha social se convierte de este modo en una defensa de entendimiento mutuo, de la solidaridad, y del encuentro entre individuos históricamente distantes, para crear un espacio compartido que acoja a quienes lo habitan”, precisó.

eshechos en ciudades perdidas, los que viajan en autobuses atestados, los que cruzan a Estados Unidos en busca de una vida mejor».

También recordó su infancia, su llegada a nuestro país con sus padres y su hermana en 1942 en el barco «Marqués de Comillas». El mismo en el que viajaban miles de exiliados españoles que huían de la dictadura de Francisco Franco, procedente de Francia. «Fuimos niñas francesas con apellido polaco que llegamos al pueblo del sol, como diría Pacheco, y vivimos transfiguradas con la ilusión de transformar fondas en castillos con rejas doradas».  Y habló del idioma que tuvo que aprender, «con gritos de pregoneros y y rondas que siempre se referían a la muerte», y de la primera vez que escuchó la palabra «grasias» «que tenía un sonido más profundo que el «merci» francés».

Fue en nuestro país donde vio la pobreza de muchos mexicanos. «Las certezas de Francia palidecieron frente a la humildad de los mexicanos más pobres». Y junto a ellos empezó a caminar. «Me enorgullece caminar al lado de los ilusos, los destartalados, los candorosos. Soy una evangelista después de Cristo», aseguró.

Del premio Cervantes confesó que en su vida profesional no había vivido ningún acontecimiento más grande «como este premio que se otorga a una Sancha Panza femenina, que es una escritora que no puede hablar de molinos, porque ya no los hay, y en cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que duermen a la buena ventura, y confían en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan», dijo.

Y aseguró que por todo eso recibirlo le resultaba «más sorprendente y, por lo tanto es más grande la razón para agradecerlo». «Pretendo subir al cielo y regresar con Cervantes de la mano para ayudarlo a repartir, como un escudero femenino, premios a los jóvenes que como yo, hoy, Día Internacional del Libro, lleguen a Alcalá de Henares. Muchas gracias por escucharme», concluyó emocionada.

El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert se refirió a la figura de la escritora y dijo que «ni nacer princesa le ha impedido nunca estar muy cerca de los que poco o nada tienen, ni nacer y vivir su niñez en París evita que se sienta «más mexicana que el mole». «En Elena Poniatowska habitan el francés de su abuelo paterno, intelectual que le enseñó el rigor de la gramática; así como el inglés de la abuela estadounidense, descendiente de quienes trazaron los trenes que unen las costas de ese país cuyas universidades la reciben hoy como autora consagrada.

También el rey Juan Carlos destacó su compromiso con los más desfavorecidos. «La humanidad es el centro de gravedad de la obra de Elena Poniatowska. La necesidad de dar voz a los desfavorecidos, de poner en evidencia las contradicciones del progreso, de denunciar la discriminación social y toda clase de injusticias, conforma el espíritu se su producción literaria», dijo. En su «ingente obra ha defendido la igualdad como requisito esencial del desarrollo social y humano, la educación como derecho universal y la trascendental relevancia de la mujer en las nuevas realidades sociales», aseguró.

Al acto asistieron además de los reyes de España, Juan Carlos y Sofía, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy; el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert; el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle; la directora general de Política e Industrias Culturales y del Libro, María Teresa Lizaranzu, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, así como personalidades importantes del mundo de la cultura como Juan Ramón de la Fuente presidente del Instituto de Estudios Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad de Alcalá.