Juan Pablo II es santo, no perfecto, señala el Vaticano

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, aclaró hoy que los papas Juan Pablo II y Juan XXIII, que serán canonizados el próximo domingo, son santos pero no perfectos.

“Decir que una persona es santa no quiere decir que ha hecho todo bien en su vida. Juan Pablo II fue santo, no perfecto”, respondió ante los cuestionamientos de un grupo de periodistas extranjeros.

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“¿Si hubo aspectos negativos en Juan Pablo II? ¡Claro, en 26 años hubo de todo!”, insistió el sacerdote jesuita refiriéndose a la duración de su pontificado.

Tocará al Papa Francisco presidir la ceremonia en la cual Juan XXIII y Juan Pablo II serán declarados oficialmente santos, la mañana del 27 de abril en la Plaza de San Pedro.

Ambos pontífices llegaron a la santidad gracias a diversas excepciones al procedimiento interno de la Iglesia para la canonización.

En el caso de Juan Pablo II el Papa Benedicto XVI decretó la dispensa de los cinco años que, según la ley canónica, deben pasar antes del inicio formal de un proceso de canonización.

El abogado defensor de la causa de Wojtyla, Slawomir Oder, explicó que esa fue la única excepción en todo el proceso que llevó a Juan Pablo II a los altares y fue una respuesta a la solicitud de los fieles en la plaza después de su muerte, quienes pidieron “¡santo súbito!” (santo ya).

Oder, que tiene el puesto de postulador, recordó que la ley exige el paso de un lustro para verificar la solidez de la “fama de santidad” del aspirante a la santidad.

“La vida ha confirmado que la decisión del Papa Benedicto (de eximir de los cinco años de espera) fue más que justificada, cada día más de 20 mil personas pasan frente a la tumba de Juan Pablo II. Inmediatamente después de la muerte, pero no sólo, hasta la beatificación y hasta ahora”, indicó.

El postulador reveló que en una de sus principales reuniones con Joseph Ratzinger, el pontífice le recomendó: “Avancen rápido pero trabajen bien”.

Por otra parte reconoció que Juan Pablo II tenía defectos, como todos los hombres. “No debemos pensar que la santidad es como un pedazo de oro que nace fuera del contexto”, precisó.

“La santidad se inscribe en la historia del hombre, la santidad verdadera es que el hombre logra responder, siguiendo la gracia, a la voluntad de Dios. Incluso con sus defectos”, insistió.

Relató una anécdota según la cual una de las monjas que ayudaban en el apartamento papal dijo una vez a Juan Pablo: “Santo Padre, estoy preocupada por Su Santidad”. El respondió: “Yo también estoy muy preocupado por mi santidad”.

Sostuvo que la dimensión del Papa polaco que más le creaba problemas era su emotividad, porque era un hombre sanguíneo que reaccionaba con fuerza, por eso a veces tenía salidas bruscas en circunstancias en las cuales debía dar una respuesta neta.

“Me viene a la mente un episodio cuando estaba todavía en Cracovia, uno de sus sacerdotes que le daban problemas él decidió castigarlo quitándole la licencia de conducir, le dijo: ‘Déjame la licencia aquí y vuelve a casa a pie’. Después se arrepintió de esto”, contó.

“Una vez tuvo una reacción espontánea, sanguínea, cuando en uno de los viajes le propusieron usar un chaleco antibalas, él lo rechazó con firmeza porque no quería, tenía otra protección a la cual se encomendaba. Esta emotividad suya lo hacía un verdadero hombre, hecho de carne y hueso”, estableció.

El otro Papa que será reconocido como santo, Juan XXIII, también tenía defectos, según constató el postulador de su causa de canonización, Giovangiuseppe Califano.

Aseguró que él era consciente de sus límites, uno de los cuales era su buen apetito. “Se dice que fuese un buen tenedor”, apuntó el sacerdote, quien destacó también su humildad y su ironía con respecto a sus debilidades.

“Una vez un obispo le contó al Papa Roncalli: desde que fui elegido obispo no logro dormir por las noches por tantos pensamientos. El Papa respondió: eso también me pasó a mi cuando fui elegido Papa, tenía tantos pensamientos y no podía dormir, pero una noche soñé al ángel custodio que me decía: Angelo, no te tomes tanto en serio. Desde aquella vez dormí muy bien”, contó.

Juan XXIII llegará a los altares también gracias a una excepción, concedida por el Papa Francisco quien eximió de la constatación de un milagro necesario para su reconocimiento como santo.