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Janet Skeslien Charles revalora el poder de la lectura, amistad y solidaridad

Los libros son capaces de salvar vidas; son auténticos faros de luz que dan esperanza, ventanas hacia el mundo, puentes que unen a las personas y les dan fortaleza. En esto creen los personajes de La Biblioteca de París (Salamandra), de la estadunidense Janet Skeslien Charles (1971), que revalora el poder de la lectura, la amistad y la solidaridad.

La escritora rinde, en su segunda novela, un homenaje a la labor emprendida durante los años de la ocupación nazi en Francia por los trabajadores, mujeres en su mayoría, de la Biblioteca Americana de París, que crearon un oasis de tranquilidad en una ciudad sumida en el caos.

Quise compartir este capítulo desconocido de la Segunda Guerra Mundial y capturar las voces de los valerosos bibliotecarios que desafiaron a los nazis para ayudar a sus abonados y compartir el amor por la literatura”, afirma la narradora en entrevista con un Diario de circulación nacional.

Creada en 1920 con el lema “En la oscuridad de la guerra, la luz de los libros”, la Biblioteca Americana de París no sólo no cerró sus puertas durante la ocupación nazi, sino que siguió enviando novelas a los soldados aliados encarcelados u hospitalizados y creó una red clandestina de préstamo de libros a lectores judíos.

Desde su Montana natal, la narradora confiesa que, durante los diez años que diferentes editoriales rechazaron publicar esta historia, tenía en su escritorio un retrato de la directora del recinto, Dorothy Reeder, tomado en 1936.

Entonces mandé unas 75 cartas a diferentes agentes. Desalentada, veía la foto de Dorothy subida en una silla y pensaba ‘si ella pudo enfrentar a los nazis, yo puedo escribir otra carta más’”, detalla.

Ahora, tras su éxito, la novela llegará a una veintena de países. En Italia, por ejemplo, La Biblioteca de París se mantuvo entre los libros más vendidos durante semanas y en Estados Unidos entró en las listas de The New York Times y de Amazon.

Creo que esta buena recepción se debe a que la gente lo lee con otra sensibilidad, tras el encierro motivado por la pandemia. Hemos aprendido a valorar a los libros, porque nos han acompañado hasta en los hospitales.

Los libros salvan vidas. Yo crecí en un pueblo pequeño y me sentía muy limitada. Los veía como una ventana hacia el mundo y como una posibilidad de conocer a otra gente y lugares diferentes”.

La autora de Luz de luna en Odessa (2009), quien en 2010 trabajó como gestora de proyectos en la Biblioteca Americana de París, añade que lo que más le sorprendió es la valentía de las mujeres.

El embajador les dijo dos veces que se fueran y no lo hicieron: en septiembre de 1939 y en mayo de 1940, cuando los nazis estaban llegando a la ciudad. Pero ellas creían que los libros eran puentes, eso les daba valor. Sabían de su importancia, querían cuidarlos y hacerlos llegar a la gente que se estaba quedando sin voz.

Hoy vemos esto con las enfermeras en los hospitales y las personas que están más cercanas a los pacientes. Enfrentaron esos peligros. Las mujeres son increíbles y deberíamos honrarlas más”.

Es también, prosigue, una historia de amistad. “Lo que lees cuando eres joven te da forma. Las mujeres leen mucho sobre cómo encontrar el amor. Y creo que debemos tener más libros sobre la amistad, para que se le dé a ese sentimiento la misma atención y esfuerzo que se le otorga a la vida romántica. Que se invierta más en las amistades, debemos valorarlas más”.

Skeslien Charles dice que recreó la historia del recinto parisino para que la sociedad actual defienda sus bibliotecas. “Desgraciadamente son los primeros lugares que ven sus presupuestos afectados cuando el gobierno hace recortes financieros. Es triste y frustrante. Una sociedad saludable empieza con una población con acceso a la educación y a los libros.

Me da gusto que en varios países exista un movimiento social que coloca libros en pequeñas cajas de madera en las calles o en los parques, de donde se pueden tomar gratis. Esto no sustituye a las bibliotecas, pero evidencia que la gente quiere compartir su amor por los libros. Eso da esperanza”, indica.