"Chula The Clown" quiere reconstruir la inspiración con su proyecto "Dirt!"

«Chula The Clown» quiere reconstruir la inspiración con su proyecto «Dirt!»

  • La directora escénica Gabriela Muñoz regresa a los escenarios con una propuesta que analiza las implicaciones de la creación escénica en tiempos de pandemia.

En entrevista, la artista refiere que “la gestión es crucial dentro de lo emocional y lo práctico”, y lo quiere compartir mediante su proyecto Dirt! (quitando capas hasta el esqueleto), que presenta en el teatro El Galeón Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque.
También conocida como Chula The Clown, considera interesante presentar al público “no sólo lo relacionado con el vestuario, sino cómo se produce un espectáculo, cómo se levanta, económicamente”.

Así, propone al público sesiones con invitados, juegos, técnicas de artes escénicas y narrativas, “con ganas de replantear y construir la inspiración”, después de año y medio de no poder hacer todo lo anterior debido a las restricciones sanitarias para prevenir contagios de Covid-19.

“Gran parte de mi trabajo, si bien no depende de la audiencia, tiene mucha cercanía con ella, y en esos momentos del confinamiento no se podía. Así que pensé no hacer el espectáculo completo, pero sí jugar, mostrar, escuchar las risas, aplausos, ese amor compartido; lo que sucede en el teatro.

“Ha sido muy emotivo volver en este momento, muy humano y especial para todos, con muchas lágrimas, pues definitivamente no hemos pasado la pandemia, y aun así nos atrevemos a querer seguir y resistir; hay algo muy emocionante en ello”, detalla la directora.
Dirt! (quitando capas hasta el esqueleto), agrega, “es un espectáculo clown que reflexiona sobre cómo nos conectamos con nuestro lado más vulnerable, más ligero, más desnudo, sin tener tanto miedo. Cobra mucho sentido después de todas las vivencias y traumas que ha traído la pandemia”.
La actriz asocia la cuestión del camuflaje, taparse, ser invisible, como una imagen que, simbólica y metafóricamente, “cuenta mucho de estas capas que nos vamos poniendo, donde nos vamos escondiendo.

“En mi lenguaje de payaso es importante tener una contramáscara, algo que dé dualidad: si la máscara está haciendo capas y te llena de cosas externas, su contraparte es la desnudez. Ahí me di cuenta de los complejos que podemos tener, de lo duros que somos con nuestros cuerpos y de las paces que tenemos que hacer con nosotros.
“Fue una catarsis que hice conmigo misma; me percaté de que me he juzgado muy duramente; pero mi payasa no tiene esa conciencia social y se atreve a liberarse. Allí se consolida un payaso, cuando se hace hipervisible, ya no hay juicios.

“Al trasladar esa idea a una imagen, pensé en una máquina de lavar. Imaginé que si la ropa pudiera hablar y contar su historia, ¿cuál sería? Si echara todo a lavar, ¿realmente se le quitaría toda la mugre? Más bien sería cuestión de abrazar nuestra suciedad. Escribí en la ropa y me di cuenta de que su narrativa era mucho más amable que la mía.