Olas de madera

Olas de madera muerta invaden un bosque en Alemania

  • El fotógrafo alemán Jörg Gläscher construyó una instalación colosal de nueve olas de madera muerta en un bosque remoto.

Durante la segunda ola de COVID-19 en el otoño de 2020, la ansiedad en torno a la volatilidad del virus estaba en su punto más alto. En Alemania, como en el resto del mundo, los efectos de la pandemia alteraron la vida cotidiana en un nivel sin precedentes. En medio de todo el miedo y la confusión, el fotógrafo alemán Jörg Gläscher canalizó su preocupación sobre el estado del mundo en algo que podía controlar: su arte.

En un bosque cerca de Hamburgo, Gläscher construyó una una instalación de nueve colosales olas de madera muerta, destinadas a encarnar “el poder puro de la naturaleza, la fuerza que todo lo destruye, que lleva a uno de los países más ricos del mundo a detenerse por completo”. Así, construyó estas estructuras masivas a mano, fotografiando cada una individualmente antes de destruirla y reciclar el material de madera para construir la siguiente ola. La más grande tenía casi 4 metros de altura y 9 metros de ancho.

Como parte de un proyecto documental que Gläscher llama C19, 1-20, The Diary Complex, The Second Wave (La segunda ola) es el número 18 de las 20 piezas, que van desde la escultura hasta la fotografía, que el artista hizo durante la pandemia. Desde entonces, ha publicado su trabajo en una serie de revistas publicadas de forma independiente, documentando cada entrega de su diario visual. Varias de las piezas también van acompañadas de un texto escrito por el artista que sirve para destilar el tema general de la obra en forma escrita.

“Una ola es una oscilación periódica o un cambio de perturbación único en el estado de un sistema”, Gläscher escribe en el texto que acompaña The Second Wave. “Un objeto percibido puede generar impacto de muchas formas. ¿Está parado? ¿Se ha movido? Nada es lo que parece. ¿Son, por tanto, engañosas las apariencias? No, no son necesariamente engañosas, pero se unen a mí en un viaje, me bañan, me atraviesan, me ponen ansioso, se retiran y luego corren hacia mí de nuevo.

“Poniéndome de pie, la segunda ola me sobrepasa. Es único, era único. Levanto la cabeza, la tomo de la mano y reconozco la vibración y la sensación recurrente, y con ella el miedo desaparece”.