- Un señor conduce orgullosamente su recién adquirida Mercedes-Benz GLC en una bonita tarde de sábado. El cielo de repente se pone oscuro y Tláloc empieza a trabajar una de sus repentinas tormentas.
Las calles comienzan a encharcarse y una que otra a transformarse en pequeños ríos, de esos que no nos dejan percibir la profundidad de la inundación. Al llegar a una avenida que siempre se inunda, el conductor duda pero piensa que aún no hubo tiempo de que el agua subiera tanto, al mismo tiempo en que dice a sí mismo que para eso compró una camioneta y más, una premium. Sin embargo, la profundidad del agua ya era mayor de la que él pensaba y no logra avanzar, su nueva SUV se apaga y su mente empieza a hacer corajes y cuentas mentales de las pérdidas. Antes de preocuparse por el riesgo que corría, su coraje aumenta al ver que en ese momento es rebasado por una simple y mundana Ford EcoSport, que cuesta menos de la mitad que su flamante crossover.
La mayoría de las personas piensa que mientras más alto el vehículo, más capaz de pasar por inundaciones. Otros llegan incluso al absurdo raciocinio de que un vehículo premium debería, por definición, ser más capaz de pasar por calles inundadas, como si su mayor precio fuera suficiente para transformarlo en anfibio. La realidad es que para pasar inundaciones hay dos factores importantes: la altura al suelo y la altura de la toma de aire del motor y de ciertos componentes electrónicos importantes. Eso define la capacidad de vadeo de un vehículo y mientras que la GLC tiene 30 centímetros de capacidad, la EcoSport tiene 55 cm. No es un “problema” de Mercedes-Benz, cuya Clase G tiene 70 cm de capacidad de vadeo y el Unimog puede llegar a 1.2 metros, simplemente la GLC está hecha para otra cosa.