Atleta

La mujer irrumpe en los Juegos Olímpicos

Mucho tiempo se creyó que la condesa Helene de Pourtales fue la primera campeona olímpica de la historia. Era una competencia de regata y participaba junto a su marido Hermann el 22 de mayo de 1900. Sin embargo, hubo testigos que durante la prueba la vieron en un balcón sentada y protegida por una sombrilla del cetrino sol porque ella era dueña de la embarcación solamente.

En realidad fue Charlotte Cooper el 26 de julio, la que obtendría por primera vez en el ámbito femenil, una medalla. Nacida en Middlesex, Inglaterra, era sorda desde cuatro años atrás por lo que desarrolló un gran sentido de la percepción. Fue una jugadora excepcional de tenis, miembro del club de su localidad, nunca dejó de hacer deporte y se casó con un abogado.

Los segundos Juegos atrajeron a 997 atletas de los cuales 22 fueron mujeres. Si usted lector se extraña de las fechas entre la competencia de regata y la medalla de tenis no está errado, estos eventos deportivos en París duraron 5 meses y 14 días.

Algunos dirigentes de la República Francesa opinaban que la derrota en la guerra franco-prusiana se debió al mal estado físico de los jóvenes militares, por lo que pugnaron por la realización de los juegos en París pero coincidiendo con la Exposición Universal con atracciones culturales, musicales y teatrales como las proyecciones de los hermanos Lumiere, el Palacio de la electricidad y pabellones al lado del Río Sena, así que los Juegos oficialmente no se llamaron olímpicos, sino que fueron parte de la feria universal.

El cartel era una esgrimidora a pesar de que ninguna mujer participó en esta competencia. Cuatro años atrás, en Atenas, las féminas fueron simples espectadoras con ostentosos e incómodos vestidos pues se pensaba vergonzoso que compitieran.

Curiosamente, el fundador de los juegos no estaba de acuerdo con su participación lo mismo que el poeta Sully Prudhomme que escribió, “aborrezco todo lo que sustituye la fuerza por la gracia y todo lo que la mujer toma prestado de los hombres y de sus cualidades viriles”.

No les importó, las mujeres empezaron a modificar los métodos. Margaret Abott ganó el torneo de golf además de la sátira al decir que triunfó porque el resto de las competidoras asistieron al evento en tacones altos y faldas ajustadas y ella en su lugar, con un vestido suelto, entendió que los Juegos realizados en París servirían para cambiar al mundo.