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Conexión entre el cerebro y órganos, responsables de cómo procesamos nuestras emociones: Estudio

  • Este descubrimiento coloca a la comunidad científica en un “un nuevo continente” inexplorado, aseguró una experta.

Desde hace 90 años, cuando Wilder Penfield descubrió la relación inherente entre las señales cerebrales y la conducta del sistema inmunitario, toda una generación científica se ha dedicado a desentrañar la forma en que sienten nuestros órganos, y cómo se manifiestan hablándole al cerebro, descubriendo que los nervios que controlan el funcionamiento básico del cuerpo, también influyen en el recuerdo, las emociones y en la construcción del yo.

En la actualidad, los científicos han aportado nuevos descubrimientos que, en consonancia con las premisas de Penfield, amplían el conocimiento de la complicidad neuronal y celular, que los expertos han denominado como “comunicación bidireccional”.

Este fenómeno es conocido como interocepción. Los más recientes hallazgos, compilados en una publicación de “Science”, revelan que la comunicación entre los órganos y el cerebro conforma un sistema complejo de nervios y hormonas que se conectan a través de todo el cuerpo.

De acuerdo a los investigadores, el conector por excelencia resultó ser el nervio vago, que por sus funciones motoras y sensitivas, es la red con mayor cantidad de fibras, que oscilan entre más de 100 mil, y viajan desde casi todos los órganos internos hasta la base del cerebro.

A pesar que desde el siglo pasado, los expertos conocían las labores transmisoras del nervio vago, los estudios más recientes han demostrado que las señales transportadas por las fibras vagales, escalan más allá de las previamente conocidas.

Entre los hallazgos, los autores del estudio sugieren que así como el nervio vago tiene la capacidad de interpretar los cambios internos, anticipa las necesidades del cuerpo, y envía comandos para satisfacerlas.

Además, su red incluye regiones del cerebro involucradas en la forma en que recordamos, procesamos las emociones y la manera en que construimos el sentido del yo.

Para Catherine Tallon-Baudry, neurocientífica de la École Normale Supérieure, estos descubrimientos colocan a la comunidad científica en un “un nuevo continente” inexplorado. Según la experta, conocer la interocepción ampliará los objetivos terapéuticos que buscan el bienestar físico y emocional del paciente.

Steve Liberles, biólogo celular de la Escuela de Medicina de Harvard, halló un tipo de células, ubicadas en el tronco del encéfalo, conectadas con neuronas vagales que produjeron náuseas en los roedores estudiados.

El investigador aseguró que estos resultados podrían conducir a quimioterapias más tolerables, que evitan los efectos secundarios del tratamiento.