Halconazo

Revelan archivo visual de ‘El Halconazo’; conmemoran 50 aniversario

Cerca de 200 fotografías sobre El Halconazo serán reveladas el próximo jueves con la publicación del libro La matanza del Jueves de Corpus. Fotografía y Memoria, de Alberto del Castillo Troncoso, investigador del Instituto Mora, que incluye materiales de reporteros gráficos de época y los aportados por agentes del servicio de inteligencia de Estado, obtenidos en el Archivo General de la Nación (AGN).

El volumen podrá descargarse de forma gratuita en la página oficial del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), a partir del próximo jueves.

E incluye una investigación sobre cómo fue captado aquel momento por la prensa, sus fotoperiodistas y el papel que jugaron en la construcción de un imaginario, detalló Alberto del Castillo a un Diario de circulación nacional.

Partiría de que el 10 de junio fue un crimen de Estado, porque su operativo fue ordenado desde el poder, donde se entrenó, financió y organizó a un grupo paramilitar conocido como los Halcones desde las más altas esferas del poder, es decir, este grupo operó con apoyo y complicidad de granaderos, policía, agentes de inteligencia y con la logística del propio Ejército”, detalla el investigador.

Así que el hecho cumple con todos los requisitos para hablar de un crimen de Estado, abundó el investigador, “un crimen de lesa humanidad que no prescribe y, por tanto, está abierto legalmente para incidir sobre él, pero ha prevalecido la impunidad”.

Tomemos en cuenta que la prensa estaba muy alineada con las coordenadas del régimen autoritario, de manera que se trataba de una prensa alineada, pero respondona”, como lo muestran los testimonios de Enrique Bordes Mangel y Armando Lenin Salgado.

En la primera parte del volumen, el investigador se centra en la cobertura realizada por Diarios de circulación nacional,  “periódicos con posturas ideológicas y políticas distintas que, en su momento, pudieron ser direccionadas hacia el relato oficial, que hablaba de un enfrentamiento entre estudiantes armados y manipulados por fuerzas oscuras y grupos de ultraderecha que intentaban atentar contra la apertura democrática, que era el eslogan del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez.

Sin embargo, una imagen puede tener una segunda o una tercera vida y, al regresar a dichas fotografías, 50 años después, resulta muy interesante porque nos muestran la complejidad de lo que ahí pasó, explica.

Por ejemplo, cómo los Halcones entraron por la calzada México-Tacuba, a la altura de Melchor Ocampo, donde estaba el cine Cosmos –armados por granaderos y apoyados por las fuerzas policiacas–, por la calle Amado Nervo y otras calles paralelas para atacar la columna de los estudiantes”, añade.

Algunas imágenes fueron captadas desde las azoteas de los edificios aledaños por fotógrafos tan experimentados como los hermanos Mayo.

La segunda parte incluye imágenes de fotógrafos independientes como Armando Lenin Salgado y Genaro Vázquez, y la tercera comprende las miradas desde el poder, es decir, los fotógrafos que trabajaban para los servicios de inteligencia del Estado mexicano, como la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, es decir, los encargados de la Guerra Sucia.

Estos grupos registraron la matanza con mayor detalle y, obviamente, el material llegó a Mario Moya Palencia y a Echeverría, quien estuvo bien informado de lo ocurrido, porque (las imágenes) acompañan a expedientes donde los propios agentes se refieren a los Halcones por su nombre en más de 15 ocasiones”, señala.

Además, “estas fotos son extraordinarias porque fueron tomadas desde los propios vehículos de los agentes, quienes captaron los detalles de la represión”, advierte.

Este archivo es interesante porque cumplió con el cometido de informar al poder lo ocurrido hace medio siglo, y ahora experimenta una vuelta de tuerca que permite tener acceso a estos archivos para relatar la matanza desde la mirada  del poder, un ejercicio que sólo se puede llevar a cabo con medio siglo de distancia”, asevera.

 PIEZAS DEL ROMPECABEZAS

El libro incluye fotos de Víctor Payán y Fernando Aranzábal, dos fotógrafos de Excélsior reprimidos aquel 10 de junio, junto con el trabajo visual de Enrique Bordes Mangel, Armando Lenin Salgado, los hermanos Mayo, Christa Cowrie, Pedro Valtierra y Marco Antonio Cruz, entre otros.

Además, el investigador detalla que la última pieza del rompecabezas que compone a este libro es lo que llama ‘Los rituales de la memoria’, es decir, un registro de la forma como se fotografiaron los diferentes aniversarios del 10 de junio por fotoperiodistas de las últimas cinco décadas.

Es un ejercicio importante porque nos acerca a la transformación política de México de los últimos años y su transición democrática”, concluye.