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Cómo el mito de las estatuas griegas blancas alimentó la falsa idea de la superioridad europea

  • Nací en Grecia, hija de padre griego y madre alemana.

Cuando piensas en una estatua de la Antigua Grecia, lo más probable es que la imagen que se te viene a la mente sea una escultura hecha de mármol perfectamente pulido y muy blanco. Las prendas, también blancas, cubren cuerpos blancos, a menudo rodeados de objetos esencialmente blancos.

A pesar de que esto refleja la realidad que conocemos hoy, esta imagen monocromática puede ser tan distante de la realidad histórica como la distancia que separa a Europa de América Latina.

En este reportaje te estaré explicando cómo surgió esta falsa idea, a quién servía y cómo se empezó a deconstruir el mito del hombre blanco.

Nací en Grecia, hija de padre griego y madre alemana. Como muchos, crecí pensando que las estatuas y estructuras griegas que me rodeaban eran siempre blancas, como el mármol utilizado como materia prima para su creación o , en menor medida, oscuros, cuando eran de bronce.

Y vi que esta estética «sofisticada» se repetía de las formas más diversas en todo el mundo al retratar la Antigua Grecia.

El mito de que sus estatuas eran monocromáticas, principalmente blancas, se ha ido propagando a lo largo de la historia, y terminó siendo adoptado erróneamente por quienes interpretaban la falsa ausencia de color y ornamentos como la señal de una cultura superior y más sofisticada, fruto de la superioridad de los europeos blancos.