ANTORCHA DICE aquiles

Urbi et Orbi:

  • Segunda y última parte   

Las madres y padres de familia saben esto, o lo intuyen. “Lucía García Cruz, integrante de la Coordinadora Estatal de Padres de Familia de Oaxaca, declaró que en Oaxaca aún no hay condiciones para regresar a las aulas”, pese a la vacunación de los maestros. “…precisó la importancia de considerar, antes del regreso a las aulas, que muchos menores tendrán que moverse en transporte urbano con el peligro de contagio o de propagación de la enfermedad. Es una situación muy grave porque sería un contagio tremendo…” (MEGANOTICIAS del 22 de abril). Y este es solo uno de muchos casos que pueden hallarse en los medios nacionales y de todo el país, incluida la Ciudad de México.
Jorge Cerino en el artículo ya citado, dice que una investigación en dos escuelas de Estados Unidos, publicada en Journal of School Health, demostró que la tasa de infección fue de 0.5 o menos, es decir, cada estudiante infectado causó menos de una infección adicional en promedio. Además “…la baja transmisión del virus se asoció con pruebas de detección de Covid-19 periódicas para estudiantes y personal. También con medidas sanitarias como el uso de mascarillas, distanciamiento social, ventilación y filtrado de aire.” (Las negritas en el original). Resultados parecidos arrojó un estudio en escuelas secundarias de Suecia. Pero el mismo Cerino concluye que “…vale la pena señalar que la realidad de las escuelas mexicanas es bastante diferente a la de las escuelas estadounidenses y suecas”; es decir, las conclusiones no son aplicables en México.
Cerino se queda corto. El deterioro físico de las escuelas es enorme y la falta de servicios sanitarios también. No se requiere un sesudo estudio para verlo, como lo evidencian los maestros de la Sección 22 de la CNTE de Oaxaca. No hay dinero para cubrebocas ni gel antibacteriano, menos para pruebas periódicas, seguimiento de contactos del infectado y filtración del aire. Tampoco hay un plan para un regreso ordenado y seguro a clases, como reconoce UNICEF México. Peor todavía: la titular de la SEP declaró que “…en principio (¡¡¡) se puede trabajar en las acciones de los Comités Participativos de Salud para identificar las necesidades y prioridades de las instituciones educativas, así como de la infraestructura de las escuelas, principalmente con los servicios de agua potable y sanitarios”. Conste: apenas van a identificar los problemas, ¿para cuándo podemos esperar la solución? “La limpieza y mantenimiento de edificios escolares es otra de las prioridades con la participación de los padres de familia, y en la difusión del protocolo de medidas de seguridad para un regreso a clases seguro…” (El Sol de México, 24 de marzo). O sea, en resumen: nada. ¿De qué sirven los sabios consejos para un regreso seguro a clases?
Hay más seriedad y responsabilidad en las y los niños y jóvenes. Dice EME-EQUIS del 30 de abril: “Están frustrados porque no hay vacuna segura para ellos ni en México ni en el mundo y nadie les dice cuándo llegarán.” Y cita a Miguel Ángel Vázquez, alumno de CBTIS Puebla: “Los niños y los jóvenes tienen valor en la sociedad, se me hace muy injusto que los adultos crean que porque no tenemos 18 años no podemos participar en la sociedad y, mientras somos invisibles.” Y más valiosa y responsable me parece la conducta de los estudiantes organizados en la FNERRR, que con música y bailes de nuestro folclore, exigieron ante Palacio Nacional vacunas para todos los jóvenes antes de regresar a clases (MILENIO, 29 de abril). Tienen razón ambas opiniones: hay que luchar y exigir, URBI ET ORBI, a México y al mundo, vacunas para los estudiantes de cualquier edad. Solo eso puede salvar la vida y la educación de nuestra juventud y de la de todo el planeta.